Doce cosas que todo el mundo debe entender sobre tecnología

Anil Dash es un emprendedor y escritor norteamericano de ascendencia india radicado en Nueva York. Es CEO de Glitch, miembro de la junta de directores del Data & Society Research Institute y fue asesor de estrategia digital en la Casa Blanca durante el gobierno de Barack Obama. Desde octubre de 2018, conduce y dirige Function, un podcast donde analiza junto a expertos, investigadores, usuarios y críticos culturales el impacto de la tecnología en la cultura y las comunicaciones.

Doce cosas que todo el mundo debe entender sobre tecnología fue publicado primero en la página de Dash en Medium, en marzo de 2018. Al mes siguiente, Dash también lo publicó en su blog personal. El texto es una estupenda y concisa panorámica sobre el funcionamiento y los valores internos del mundo tecnológico, y consigue deshacer muchos malentendidos acerca de una de las industrias –aunque, como bien señala el propio texto de Dash, hablar de «industria tecnológica» puede llevar a error y a malas interpretaciones, aunque resulta cómodo a la hora del análisis– más influyentes y poco comprendidas de nuestro tiempo.

Por esa razón, he utilizado el artículo en más de una ocasión cuando he conversado sobre algunos aspectos que no solemos entender sobre la tecnología en general, su impacto social y cultural, así como sobre las motivaciones de quienes crean productos tecnológicos.

A propósito de un breve intercambio en Twitter, Dash y yo hablamos de la posibilidad de traducir su artículo y publicarlo en español en su blog y aquí en No hemos entendido nada, a lo que accedió generosamente.

Ojalá les sea tan útil como a mí.

La tecnología es más importante que nunca, afecta de forma profunda nuestra cultura, política y sociedad. Dado el tiempo que pasamos con nuestros dispositivos y aplicaciones es esencial entender los principios que determinan la forma en que la tecnología afecta nuestras vidas.

Por Anil Dash

Entender la tecnología hoy

La tecnología no es una mera industria, es un método para la transformación de la cultura y economía de sistemas e instituciones. Esto puede resultar difícil de entender si vemos a la tecnología como una colección de productos de consumo disponibles en el mercado. Pero la tecnología va mucho más allá de los teléfonos en nuestras manos, y debemos entender algunos de los cambios fundamentales en nuestra sociedad si es que vamos a intentar tomar buenas decisiones relacionadas con la manera en que esta ha ido dando forma a nuestras vidas. Sobre todo si queremos influir en las personas responsables de crear tecnología.

Incluso aquellos de nosotros que llevamos inmersos en el mundo tecnológico por un buen tiempo podemos pasar por alto las fuerzas motoras que modelan su impacto. Así que en este texto identificaré alguno de los principios claves que nos ayudarán a entender el lugar que ocupa la tecnología en nuestra cultura.

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Lo que necesitamos saber

1.- La tecnología no es neutra.

Una de las cosas más importantes que todos debemos saber acerca de las aplicaciones y servicios que utilizamos es que los valores de sus creadores están profundamente enraizados en cada botón, cada link y cada ícono brillante que vemos. Las decisiones que los desarrolladores de software toman acerca de diseño, arquitectura técnica y modelo de negocio pueden tener un impacto profundo en nuestra privacidad, seguridad e, incluso, derechos civiles como usuarios. Cuando el software nos incita a tomar fotos en un encuadre cuadrado en lugar de uno rectangular, o a colocar un micrófono encendido 24/7 en nuestras salas, o a estar disponibles para nuestros jefes en todo momento, está cambiando nuestro comportamiento y nuestras vidas.

Todos esos cambios que ocurren cuando utilizamos nuevas tecnologías tienen lugar de acuerdo a las prioridades y preferencias de aquellos que crearon dicha tecnología.

2.- La tecnología no es inevitable.

La cultura popular suele presentar la tecnología de consumo como una infinita progresión ascendente que hace todo mejor para todo el mundo de manera ininterrumpida. En realidad, los nuevos productos tecnológicos suelen implicar una serie de soluciones intermedias en las que mejoras en áreas como usabilidad o diseño traen consigo un deterioro en otras como privacidad y seguridad. Algunas veces ciertas herramientas tecnológicas suponen mejoras para una comunidad determinada mientras que implican empeorar las cosas para otras. Aún más importante, solo porque un avance tecnológico sea “mejor” esto no garantiza que vaya a ser adoptado de forma masiva por los consumidores o que vaya a causar que otras tecnologías más populares mejoren.

De hecho, los avances tecnológicos son muy similares a la evolución en el mundo biológico: existen muchas formas de callejones sin salidas e involuciones o soluciones de compromiso injustas a lo largo del camino, aun cuando veamos un progreso general en el tiempo.

3.- La mayoría de gente que trabaja en tecnología de verdad quiere hacer el bien.

Podemos ser analíticamente escépticos y críticos de las compañías dedicadas a la tecnología y los productos que crean sin por ello tener que creer que la mayoría de la gente que trabaja ahí es “mala”. Tras haber conocido decenas de miles de personas alrededor del mundo que crean hardware y software, puedo dar fe de que el cliché según el cual esta gente quiere hacer del mundo un lugar mejor es un deseo sincero. Los creadores de tecnología están sinceramente comprometidos con la idea de un impacto positivo. Dicho esto, es importante que aquellos que se dedican a crear tecnología entiendan que las intenciones positivas no los absuelven ni quitan responsabilidad por las consecuencia negativas de su trabajo, sin importar cuán bien intencionados sean.

Es útil reconocer las buenas intenciones de la mayoría de gente en el mundo de la tecnología porque nos permite rastrear hasta el final esas intenciones y reducir la influencia de aquellos que no las tienen, y también para asegurarnos de que el estereotipo del tipo desalmado del mundo de la tecnología no eclipse el impacto que la mayoría de personas consideradas y conscientes pueden tener. Es también esencial creer que hay una buena intención en la mayoría de esfuerzos tecnológicos si vamos a hacer responsable a todo el mundo por los productos tecnológicos que crean.

4.- La historia de la tecnología está muy mal documentada y peor entendida.

Las personas que aprenden cómo crear productos tecnológicos pueden por lo general descubrir cada detalle íntimo sobre cómo su lenguaje de programación  o dispositivo favorito fue creado, pero es casi siempre imposible saber cómo es que cierta tecnología floreció o qué ocurrió con aquellas que no lo hicieron. Si bien nos encontramos aún en una fase lo suficientemente temprana de la revolución informática como para que varios de sus pioneros se encuentren todavía vivos y trabajando, es habitual toparse con que la historia de ciertos productos tecnológicos recientes ha sido completamente borrada. ¿Por qué tu aplicación favorita tuvo éxito y otras no? ¿Cuáles fueron los intentos fallidos previos necesarios para crear esas aplicaciones? ¿Con qué problemas se encontraron o qué problemas causaron? ¿Qué creadores o innovadores fueron borrados de la historia cuando se crearon los mitos de los actuales gigantes de la tecnología?

Todas estas preguntas son ignoradas, silenciadas o algunas veces respondidas de forma deliberadamente incorrecta en beneficio de historias que hablan de un progreso inevitable, pulcro y continuo. Ahora bien, esto no es así solo en el mundo de la tecnología. Casi todas las industrias tienen problemas similares. Pero esa mirada ahistórica del mundo tecnológico puede tener graves consecuencias ya que los creadores se ven imposibilitados de aprender de sus antecesores, incluso cuando quieren hacerlo.

5.- La mayoría de planes de educación tecnológica no incluye ninguna formación ética.

En disciplinas asentadas como el Derecho o la Medicina solemos encontrar siglos de conocimiento incorporado en sus planes de estudio que incluyen requerimientos explícitos de formación ética. Ahora bien, esto rara vez supone un obstáculo para que ocurran transgresiones éticas. Podemos ver personas muy poco éticas en posiciones de poder que fueron a las mejores escuelas de negocios, instituciones que se precian y alardean de sus cursos de formación ética. Pero ese nivel básico de familiaridad con cuestiones éticas otorga a esos campos cierta soltura en conceptos éticos, de manera que se puedan tener discusiones informadas al respecto. Y, aún más importante, asegura que aquellos que quieren hacer lo correcto y realizar su trabajo de manera ética tengan una sólida formación para ello.

Recién tras la reciente reacción negativa del público ante los peores excesos del mundo de la tecnología ha habido un pequeño progreso y, al menos, ha aumentado un poco la expectativa de que se incorpore la educación ética en los programas de formación tecnológica. Son todavía muy pocos los programas educativos que aspiran a mejorar la formación ética de aquellos que ya se encuentran trabajando en tecnología. Los programas de formación profesional para personas que ya trabajan están sobre todo enfocados en adquirir nuevas habilidades técnicas y no sociales. No hay una receta mágica para este asunto, la idea de que juntar científicos informáticos a trabajar con graduados de carreras de humanidades bastará para lidiar con estas preocupaciones éticas es demasiado simplista. Pero está claro que las personas dedicadas a la tecnología tendrán que empezar a manejar con soltura cuestiones éticas si es que quieren seguir contando con la amplia aceptación por parte del público de la que todavía disfrutan.

6.- Los productos tecnológicos se construyen muchas veces con una sorprendente ignorancia acerca de sus usuarios.

Durante las últimas décadas el respeto por la industria tecnológica ha crecido considerablemente, lo que ha tenido como resultado que muchas veces se trata a personas responsables de crear productos tecnológicos como si fueran infalibles. Los creadores del mundo tecnológico hoy reciben tratamiento de autoridades en una amplia gama de campos como la industria de medios, el mundo del trabajo, transporte, infraestructura y política, aun cuando no tengan formación o experiencia en esas áreas. ¡Saber cómo diseñar un aplicación para iPhone no significa que entiendas una industria en la que nunca has trabajado!

Los mejores y más reflexivos entre los creadores de productos tecnológicos suelen involucrarse de forma sincera y profunda con las comunidades a las que quieren servir, para así asegurarse de que están atendiendo sus verdaderas necesidades en lugar de solo intentando alterar indiscriminadamente la forma en que ciertos sistemas consolidados funcionan. Sin embargo, a veces estas nuevas tecnologías pasan como una aplanadora por encima de estas comunidades, y las personas responsables por ellas tienen los recursos económicos y la influencia social suficientes para que sus deficiencias no les impidan alterar el balance del ecosistema social al que han ingresado. A veces, los creadores tienen tanto dinero respaldando sus proyectos que ni siquiera notan los efectos negativos de las fallas en sus diseños, sobre todo si se encuentran aislados de las personas afectadas por esos fallos. La cosa es aún peor debido a los problemas de diversidad e inclusión en la industria, lo que se traduce en que muchas de las comunidades más vulnerables tienen poca o ninguna representación dentro de los equipos responsables de estas nuevas tecnologías. Lo que hace que esos equipos permanezcan ignorantes de las preocupaciones que pueden ser particularmente importantes para ciertas minorías.

7.- No hay nunca un único genio creador de un producto tecnológico.

Una de la representaciones más extendidas de la innovación tecnológica es la del genio en su habitación de una residencia universitaria o en un garage, quien de pronto tiene un “momento Eureka” y consigue un gran logro tecnológico. Esa representación alimenta el mito alrededor de gente como Steve Jobs, mito gracias al cual un individuo recibe el crédito por “inventar el iPhone”, cuando en realidad estamos hablando del trabajo de miles de personas. Lo que ocurre de verdad es que los avances tecnológicos están siempre asentados en el conocimiento y los valores de la comunidad donde sus creadores trabajan, y casi siempre que una innovación tiene lugar esta ha sido precedida por el trabajo de años o décadas de otros creadores intentando construir productos similares.

El mito del “genio solitario” es particularmente pernicioso porque exacerba los problemas de exclusión que asolan a toda la industria tecnológica. Los genios solitarios retratados por los medios provienen de ambientes mucho menos diversos que las personas que habitan comunidades reales. Si bien los medios pueden verse beneficiados al poder otorgar reconocimientos y premios a individuos, así como las instituciones educativas pueden verse motivadas a construir esa mitología alrededor de una persona para beneficiarse del reflejo de su gloria, las historias reales de creatividad son complicadas e involucran a muchas personas. Debemos ser enérgicamente escépticos de cualquier narrativa que indique lo contrario.

8.- El mundo de la tecnología no se reduce a startups ni la mayoría de productos tecnológicos han sido producido por startups.

Solo alrededor del 15% de los programadores trabaja en startups, y en muchas de las grandes empresas tecnológicas la mayoría de trabajadores no son programadores. Así que definir la industria en base a los hábitos o cultura de los programadores que trabajan en startups reconocidas distorsiona tremendamente la forma en que la sociedad ve al mundo tecnológico. De hecho, debemos considerar que la mayoría de personas que crea productos tecnología trabaja en organizaciones o instituciones a las que no consideramos tech para nada.

Aún más, hay un montón de compañías independientes, pequeñas empresas y negocios familiares, que se dedican a hacer websites, aplicaciones y soluciones de software, y muchos de los más talentosos programadores prefieren la cultura y retos que ofrecen esas organizaciones antes que trabajar en los gigantes de la tecnología más conocidos. No debemos obviar el hecho de que las startups suponen una parte diminuta del mundo tecnológico y no debemos permitir que la cultura extrema de muchas startups distorsione la manera en que vemos a la tecnología en su conjunto.

9.- La mayoría de grandes empresas tecnológicas hacen dinero únicamente de una de estas tres formas.

Es importante entender cómo hacen dinero estas compañías si queremos entender por qué el mundo de la tecnología funciona de la manera en que funciona.

  • Publicidad: Google y Facebook hacen casi todo su dinero vendiendo información sobre nosotros a anunciantes. Casi cada producto que crean está diseñado para obtener toda la información posible de sus usuarios para así poder crear un perfil cada vez más detallado de sus preferencias y comportamiento. De esa manera, los resultados de búsqueda y canales de redes sociales elaborados por compañías de anuncios –como Google o Facebook– se encuentran tremendamente interesados en direccionarte hacia sites o aplicaciones que te muestran más anuncios de esas plataformas. Es un modelo de negocio construido sobre la vigilancia, lo cual resulta particularmente chocante dado que se trata del modelo principal de la mayoría de negocios de Internet orientados al consumidor.

  • Grandes negocios: Algunas de las mayores (y generalmente más aburridas) compañías de tecnología, como Microsoft, Oracle o Salesforce, existen para obtener dinero de otras compañías grandes que necesitan software para sus negocios pero que están dispuestas a pagar un extra si este software es fácil de utilizar y si les permite bloquear de forma sencilla las diferentes maneras en que los usuarios pueden usarlo. Poca de esta tecnología es agradable de usar, especialmente porque los principales clientes están obsesionados con monitorear y controlar a sus trabajadores, pero las empresas que la producen son algunas de las más rentables.

  • Individuos: Empresas como Apple y Amazon quieren que les pagues directamente por sus productos, o por los productos que otros venden en sus tiendas. (Aunque “Amazon Web Services” existe para atender al mercado de Grandes negocios que explicaba arriba). Este es uno de los modelos de negocio más claro y directo: uno sabe exactamente lo que obtiene cuando compra un iPhone o un Kindle, o se suscribe a Spotify, y dado que no está sustentado por anuncios ni cede el control de nuestras transacciones a nuestros empleadores, las empresas con este modelo de negocio son las que otorgan a los clientes individuales un mayor poder.

Casi todas las compañías en el mundo tecnológico intentan hacer una de estas tres cosas. Podemos entender por qué toman las decisiones que toman observando cuál es su relación con estos tres modelos de negocio.

10.- El modelo económico de las grandes compañías distorsiona a todo el mundo tecnológico.

Hoy en día, las mayores empresas de tecnología siguen una fórmula sencilla:

  • Produce un producto interesante o útil que transforma un mercado importante.
  • Consigue un montón de dinero de inversores de capital de riesgo.
  • Intenta conseguir rápidamente una audiencia enorme de usuarios incluso si esto significa perder mucho dinero durante un tiempo.
  • Descubre la forma de convertir esa audiencia enorme en un negocio suficientemente valioso como para ofrecer a tus inversores un rendimiento enorme.
  • Empieza a luchar de manera feroz contra las otras empresas competitivas de tu mercado. O a comprarlas.

Este modelo es muy distinto a la manera en que crecen las empresas tradicionales, que por lo general empiezan como pequeños negocios y crecen, principalmente, atrayendo clientes que pagan directamente por bienes o servicios.

Las empresas que siguen este nuevo modelo pueden crecer muchísimo más y a una mayor velocidad que los negocios tradicionales que dependen de incrementar los ingresos provenientes de clientes que pagan por un bien o servicio. Pero estas nuevas empresas se manejan también con menos responsabilidad dentro de los mercados en que ingresan, ya que están atendiendo los intereses de corto plazo de sus inversores por encima de los intereses de largo plazo de su comunidad.

La generalización de este tipo de plan de negocios consigue que sea casi imposible competir para las empresas que no cuentan con dinero procedente de inversión de capital de riesgo. Las compañías tradicionales que crecen en base a ganar dinero proveniente de sus clientes no pueden permitirse perder tanto dinero por tanto tiempo. No se trata de una competencia en igualdad de condiciones, lo que a menudo significa que, en general, las empresas se ven confinadas a ser, o bien emprendimientos independientes pequeños, o monstruosos mastodontes, con poco terreno en el medio. Como consecuencia, el panorama es muy similar a lo que vemos en la industria cinematográfica: pequeñas películas de autor o gigantescas películas de superhéroes, y no mucho más.

¿Y cuáles son los costos más altos para estas nuevas empresas tecnológicas? La contratación de programadores. La gran mayoría de ese dinero proveniente de fondos de inversión se destina a contratar y conservar a los programadores que construirán sus nuevas plataformas. Una pequeña parte de esa enorme pila de dinero se destina a pagar cosas que serán útiles para la comunidad o a construir patrimonio para alguien más que los fundadores o inversores de la empresa. Crear una empresa tremendamente valiosa en términos financieros no presupone la ambición de crear un montón de puestos de trabajos para diferentes tipos de personas.

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De cara a las personas ajenas al mundo tecnológico, crear aplicaciones o dispositivos se presenta como un proceso hiper racional en el que los ingenieros eligen la tecnología más avanzada o apropiada para la tarea asignada. En realidad, la elección de lenguajes de programación o herramientas a utilizar puede ser producto de los caprichos de un programador o responsable de proyecto, o puede responder tan solo a la tendencia del momento. De forma igualmente habitual, los procesos o metodologías utilizados para crear productos tecnológicos pueden estar determinados por modas o tendencias, y esto afecta todo el proceso, desde la manera en que se realizan reuniones de trabajo a cómo se desarrollan productos específicos.

Algunas veces las personas que crean productos tecnológicos están buscando la novedad, en otras ocasiones quieren retornar a los básicos de su guardarropa tecnológico, pero estas elecciones se ven influidas por factores sociales, no solo por la valoración objetiva de sus méritos técnicos. Un avance tecnológico más complejo no siempre significa un producto final más valioso, así que si bien muchas empresas gustan de promocionar cuán ambiciosos o vanguardistas son esos nuevos avances, no hay garantía de que terminen ofreciendo mayor valor a los usuarios de a pie, sobre todo si tenemos en cuenta que los nuevos productos tecnológicos traen consigo, de forma inevitable, nuevos problemas y efectos colaterales.

12.- Ninguna institución tiene el poder suficiente para controlar los abusos del mundo tecnológico.

En la mayoría de industrias si una empresa comienza a comportarse de forma nociva o a explotar a sus consumidores, será metida en vereda por periodistas que investigarán y criticarán sus acciones. A partir de ahí, si los abusos continúan y el asunto se hace suficientemente grave, estas compañías podrán ser sancionadas por las autoridades a nivel local, estatal, gubernamental o internacional.

Hoy, sin embargo, mucha de la prensa especializada en tecnología está centrada en cubrir el lanzamiento de nuevos productos o de nuevas versiones de productos ya existentes, y los periodistas de tecnología que realizan cobertura sobre el impacto social de la industria tecnológica están muchas veces relegados y ven su trabajo publicado al lado de reseñas de nuevos teléfonos en lugar de ser presentados en secciones prominentes de cobertura de negocios o cultural. Si bien esto ha empezado a cambiar según las empresas tecnológicas se han hecho absurdamente ricas y poderosas, la cobertura está también constreñida por la propia cultura al interior de las empresas de medios. Los reporteros de negocios tradicionales pueden tener experiencia y peso en sus medios, pero son por lo general poco versados en cuestiones básicas de tecnología de una forma que sería impensable para periodistas que cubren, por ejemplo, el mundo de las finanzas o asuntos legales. Mientras tanto, los reporteros dedicados a cubrir tecnología y que tienen un entendimiento mayor del impacto cultural de esta, por lo general son asignados (o se inclinan) a cubrir lanzamientos de productos en lugar de cuestiones más amplias que atañen a su impacto cívico o social.

El problema es muchísimo más serio si consideramos que los reguladores y cargos electos suelen incluso presumir de su ignorancia en materia tecnológica. Si tenemos líderes políticos que son incapaces hasta de instalar una aplicación en sus teléfonos, resulta imposible que entiendan el mundo tecnológico de manera que puedan regularlo de forma apropiada, o que puedan exigir responsabilidades legales de forma correcta cuando los creadores de productos tecnológicos violan la ley. Mientras la tecnología plantea nuevos retos a nuestras sociedades, los legisladores y responsables políticos permanecen tremendamente rezagados cuando se trata de formular los marcos legales adecuados.

Sin la fuerza correctiva del periodismo y la exigencia legal de responsabilidades, las compañías tecnológicas avanzan como si estuvieran completamente desreguladas, y las consecuencias de este estado de cosas normalmente recaen sobre aquellos fuera del mundo tecnológico. Aún peor, los activistas tradicionales que confían en métodos como protestas o boicots, por lo general, ven cómo sus esfuerzos resultan ineficaces debido al modelo de negocio indirecto de los gigantes de la industria, que pueden apoyarse en publicidad, o vigilancia (“recolección de datos de usuarios”), o dinero procedente de capitales de riesgo, para continuar sus operaciones incluso cuando los activistas han identificado de forma correcta los problemas de estas empresas.

La ausencia de sistemas apropiados de rendición de cuentas es uno de los grandes desafíos que enfrenta el mundo tecnológico en nuestro días.

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Si entendemos todo esto, podemos cambiar la tecnología a mejor

Si todo es tan complicado y tantas cuestiones importantes relacionadas con este mundo no son tan obvias, ¿debemos sencillamente abandonar la esperanza de mejora? No.

Una vez conocemos las fuerzas que moldean la tecnología, podemos empezar a impulsar los cambios. Si sabemos que el mayor costo para los gigantes de esta industria es atraer y contratar programadores, podemos animar a estos a que exijan cambios éticos y sociales de parte de sus empleadores. Si sabemos que los inversores que alimentan a estas empresas responden a riesgos potenciales en el mercado, podemos enfatizar que sus riesgos aumentarán si apuestan por compañías que se conducen de forma nociva para la sociedad.

Si entendemos que la mayoría de personas que trabaja en tecnología tiene buenas intenciones pero carecen de conocimiento acerca del contexto histórico o cultural para asegurarse de que el impacto de sus acciones sea tan bueno como sus intenciones, podemos asegurarnos de que reciban la educación necesaria para prevenir daños antes de que estos tengan lugar.

Muchos de los que nos dedicamos a crear tecnología, o que amamos la forma en que esta nos da poder para mejorar nuestras vidas, estamos sufriendo al lidiar con los muchos efectos negativos que estos mismos productos tecnológicos tienen en la sociedad. Pero, quizá, si empezamos con un set de principios comunes que nos ayude a entender cómo funciona realmente el mundo tecnológico, podamos empezar a abordar sus mayores problemas.