Doce cosas que todo el mundo debe entender sobre tecnología

Anil Dash es un emprendedor y escritor norteamericano de ascendencia india radicado en Nueva York. Es CEO de Glitch, miembro de la junta de directores del Data & Society Research Institute y fue asesor de estrategia digital en la Casa Blanca durante el gobierno de Barack Obama. Desde octubre de 2018, conduce y dirige Function, un podcast donde analiza junto a expertos, investigadores, usuarios y críticos culturales el impacto de la tecnología en la cultura y las comunicaciones.

Doce cosas que todo el mundo debe entender sobre tecnología fue publicado primero en la página de Dash en Medium, en marzo de 2018. Al mes siguiente, Dash también lo publicó en su blog personal. El texto es una estupenda y concisa panorámica sobre el funcionamiento y los valores internos del mundo tecnológico, y consigue deshacer muchos malentendidos acerca de una de las industrias –aunque, como bien señala el propio texto de Dash, hablar de «industria tecnológica» puede llevar a error y a malas interpretaciones, aunque resulta cómodo a la hora del análisis– más influyentes y poco comprendidas de nuestro tiempo.

Por esa razón, he utilizado el artículo en más de una ocasión cuando he conversado sobre algunos aspectos que no solemos entender sobre la tecnología en general, su impacto social y cultural, así como sobre las motivaciones de quienes crean productos tecnológicos.

A propósito de un breve intercambio en Twitter, Dash y yo hablamos de la posibilidad de traducir su artículo y publicarlo en español en su blog y aquí en No hemos entendido nada, a lo que accedió generosamente.

Ojalá les sea tan útil como a mí.

La tecnología es más importante que nunca, afecta de forma profunda nuestra cultura, política y sociedad. Dado el tiempo que pasamos con nuestros dispositivos y aplicaciones es esencial entender los principios que determinan la forma en que la tecnología afecta nuestras vidas.

Por Anil Dash

Entender la tecnología hoy

La tecnología no es una mera industria, es un método para la transformación de la cultura y economía de sistemas e instituciones. Esto puede resultar difícil de entender si vemos a la tecnología como una colección de productos de consumo disponibles en el mercado. Pero la tecnología va mucho más allá de los teléfonos en nuestras manos, y debemos entender algunos de los cambios fundamentales en nuestra sociedad si es que vamos a intentar tomar buenas decisiones relacionadas con la manera en que esta ha ido dando forma a nuestras vidas. Sobre todo si queremos influir en las personas responsables de crear tecnología.

Incluso aquellos de nosotros que llevamos inmersos en el mundo tecnológico por un buen tiempo podemos pasar por alto las fuerzas motoras que modelan su impacto. Así que en este texto identificaré alguno de los principios claves que nos ayudarán a entender el lugar que ocupa la tecnología en nuestra cultura.

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Lo que necesitamos saber

1.- La tecnología no es neutra.

Una de las cosas más importantes que todos debemos saber acerca de las aplicaciones y servicios que utilizamos es que los valores de sus creadores están profundamente enraizados en cada botón, cada link y cada ícono brillante que vemos. Las decisiones que los desarrolladores de software toman acerca de diseño, arquitectura técnica y modelo de negocio pueden tener un impacto profundo en nuestra privacidad, seguridad e, incluso, derechos civiles como usuarios. Cuando el software nos incita a tomar fotos en un encuadre cuadrado en lugar de uno rectangular, o a colocar un micrófono encendido 24/7 en nuestras salas, o a estar disponibles para nuestros jefes en todo momento, está cambiando nuestro comportamiento y nuestras vidas.

Todos esos cambios que ocurren cuando utilizamos nuevas tecnologías tienen lugar de acuerdo a las prioridades y preferencias de aquellos que crearon dicha tecnología.

2.- La tecnología no es inevitable.

La cultura popular suele presentar la tecnología de consumo como una infinita progresión ascendente que hace todo mejor para todo el mundo de manera ininterrumpida. En realidad, los nuevos productos tecnológicos suelen implicar una serie de soluciones intermedias en las que mejoras en áreas como usabilidad o diseño traen consigo un deterioro en otras como privacidad y seguridad. Algunas veces ciertas herramientas tecnológicas suponen mejoras para una comunidad determinada mientras que implican empeorar las cosas para otras. Aún más importante, solo porque un avance tecnológico sea “mejor” esto no garantiza que vaya a ser adoptado de forma masiva por los consumidores o que vaya a causar que otras tecnologías más populares mejoren.

De hecho, los avances tecnológicos son muy similares a la evolución en el mundo biológico: existen muchas formas de callejones sin salidas e involuciones o soluciones de compromiso injustas a lo largo del camino, aun cuando veamos un progreso general en el tiempo.

3.- La mayoría de gente que trabaja en tecnología de verdad quiere hacer el bien.

Podemos ser analíticamente escépticos y críticos de las compañías dedicadas a la tecnología y los productos que crean sin por ello tener que creer que la mayoría de la gente que trabaja ahí es “mala”. Tras haber conocido decenas de miles de personas alrededor del mundo que crean hardware y software, puedo dar fe de que el cliché según el cual esta gente quiere hacer del mundo un lugar mejor es un deseo sincero. Los creadores de tecnología están sinceramente comprometidos con la idea de un impacto positivo. Dicho esto, es importante que aquellos que se dedican a crear tecnología entiendan que las intenciones positivas no los absuelven ni quitan responsabilidad por las consecuencia negativas de su trabajo, sin importar cuán bien intencionados sean.

Es útil reconocer las buenas intenciones de la mayoría de gente en el mundo de la tecnología porque nos permite rastrear hasta el final esas intenciones y reducir la influencia de aquellos que no las tienen, y también para asegurarnos de que el estereotipo del tipo desalmado del mundo de la tecnología no eclipse el impacto que la mayoría de personas consideradas y conscientes pueden tener. Es también esencial creer que hay una buena intención en la mayoría de esfuerzos tecnológicos si vamos a hacer responsable a todo el mundo por los productos tecnológicos que crean.

4.- La historia de la tecnología está muy mal documentada y peor entendida.

Las personas que aprenden cómo crear productos tecnológicos pueden por lo general descubrir cada detalle íntimo sobre cómo su lenguaje de programación  o dispositivo favorito fue creado, pero es casi siempre imposible saber cómo es que cierta tecnología floreció o qué ocurrió con aquellas que no lo hicieron. Si bien nos encontramos aún en una fase lo suficientemente temprana de la revolución informática como para que varios de sus pioneros se encuentren todavía vivos y trabajando, es habitual toparse con que la historia de ciertos productos tecnológicos recientes ha sido completamente borrada. ¿Por qué tu aplicación favorita tuvo éxito y otras no? ¿Cuáles fueron los intentos fallidos previos necesarios para crear esas aplicaciones? ¿Con qué problemas se encontraron o qué problemas causaron? ¿Qué creadores o innovadores fueron borrados de la historia cuando se crearon los mitos de los actuales gigantes de la tecnología?

Todas estas preguntas son ignoradas, silenciadas o algunas veces respondidas de forma deliberadamente incorrecta en beneficio de historias que hablan de un progreso inevitable, pulcro y continuo. Ahora bien, esto no es así solo en el mundo de la tecnología. Casi todas las industrias tienen problemas similares. Pero esa mirada ahistórica del mundo tecnológico puede tener graves consecuencias ya que los creadores se ven imposibilitados de aprender de sus antecesores, incluso cuando quieren hacerlo.

5.- La mayoría de planes de educación tecnológica no incluye ninguna formación ética.

En disciplinas asentadas como el Derecho o la Medicina solemos encontrar siglos de conocimiento incorporado en sus planes de estudio que incluyen requerimientos explícitos de formación ética. Ahora bien, esto rara vez supone un obstáculo para que ocurran transgresiones éticas. Podemos ver personas muy poco éticas en posiciones de poder que fueron a las mejores escuelas de negocios, instituciones que se precian y alardean de sus cursos de formación ética. Pero ese nivel básico de familiaridad con cuestiones éticas otorga a esos campos cierta soltura en conceptos éticos, de manera que se puedan tener discusiones informadas al respecto. Y, aún más importante, asegura que aquellos que quieren hacer lo correcto y realizar su trabajo de manera ética tengan una sólida formación para ello.

Recién tras la reciente reacción negativa del público ante los peores excesos del mundo de la tecnología ha habido un pequeño progreso y, al menos, ha aumentado un poco la expectativa de que se incorpore la educación ética en los programas de formación tecnológica. Son todavía muy pocos los programas educativos que aspiran a mejorar la formación ética de aquellos que ya se encuentran trabajando en tecnología. Los programas de formación profesional para personas que ya trabajan están sobre todo enfocados en adquirir nuevas habilidades técnicas y no sociales. No hay una receta mágica para este asunto, la idea de que juntar científicos informáticos a trabajar con graduados de carreras de humanidades bastará para lidiar con estas preocupaciones éticas es demasiado simplista. Pero está claro que las personas dedicadas a la tecnología tendrán que empezar a manejar con soltura cuestiones éticas si es que quieren seguir contando con la amplia aceptación por parte del público de la que todavía disfrutan.

6.- Los productos tecnológicos se construyen muchas veces con una sorprendente ignorancia acerca de sus usuarios.

Durante las últimas décadas el respeto por la industria tecnológica ha crecido considerablemente, lo que ha tenido como resultado que muchas veces se trata a personas responsables de crear productos tecnológicos como si fueran infalibles. Los creadores del mundo tecnológico hoy reciben tratamiento de autoridades en una amplia gama de campos como la industria de medios, el mundo del trabajo, transporte, infraestructura y política, aun cuando no tengan formación o experiencia en esas áreas. ¡Saber cómo diseñar un aplicación para iPhone no significa que entiendas una industria en la que nunca has trabajado!

Los mejores y más reflexivos entre los creadores de productos tecnológicos suelen involucrarse de forma sincera y profunda con las comunidades a las que quieren servir, para así asegurarse de que están atendiendo sus verdaderas necesidades en lugar de solo intentando alterar indiscriminadamente la forma en que ciertos sistemas consolidados funcionan. Sin embargo, a veces estas nuevas tecnologías pasan como una aplanadora por encima de estas comunidades, y las personas responsables por ellas tienen los recursos económicos y la influencia social suficientes para que sus deficiencias no les impidan alterar el balance del ecosistema social al que han ingresado. A veces, los creadores tienen tanto dinero respaldando sus proyectos que ni siquiera notan los efectos negativos de las fallas en sus diseños, sobre todo si se encuentran aislados de las personas afectadas por esos fallos. La cosa es aún peor debido a los problemas de diversidad e inclusión en la industria, lo que se traduce en que muchas de las comunidades más vulnerables tienen poca o ninguna representación dentro de los equipos responsables de estas nuevas tecnologías. Lo que hace que esos equipos permanezcan ignorantes de las preocupaciones que pueden ser particularmente importantes para ciertas minorías.

7.- No hay nunca un único genio creador de un producto tecnológico.

Una de la representaciones más extendidas de la innovación tecnológica es la del genio en su habitación de una residencia universitaria o en un garage, quien de pronto tiene un “momento Eureka” y consigue un gran logro tecnológico. Esa representación alimenta el mito alrededor de gente como Steve Jobs, mito gracias al cual un individuo recibe el crédito por “inventar el iPhone”, cuando en realidad estamos hablando del trabajo de miles de personas. Lo que ocurre de verdad es que los avances tecnológicos están siempre asentados en el conocimiento y los valores de la comunidad donde sus creadores trabajan, y casi siempre que una innovación tiene lugar esta ha sido precedida por el trabajo de años o décadas de otros creadores intentando construir productos similares.

El mito del “genio solitario” es particularmente pernicioso porque exacerba los problemas de exclusión que asolan a toda la industria tecnológica. Los genios solitarios retratados por los medios provienen de ambientes mucho menos diversos que las personas que habitan comunidades reales. Si bien los medios pueden verse beneficiados al poder otorgar reconocimientos y premios a individuos, así como las instituciones educativas pueden verse motivadas a construir esa mitología alrededor de una persona para beneficiarse del reflejo de su gloria, las historias reales de creatividad son complicadas e involucran a muchas personas. Debemos ser enérgicamente escépticos de cualquier narrativa que indique lo contrario.

8.- El mundo de la tecnología no se reduce a startups ni la mayoría de productos tecnológicos han sido producido por startups.

Solo alrededor del 15% de los programadores trabaja en startups, y en muchas de las grandes empresas tecnológicas la mayoría de trabajadores no son programadores. Así que definir la industria en base a los hábitos o cultura de los programadores que trabajan en startups reconocidas distorsiona tremendamente la forma en que la sociedad ve al mundo tecnológico. De hecho, debemos considerar que la mayoría de personas que crea productos tecnología trabaja en organizaciones o instituciones a las que no consideramos tech para nada.

Aún más, hay un montón de compañías independientes, pequeñas empresas y negocios familiares, que se dedican a hacer websites, aplicaciones y soluciones de software, y muchos de los más talentosos programadores prefieren la cultura y retos que ofrecen esas organizaciones antes que trabajar en los gigantes de la tecnología más conocidos. No debemos obviar el hecho de que las startups suponen una parte diminuta del mundo tecnológico y no debemos permitir que la cultura extrema de muchas startups distorsione la manera en que vemos a la tecnología en su conjunto.

9.- La mayoría de grandes empresas tecnológicas hacen dinero únicamente de una de estas tres formas.

Es importante entender cómo hacen dinero estas compañías si queremos entender por qué el mundo de la tecnología funciona de la manera en que funciona.

  • Publicidad: Google y Facebook hacen casi todo su dinero vendiendo información sobre nosotros a anunciantes. Casi cada producto que crean está diseñado para obtener toda la información posible de sus usuarios para así poder crear un perfil cada vez más detallado de sus preferencias y comportamiento. De esa manera, los resultados de búsqueda y canales de redes sociales elaborados por compañías de anuncios –como Google o Facebook– se encuentran tremendamente interesados en direccionarte hacia sites o aplicaciones que te muestran más anuncios de esas plataformas. Es un modelo de negocio construido sobre la vigilancia, lo cual resulta particularmente chocante dado que se trata del modelo principal de la mayoría de negocios de Internet orientados al consumidor.

  • Grandes negocios: Algunas de las mayores (y generalmente más aburridas) compañías de tecnología, como Microsoft, Oracle o Salesforce, existen para obtener dinero de otras compañías grandes que necesitan software para sus negocios pero que están dispuestas a pagar un extra si este software es fácil de utilizar y si les permite bloquear de forma sencilla las diferentes maneras en que los usuarios pueden usarlo. Poca de esta tecnología es agradable de usar, especialmente porque los principales clientes están obsesionados con monitorear y controlar a sus trabajadores, pero las empresas que la producen son algunas de las más rentables.

  • Individuos: Empresas como Apple y Amazon quieren que les pagues directamente por sus productos, o por los productos que otros venden en sus tiendas. (Aunque “Amazon Web Services” existe para atender al mercado de Grandes negocios que explicaba arriba). Este es uno de los modelos de negocio más claro y directo: uno sabe exactamente lo que obtiene cuando compra un iPhone o un Kindle, o se suscribe a Spotify, y dado que no está sustentado por anuncios ni cede el control de nuestras transacciones a nuestros empleadores, las empresas con este modelo de negocio son las que otorgan a los clientes individuales un mayor poder.

Casi todas las compañías en el mundo tecnológico intentan hacer una de estas tres cosas. Podemos entender por qué toman las decisiones que toman observando cuál es su relación con estos tres modelos de negocio.

10.- El modelo económico de las grandes compañías distorsiona a todo el mundo tecnológico.

Hoy en día, las mayores empresas de tecnología siguen una fórmula sencilla:

  • Produce un producto interesante o útil que transforma un mercado importante.
  • Consigue un montón de dinero de inversores de capital de riesgo.
  • Intenta conseguir rápidamente una audiencia enorme de usuarios incluso si esto significa perder mucho dinero durante un tiempo.
  • Descubre la forma de convertir esa audiencia enorme en un negocio suficientemente valioso como para ofrecer a tus inversores un rendimiento enorme.
  • Empieza a luchar de manera feroz contra las otras empresas competitivas de tu mercado. O a comprarlas.

Este modelo es muy distinto a la manera en que crecen las empresas tradicionales, que por lo general empiezan como pequeños negocios y crecen, principalmente, atrayendo clientes que pagan directamente por bienes o servicios.

Las empresas que siguen este nuevo modelo pueden crecer muchísimo más y a una mayor velocidad que los negocios tradicionales que dependen de incrementar los ingresos provenientes de clientes que pagan por un bien o servicio. Pero estas nuevas empresas se manejan también con menos responsabilidad dentro de los mercados en que ingresan, ya que están atendiendo los intereses de corto plazo de sus inversores por encima de los intereses de largo plazo de su comunidad.

La generalización de este tipo de plan de negocios consigue que sea casi imposible competir para las empresas que no cuentan con dinero procedente de inversión de capital de riesgo. Las compañías tradicionales que crecen en base a ganar dinero proveniente de sus clientes no pueden permitirse perder tanto dinero por tanto tiempo. No se trata de una competencia en igualdad de condiciones, lo que a menudo significa que, en general, las empresas se ven confinadas a ser, o bien emprendimientos independientes pequeños, o monstruosos mastodontes, con poco terreno en el medio. Como consecuencia, el panorama es muy similar a lo que vemos en la industria cinematográfica: pequeñas películas de autor o gigantescas películas de superhéroes, y no mucho más.

¿Y cuáles son los costos más altos para estas nuevas empresas tecnológicas? La contratación de programadores. La gran mayoría de ese dinero proveniente de fondos de inversión se destina a contratar y conservar a los programadores que construirán sus nuevas plataformas. Una pequeña parte de esa enorme pila de dinero se destina a pagar cosas que serán útiles para la comunidad o a construir patrimonio para alguien más que los fundadores o inversores de la empresa. Crear una empresa tremendamente valiosa en términos financieros no presupone la ambición de crear un montón de puestos de trabajos para diferentes tipos de personas.

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De cara a las personas ajenas al mundo tecnológico, crear aplicaciones o dispositivos se presenta como un proceso hiper racional en el que los ingenieros eligen la tecnología más avanzada o apropiada para la tarea asignada. En realidad, la elección de lenguajes de programación o herramientas a utilizar puede ser producto de los caprichos de un programador o responsable de proyecto, o puede responder tan solo a la tendencia del momento. De forma igualmente habitual, los procesos o metodologías utilizados para crear productos tecnológicos pueden estar determinados por modas o tendencias, y esto afecta todo el proceso, desde la manera en que se realizan reuniones de trabajo a cómo se desarrollan productos específicos.

Algunas veces las personas que crean productos tecnológicos están buscando la novedad, en otras ocasiones quieren retornar a los básicos de su guardarropa tecnológico, pero estas elecciones se ven influidas por factores sociales, no solo por la valoración objetiva de sus méritos técnicos. Un avance tecnológico más complejo no siempre significa un producto final más valioso, así que si bien muchas empresas gustan de promocionar cuán ambiciosos o vanguardistas son esos nuevos avances, no hay garantía de que terminen ofreciendo mayor valor a los usuarios de a pie, sobre todo si tenemos en cuenta que los nuevos productos tecnológicos traen consigo, de forma inevitable, nuevos problemas y efectos colaterales.

12.- Ninguna institución tiene el poder suficiente para controlar los abusos del mundo tecnológico.

En la mayoría de industrias si una empresa comienza a comportarse de forma nociva o a explotar a sus consumidores, será metida en vereda por periodistas que investigarán y criticarán sus acciones. A partir de ahí, si los abusos continúan y el asunto se hace suficientemente grave, estas compañías podrán ser sancionadas por las autoridades a nivel local, estatal, gubernamental o internacional.

Hoy, sin embargo, mucha de la prensa especializada en tecnología está centrada en cubrir el lanzamiento de nuevos productos o de nuevas versiones de productos ya existentes, y los periodistas de tecnología que realizan cobertura sobre el impacto social de la industria tecnológica están muchas veces relegados y ven su trabajo publicado al lado de reseñas de nuevos teléfonos en lugar de ser presentados en secciones prominentes de cobertura de negocios o cultural. Si bien esto ha empezado a cambiar según las empresas tecnológicas se han hecho absurdamente ricas y poderosas, la cobertura está también constreñida por la propia cultura al interior de las empresas de medios. Los reporteros de negocios tradicionales pueden tener experiencia y peso en sus medios, pero son por lo general poco versados en cuestiones básicas de tecnología de una forma que sería impensable para periodistas que cubren, por ejemplo, el mundo de las finanzas o asuntos legales. Mientras tanto, los reporteros dedicados a cubrir tecnología y que tienen un entendimiento mayor del impacto cultural de esta, por lo general son asignados (o se inclinan) a cubrir lanzamientos de productos en lugar de cuestiones más amplias que atañen a su impacto cívico o social.

El problema es muchísimo más serio si consideramos que los reguladores y cargos electos suelen incluso presumir de su ignorancia en materia tecnológica. Si tenemos líderes políticos que son incapaces hasta de instalar una aplicación en sus teléfonos, resulta imposible que entiendan el mundo tecnológico de manera que puedan regularlo de forma apropiada, o que puedan exigir responsabilidades legales de forma correcta cuando los creadores de productos tecnológicos violan la ley. Mientras la tecnología plantea nuevos retos a nuestras sociedades, los legisladores y responsables políticos permanecen tremendamente rezagados cuando se trata de formular los marcos legales adecuados.

Sin la fuerza correctiva del periodismo y la exigencia legal de responsabilidades, las compañías tecnológicas avanzan como si estuvieran completamente desreguladas, y las consecuencias de este estado de cosas normalmente recaen sobre aquellos fuera del mundo tecnológico. Aún peor, los activistas tradicionales que confían en métodos como protestas o boicots, por lo general, ven cómo sus esfuerzos resultan ineficaces debido al modelo de negocio indirecto de los gigantes de la industria, que pueden apoyarse en publicidad, o vigilancia (“recolección de datos de usuarios”), o dinero procedente de capitales de riesgo, para continuar sus operaciones incluso cuando los activistas han identificado de forma correcta los problemas de estas empresas.

La ausencia de sistemas apropiados de rendición de cuentas es uno de los grandes desafíos que enfrenta el mundo tecnológico en nuestro días.

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Si entendemos todo esto, podemos cambiar la tecnología a mejor

Si todo es tan complicado y tantas cuestiones importantes relacionadas con este mundo no son tan obvias, ¿debemos sencillamente abandonar la esperanza de mejora? No.

Una vez conocemos las fuerzas que moldean la tecnología, podemos empezar a impulsar los cambios. Si sabemos que el mayor costo para los gigantes de esta industria es atraer y contratar programadores, podemos animar a estos a que exijan cambios éticos y sociales de parte de sus empleadores. Si sabemos que los inversores que alimentan a estas empresas responden a riesgos potenciales en el mercado, podemos enfatizar que sus riesgos aumentarán si apuestan por compañías que se conducen de forma nociva para la sociedad.

Si entendemos que la mayoría de personas que trabaja en tecnología tiene buenas intenciones pero carecen de conocimiento acerca del contexto histórico o cultural para asegurarse de que el impacto de sus acciones sea tan bueno como sus intenciones, podemos asegurarnos de que reciban la educación necesaria para prevenir daños antes de que estos tengan lugar.

Muchos de los que nos dedicamos a crear tecnología, o que amamos la forma en que esta nos da poder para mejorar nuestras vidas, estamos sufriendo al lidiar con los muchos efectos negativos que estos mismos productos tecnológicos tienen en la sociedad. Pero, quizá, si empezamos con un set de principios comunes que nos ayude a entender cómo funciona realmente el mundo tecnológico, podamos empezar a abordar sus mayores problemas.

El Vicerrectorado Académico de la PUCP y las «consecuencias» de la corrección política

Pese a que intento evitarlo, de rato en rato todavía caigo en el newsfeed de Facebook atraído por fotos y memes compartidos por amigos. Desde que la red social de Mark Zuckerberg ha pasado a privilegiar ese tipo de contenido frente a artículos o links a medios, mi interés como usuario ha decaído.

Sin embargo, de tanto en tanto, mientras hago scroll abajo en el newsfeed, algo captura mi atención. Esta vez se trata de un post del Comando Plath que alguno de mis contactos, no recuerdo quién, había compartido. El post era este:

Para quienes no lo sepan, Comando Plath es un colectivo feminista peruano muy activo en redes sociales (cuenta también con un blog). Según su propia información en Facebook, se trata de «un grupo de mujeres escritoras, artistas e intelectuales cuyo fin es visibilizar nuestro trabajo y denunciar la violencia del sistema patriarcal». En su post las integrantes del Comando Plath criticaban un artículo publicado en la página web del Vicerrectorado Académico de la Pontifica Universidad Católica del Perú, titulado La otra cara de la corrección política o la muerte de la ironía.

Como el debate acerca de la corrección política y sus alcances en campus universitarios es uno de mis placeres culposos, y como además la Universidad Católica peruana se tiene a sí misma como uno de los máximos baluartes de los valores progresistas en el país, valores que en buena medida yo comparto, no pude evitar la tentación y di click.

El artículo había sido publicado el día 28 de junio y no llevaba firma. Es decir, al encontrarse en el site oficial del Vicerrectorado y no tener un autor específico, no es descabellado asumir que lo en él expuesto constituye una posición oficial de esta oficina de la Universidad Católica.

¿Qué es el Vicerrectorado Académico? Según su propia página web, se trata del órgano de la universidad «encargado de la conducción, gestión e innovación académica de la Universidad, tanto en el pregrado como en el posgrado, en las modalidades presenciales, semipresenciales y virtuales, además de la educación continua».

El artículo llevaba la siguiente bajada:

Las reivindicaciones identitarias en la universidad responden a una deuda histórica largamente vencida, pero ¿qué tipo de consecuencias podemos esperar frente a los rápidos cambios planteados?

Buena pregunta. ¿Qué consecuencias podemos esperar ante esas reivindicaciones? Por otro lado, ¿cuáles son esas reivindicaciones?

Nos lo aclara –es un decir– el primer párrafo (las negritas son mías, los links del original):

Los logros de justicia social en la forma de reconocimientos identitarios han tenido grandes repercusiones en las expectativas de los jóvenes sobre cómo debe ser su experiencia universitaria. Muchos estudiantes esperan que los discursos y prácticas que sostienen formas sistemáticas de opresión (discriminación de género, racial, por origen, etc.) tanto explicita como implícitamente sean pública e institucionalmente rechazadas. Esta es la posición que han adoptado numerosas entidades, por lo que han tomado medidas para identificar y sancionar a los profesores y alumnos que comentan faltas (ver 1, 2 y 3). La reivindicación de poblaciones históricamente oprimidas y la visibilización de las formas de violencia que han sufrido son deudas largamente vencidas. Muchos campus universitarios están transformándose en espacios seguros para este reconocimiento y con buenas razones. Sin embargo, estos vertiginosos cambios pueden llegar a tener consecuencias no deseadas y generar un grave rechazo dentro y fuera de la comunidad académica. Debemos explorar cómo.

Pasemos un momento por alto esa prosa abigarrada. Se trata, entonces, de reivindicaciones de «poblaciones históricamente oprimidas» y de estudiantes que esperan que «formas sistemáticas de opresión (discriminación de género, racial, por origen, etc.)» sean rechazadas «pública e institucionalmente». Vale.

¿Y las consecuencias? Ahí lo dice. Se trata de «consecuencias no deseadas y [que pueden] generar un grave rechazo dentro y fuera de la comunidad académica». Consecuencias negativas. ¿No hay consecuencias positivas? Seguro, quién sabe. Aquí hemos venido a hablar de las malas. Ok. ¿Como cuáles?

Voy a reseñar brevemente las tres primeras. Haría falta otro post entero para cada una. La que me interesa, en realidad, es la última.

Según este artículo, obra del Vicerrectorado Académico de la Pontifica Universidad Católica del Perú, la primera consecuencia indeseable es que esa reivindicaciones –léase el «rechazo institucional y público a formas sistemáticas de opresión»– pueden ser perjudiciales debido a que «la respuesta de un grupo de la población estudiantil hacia este giro conceptual ha sido en ocasiones tremendamente violenta». Tremendamente violenta. Bueno.

La segunda consecuencia es que el avance de esas reivindicaciones –de nuevo, el «rechazo institucional y público a formas sistemáticas de opresión»– puede conducir a «la falta de diálogo entre diferentes facciones ideológicas y posiciones políticas al explotar la desfasada concepción de la universidad como santuario».

¿No es la universidad, léase sus órganos y profesores, quien debe promover ese diálogo? ¿Qué hace la universidad ante los escollos para el diálogo que puedan presentarse? ¿Echar la pelota a los alumnos para que no se excedan en sus reivindicaciones? ¿En serio?

Como tercera consecuencia, el artículo lista «un miedo latente de ser injustamente acusado de acoso y las consecuencias que tiene para las carreras profesionales de las mujeres». Y prosigue:

Se reporta que, en ciertas ocasiones, profesores hombres rechazan o evitan la mentoría a estudiantes mujeres a partir del riesgo de verse implicados en escándalos que puedan repercutir en sus carreras

Existe, dice más adelante un «temor generalizado». ¿Cuán generalizado? ¿Hay casos reportados en las universidades peruanas? ¿En la Universidad Católica? ¿Cuántos? Lo ignoro, y parece que el redactor anónimo del artículo también porque no se nos dice por ningún lado.

Pero, ya saben, el asunto de fondo es que si hay profesores que rehuyen a sus obligaciones –ejercer de mentores de estudiantes– es culpa de la «reivindicación de poblaciones históricamente oprimidas y la visibilización de las formas de violencia que han sufrido». ¿De verdad?

Finalmente, y aquí es a donde quería llegar, dice el artículo del Vicerrectorado Académico que «vemos una cierta supresión de libertades de los estudiantes sobre su producción académica».

¿Dónde? Hay que detenerlo. Esto sí es intolerable. ¿Quiénes son estos estudiantes? ¿Cuántos casos hay reportados? ¿De qué manera se está suprimiendo la libertad en la «producción académica» de estos alumnos?

Así:

Universidades australianas top (Queensland, Sidney, Griffith, Newcastle) están siendo severamente criticadas al ser reportado que se le resta puntaje a los estudiantes por no utilizar lenguaje inclusivo o no binario en sus trabajos. Esto incluye a palabras con el sufijo man tales como man-made o mankind; así como las descripciones de mujeres basadas en una posición secundaria ante alguien o algo tales como “esposa de”, “madre de”, etc. Julie Duck, la decana ejecutiva de la facultad de Humanidades y ciencias sociales de Queensland, justifica las medidas señalando que “se aconseja a los estudiantes evitar el lenguaje de género sesgado de la misma forma que se aconseja eviten el lenguaje racista, los clichés, las contradicciones [en realidad el original dice «contracciones»], los coloquialismos y la jerga en sus ensayos” (sic)

¿Quién es la fuente de la noticia?

The Daily Mail.

Como ya he escrito alguna vez, The Daily Mail no solo es una de las publicaciones en inglés más leídas del mundo sino también una de las que más noticias basura o fake news publica. Que un artículo de una prestigiosa institución universitaria cite a The Daily Mail como fuente de autoridad me puso en guardia. Así que di click y fui a leer la nota citada:Screen Shot 2018-07-04 at 8.27.05 PM

Traduzco:

La corrección política se vuelve loca:
Indignación debido a estudiantes que recibieron bajas calificaciones por utilizar las palabras ‘mankind’ y ‘workmanship’ en sus ensayos. Algunas universidades incluso han prohibido la palabra ‘she’

  • Las universidades están tomando medidas drásticas para parecer políticamente correctas

  • Los alumnos son sancionados por utilizar términos prohibidos

  • El sufijo ‘man’ es calificado como un término sexista y no es tolerado

Según uno avanza en la lectura de la nota, descubre que toda la información que la periodista Brittany Chain ha utilizado proviene de otro medio, aunque este detalle está hábilmente camuflado en este fragmento:

«La gente está perdiendo puntos por utilizar lenguaje de diario porque este no es de género neutral», dijo a The Courier Mail un estudiante de Política.

Así que di click y me fui a leer The Courier Mail. Este periódico australiano es un tabloide local propiedad del conglomerado de medios de Rupert Murdoch, News Corp. Cubre principalmente la ciudad de Brisbane en el estado de Queensland.

Como la lectura de The Courier Mail es solo para suscriptores, tuve que encontrar alguna forma de acceder al artículo que me interesaba. Lo conseguí a través de pressreader, una aplicación y servicio que permite acceder al contenido de distintos diarios del mundo. Ahí descubrí que la nota había sido portada de la edición del 9 de junio:

Screen Shot 2018-07-04 at 9.22.28 PM

«El fin de la humanidad» gritaba el titular a cuatro columnas. En inglés puede utilizarse indistintamente «humankind» o «mankind» para referirse a la humanidad, de la misma forma que en español podemos decir «el hombre» o «los hombres» para referirnos al ser humano o a la humanidad en su conjunto.

El resto de la nota, que continuaba a doble página en interiores, decía así:

Las mejores universidades del estado están sancionando a sus estudiantes por el uso de palabras como «mankind» y «workmanship» aduciendo que son sexistas.

Debido a una prohibición dictada por la corrección política, los estudiantes están perdiendo puntos en sus calificaciones por utilizar «lenguaje binario», que incluye palabras como «she» (ella), «man» (hombre) o «wife» (esposa).

Alumnos de la Universidad de Queensland se han quejado de profesores que están persiguiendo el uso de palabras con connotación de género, y penalizándolo con la misma dureza que las faltas ortográficas.

La Universidad Griffith y la Universidad Tecnológica de Queensland también cuentan con políticas para el uso de lenguaje inclusivo que desaconsejan utilizar palabras como «mother» (madre), «housewife» (ama de casa) y «chairman» (presidente).

(…)

Todas las principales universidades de Queensland exigen el uso de «lenguaje inclusivo» en ensayos, trabajos, conferencias y conversaciones. Un ejemplo de normas propias de un «estado niñera» criticadas con dureza por un furioso Simon Birminghan, ministro federal de Educación, así como por el líder de la oposición, Deb Frecklington. Otras palabras como «she», «man», «wife» y «mother» han sido prohibidas.

Estudiantes de la Universidad de Queensland se han quejado de profesores que les bajan las calificaciones por utilizar la palabra «mankind» en sus ensayos.

Un estudiante de Política fue sancionado por utilizar el pronombre gramaticalmente correcto «she» para referirse a un auto.

«La gente está perdiendo puntos por utilizar lenguaje de diario porque este no es de género neutral», dijo a The Courier Mail el estudiante, que pidió permanecer anónimo. «Me bajaron la calificación por utilizar «mankind»…y me referí a un auto de mi propiedad como ‘ella es mi orgullo y alegría'».

Un estudiante de ciencias recibió una baja calificación por utilizar «mankind» en un ensayo de filosofía del método científico. «Me bajaron 10 puntos, es una cosa tan estúpida que te bajen la calificación por esto. Escuché sobre una chica de otra clase a quien le bajaron la nota por utilizar las palabras «man-made» (artificial, hecho por el hombre) y «sportsmanship» (deportividad). Es un poco ridículo, no puedes prohibir todas las palabras que contengan «man».

El artículo escrito por la periodista Natasha Bita continúa así durante 1000 palabras. Más adelante, además de recoger los reclamos airados de los dos políticos citados arriba, Bita indica que el manual para escribir ensayos de la facultad de Ciencia Política instruye a los estudiantes para que usen «lenguaje de género neutral»:

«Debe evitarse el uso de ‘he’, ‘him’ o ‘his’ como pronombres estándar; no utilice ‘man’ para referirse a la humanidad en general», dice. «Tampoco deben usarse pronombres femeninos cuando se refiere a objetos inanimados, por ejemplo para referirse a una embarcación como ‘she'».

El manual al que hace referencia Bita puede consultarse aquí. Y estos son los dos párrafos que dedica a lo que podemos considerar corrección política:

Screen Shot 2018-07-05 at 9.24.54 AM

Dos párrafos, que suman un total de 148 palabras, en un texto de 18 páginas.

¿Que dicen esos dos párrafos?

Traduzco:

  • Lenguaje de género neutral: Evite el uso de lenguaje de género específico, incluidos términos de género específico para grupos de personas así como la caracterización de grupos como masculinos o femeninos. Debe evitarse el uso de ‘he’, ‘him’ o ‘his’ como pronombres estándar; no utilice ‘man’ para referirse a la humanidad en general. Tampoco deben usarse pronombres femeninos cuando se refiere a objetos inanimados, por ejemplo para referirse a una embarcación como ‘she’.
  • Lenguaje no racista: Términos discriminatorios o prejuiciosos hacia grupos étnicos o raciales son inaceptables en la escritura académica. Cuando se refiera a las personas nativas de Australia, se debe usar el término ‘Aborígenes e isleños de Torres Strait». Al referirse a una persona que procede de una tradición cultural de habla no-inglesa o cuyo primer idioma no es el inglés debe utilizarse el término ‘tradición de habla no-inglesa». Por favor, utilice el término ‘comunidad Lesbiana, Gay, Bisexual, Tránsgenero, Intersexual y Queer’. También es apropiado utilizar el acrónimo LGBTIQ.

¿Significa esto que transgredir estas recomendaciones es motivo de sanción o de reducción en las calificaciones? No necesariamente. De hecho, en el mismo artículo la periodista de The Courier Mail cita a la decana interina de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de Queensland, Julie Duck, quien explica:

La facultad no tiene una política de calificar negativamente a los estudiantes que utilicen lenguaje de género específico que vaya más allá de la forma habitual de calificar el uso de split infinitivesapóstrofes mal colocados, utilización errónea de las mayúsculas y demás. A los estudiantes se les aconseja evitar lenguaje de género binario en el mismo sentido que se les aconseja evitar lenguaje racista, clichés, contracciones, coloquialismos y jerga en sus ensayos. Cualquiera de estos asuntos tiene una repercusión mínima en sus calificaciones. Depende del contexto y alcance.

¿Justifican esas recomendaciones la indignación iracunda de los dos políticos citados por la periodista Natasha Bita? Difícilmente.

¿Justifican esas recomendaciones y guías en el uso del lenguaje en trabajos académicos un titular en portada a cuatro columnas como THE END OF MANKIND? Bueno, como poco, es una decisión editorial un tanto caprichosa.

¿Significa esto que, como indica el artículo de la página web del Vicerrectorado Académico de la Universidad Católica, existe una «supresión de libertades de los estudiantes sobre su producción académica»? Digamos que, por lo menos, es bastante discutible.

¿Se ha quejado algún alumno de la Pontificia Universidad Católica de que la «corrección política» suprime su libertad? No parece. Imagino que, si fuera así, el anónimo redactor de ese artículo en el site del Vicerrectorado Académico no perdería ocasión de mencionarlo.

¿Qué estudiantes sí se han quejado? Dos alumnos sin nombre de la Universidad de Queensland en Australia. Por cierto, esto según el artículo publicado por un tabloide australiano que, como he explicado líneas arriba, parece más interesado en atizar el fuego sensacionalista –soflamas airadas de políticos necesitados de focos mediáticos incluidas– que en relatar de forma rigurosa lo que ocurre en las universidades australianas con el fascinante debate sobre los alcances de lo políticamente correcto y el posible conflicto con la libertad de expresión y de cátedra.

No sé en Australia, pero en los campus universitarios norteamericanos sí está teniendo lugar un interesantísimo debate al respecto. Mucha prensa seria, así como varios intelectuales, están intentado explicar y profundizar en el tema. A uno y otro lado del espectro ideológico. Aquí hay una serie de links que pueden visitar.

Por supuesto, eso no es lo que hace la pieza de Natasha Bita en The Courier Mail, en la que se basa toda la nota de The Daily Mail que rebota el anónimo redactor del Vicerrectorado Académico de la Católica.

¿Recuerdan cómo se llamaba el artículo en el site del Vicerrectorado Académico?

La otra cara de la corrección política o la muerte de la ironía. 

En realidad, lo irónico –además de que en todo el texto no se explica en ningún sitio por qué estamos ante «la muerte de la ironía»– es que una institución académica del prestigio de la Pontificia Universidad Católica del Perú, que presume de brindar «una formación ciudadana, humanista, científica e integral de excelencia», trate un tema así de serio y complejo, en una comunicación institucional además, con esta ligereza.

ACTUALIZACIÓN

Horas después de publicado este post, en la tarde del jueves 5 de julio, la página de Facebook Novedades Académicas PUCP publicó un confuso comunicado titulado Sobre la controversia suscitada por el artículo: “La otra cara de la corrección política o la muerte de la ironía”

Pueden leerlo aquí:

Posted by Novedades Académicas PUCP on Thursday, July 5, 2018