[ACTUALIZADO] ¿Dijo Karelim López que existe «una mafia (…) conformada por el presidente Pedro Castillo»?

ACTUALIZACIÓN

Horas después de publicado el post original (que puede leerse al final de esta actualización), me topé con otra aparente contradicción en la que parecía haber incurrido el abogado de Karelim López, César Nakazaki. Esta vez respecto a la presencia de su representada durante «una discusión» entre el ex secretario general de Palacio, Bruno Pacheco, y el presidente Pedro Castillo.

Por la mañana, me crucé con este tuit de la periodista Rosa María Palacios, que entrevistó hoy a Nakazaki en su programa online A Pensar Más:

Así que fui a buscar la entrevista. Este es el intercambio que mantienen al respecto Palacios y Nakazaki:

Rosa María Palacios: ¿Ella presencia qué, la discusión entre ambos o la discusión que tiene telefónicamente Bruno Pacheco con otra persona que ella no ve o ella ve al presidente pelear con Bruno Pacheco?

César Nakazaki: Ella ve la discusión. Ellos se trataban como hermanos…

Rosa María Palacios: Entonces, discúlpeme, los términos acá tienen que ser muy precisos. Ella no se reúne con el presidente…

César Nakazaki: Es testigo presencial, es testigo presencial.

Rosa María Palacios: Pero es testigo presencial de una discusión entre dos personas. Eso califica también, doctor, como una reunión.

César Nakazaki: Bueno, yo te diría, eso es un poco…bueno, si tú quieres, físicamente, vamos a hacer, físicamente sí. Pero lo que es propiamente una reunión implica un elemento subjetivo.

Pueden verlo aquí, a partir del minuto 38:27:

Nakazaki, al parecer, confirma aquí que Karelim López estuvo presente, en el mismo lugar, cuando Bruno Pacheco y el presidente Castillo mantuvieron una discusión. Es decir, la discusión, según lo que indica aquí Nakazaki, ocurrió con Pacheco y Castillo delante de López.

Ya ayer, en la entrevista con RPP, Nakazaki había dicho algo similar:

Carlos Villarreal: Doctor, me ha llamado la atención lo que usted ha dicho acerca de que su patrocinada fue testigo de una pelea, una discusión muy fuerte, entre el presidente de la República y el señor Bruno Pacheco. ¿Usted podría decirnos, por lo que le ha manifestado Karelim, por qué fue esa discusión, por qué fue esa pelea, y dónde fue exactamente? ¿Fue en Palacio o en la casa de Sarratea?

César Nakazaki: Es en el Palacio. Karelim López nunca ha coincidido con el presidente de la República en Sarratea. Ella asistía a Palacio de Gobierno, como ya es de público conocimiento. Ahí es donde se produce la pelea. Las circunstancias de la pelea no aparecen en la declaración, que, repito, lo comento por favor sobre la base de lo que se ha filtrado en La República y en El Comercio.

Carlos Villarreal: ¿Pero ella no le ha comentado a usted en algún momento, en algunas de las reuniones que ha tenido con Karelim, por qué fue esa pelea?

César Nakazaki: No la conoce (sic). Al detalle no lo tiene. Lo que se ha visto es la discusión y obviamente lo que discutían. Eso es al término, ya cuando Bruno Pacheco tenía que salir de la Secretaría General de la Presidencia de la República.

Fernando Carvallo: Por lo que dice usted queda claro que la señora Karelim estaba presente junto al presidente de la República que dice no haber estado nunca reunido con ella.

César Nakazaki: Ha presenciado la discusión… 

Fernando Carvallo: Es decir que estaba junto al presidente.

César Nakazaki: …Nunca ha tenido una reunión.

Mabel Huertas: Pero han compartido espacio físico.

César Nakazaki: Sí, eso sin duda. Por la discusión de la pelea sí.

El problema es que el informe fiscal de las declaraciones de Karelim López no dice eso. O al menos no lo dice claramente.

Horas después de publicado el post original, pude acceder, a través de una fuente, al Informe 1-2022-2ºFISLAA/7D, que recoge las declaraciones realizadas por «el colaborador eficaz con clave Nº 001-2022-2ºFISLAA», identificado por los medios como Karelim López. Luego de recibir el documento, verifiqué con una segunda fuente, quien yo sabía tenía también en su poder el informe, que se trataba del mismo documento que distintos medios venían citando desde el fin de semana. Era así.

En el informe, luego de señalar en dos ocasiones que «Karelim López estuvo presente entre una discusión entre PEDRO CASTILLO y BRUNO PACHECO» (sic), el redactor o redactora del informe acota lo siguiente:

Por otro lado, es importante señalar que esta información que conforme ha señalado el colaborador eficaz, se suscitó en circunstancias que Karelim López se encontraba reunida [con] Bruno Pacheco, y en la cual, Bruno Pacheco discutió telefónicamente con Pedro Castillo el día 09 de noviembre de 2021, donde se hicieron reclamos mutuos, dentro de los cuales se indicó el tema de un director [que] se quejó con él, debido a que habría pagado S/. 150,000,00 soles para que le den el puesto en el Ministerio de Vivienda y no habrían cumplido con ello (sic).

El informe fiscal señala tres veces que el informante (la propia López) dice saber que «Karelim López estuvo presente entre una discusión entre PEDRO CASTILLO y BRUNO PACHECO» (sic). En todos los casos, el redactor señala que hubo varios reclamos en la discusión mencionada. Pero no queda claro del todo si las tres veces el redactor o redactora se refiere a una misma discusión o a discusiones ocurridas en días, lugares o momentos distintos. La accidentada escritura del informe se presta a confusión.

El que la precisión –«es importante señalar que esta información que conforme ha señalado el colaborador eficaz, se suscitó en circunstancias que Karelim López se encontraba reunida [con] Bruno Pacheco, y en la cual, Bruno Pacheco discutió telefónicamente con Pedro Castillo»– venga a continuación de dos de las instancias en que se menciona que López «estuvo presente» en «una discusión» invita a pensar que se trata siempre de una sola discusión y que López se encontraba únicamente junto a Bruno Pacheco cuando este «discutió telefónicamente con Pedro Castillo».

A esto se suma que, en sus entrevistas, cuando el abogado César Nakazaki ha hecho referencia a la discusión presuntamente presenciada por López, siempre ha hablado de «una discusión» o «una pelea», no de varias discusiones.

Pero la duda estaba ahí. Así que volví a contactar a Nakazaki para corroborar con él si estaba refiriéndose, quizá por error, a la discusión telefónica que menciona explícitamente el informe fiscal o a una distinta, donde sí estuvieron presentes físicamente Karelim López, Bruno Pacheco y Pedro Castillo.

En nuestra nueva conversación, Nakazaki me indicó que, como insinúa pero no deja claro el informe, Karelim López se está refiriendo a distintas discusiones entre Bruno Pacheco y el presidente Pedro Castillo. Algunas de ellas ocurrieron en Palacio de Gobierno, fuera del despacho presidencial, cuando López se encontraba reunida con Pacheco y el presidente «iba al despacho de Bruno [Pacheco]» o se cruzaban en los pasadizos de Palacio. Según el abogado, su representada le ha comentado que «en las antesalas del despacho del presidente siempre había de todo y de todas personas para tratar los más diversos temas». Según Nakazaki, la palabra textual que ha usado su representada para referirse a las oficinas de Palacio es «un mercado».

Además de las discusiones que su representada presenció en Palacio, siempre según lo señalado por el abogado Nakazaki, en más de una ocasión Pacheco, teniendo delante a Karelim López, se «agarró en discusiones telefónicas por los más diversos asuntos» con el presidente Castillo.

Si es así, y López presenció varias discusiones entre Pacheco y Castillo, tanto física como telefónicamente, seguramente la aspirante a colaboradora eficaz tiene todavía mucho más que contar. Bastante más de lo puede leerse en el informe fiscal de sus declaraciones hasta ahora.

POST ORIGINAL

La noche del domingo 27 de febrero, durante una entrevista con la periodista Mónica Delta del programa televisivo Punto Final, el abogado César Nakazaki aparentemente contradijo lo que distintos medios peruanos venían afirmando respecto a las declaraciones que su clienta, la aspirante a colaboradora eficaz Karelim López, había dado a la Fiscalía.

Esta es la portada del diario El Comercio publicada el mismo domingo 27:

La cita destacada en portada proviene del reportaje escrito por la periodista Graciela Villasís, publicado originalmente la tarde del sábado 26 de febrero en la página web del diario con el titular: «Karelim López afirma que el presidente Pedro Castillo maneja presunta mafia en el MTC que direcciona obras». El reportaje de Villasís señalaba lo siguiente:

Lo más relevante de la declaración es que afirma que el presidente Pedro Castillo integra una mafia que opera en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) y dirige licitaciones del sector, el cual, pese a los constantes cambios en el Gabinete, ha estado a cargo de Juan Silva desde que el profesor de escuela rural asumió la presidencia.

“Asimismo, sé que hay una mafia en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), conformada por el presidente Pedro Castillo Terrones, el ministro Juan Silva, las empresas chinas Consorcio Conservación Vial Mazocruz (China Civil Engineering Construction Sucursal del Perú) y otras, siempre con participación de la empresa peruana INIP Ingeniería Integración de Proyectos S.A.C., conformada por Roberto Jesús Aguilar Quispe, de aproximadamente 27 años; así también participan en esta mafia Zamir Villaverde García, quien es el cajero; los sobrinos del presidente: Fray Vásquez Castillo, Gian Marco Castillo Gómez, Rousbelt [Rudbel] Oblitas Paredes [sobrino por el lado de su esposa], y cinco congresistas de Acción Popular”, afirmó.

Debido a las comillas, se entiende que ese segundo párrafo es una cita textual atribuida a Karelim López en el documento que recoge sus declaraciones ante la Fiscalía. Como yo no he tenido acceso a ese documento, quise verificar si era así con alguien que sí hubiera accedido a las declaraciones de López. Así que le escribí a Graciela Villasís. La periodista me confirmó que ese entrecomillado es una cita textual proveniente del documento que recoge la declaración de López.

El diario La República, que también dio cuenta de las declaraciones de López, informó en un tono parecido. La nota del periodista César Romero, publicada originalmente la tarde del sábado se titulaba «Karelim López reconoció su participación junto a Pedro Castillo en presuntos delitos» (el titular cambiaría luego a «Karelim López se acoge a colaboración eficaz y habla de una organización que opera desde la presidencia») y señalaba:

La República pudo constatar la existencia de una declaración de colaboración eficaz con clave n.° 001-2022-2FISLAA ofrecida a la Fiscalía, que diversas fuentes oficiales atribuyen a López Arredondo. Minutos después de que se firmara el documento y la colaboradora se retirara de la Fiscalía, su declaración fue fotocopiada y se distribuyó dentro y fuera del Ministerio Público, según nuestras fuentes, antes de una mínima corroboración.

(…)

El aspirante a colaborador eficaz revela la existencia de una presunta organización criminal encabezada por el presidente Pedro Castillo, que se habría infiltrado en Palacio de Gobierno, en diversos ministerios y el Congreso de la República.

Los titulares, citas y afirmaciones de ambos medios no dejaban lugar a dudas. La aspirante a colaboradora eficaz Karelim López, conocida por su cercanía con el ex secretario general de Palacio de Gobierno Bruno Pacheco, antigua mano derecha del presidente Pedro Castillo, afirmaba en su declaración ante la Fiscalía que el presidente Castillo es parte de una mafia.

Sin embargo, la noche del domingo, el abogado César Nakazaki aparentemente contradijo esa revelación. Este es el intercambio entre Nakazaki y la periodista Mónica Delta:

Mónica Delta: ¿Nunca se reunió con el presidente Karelim?

César Nakazaki: Jamás. Jamás.

Mónica Delta: El presidente ha dicho en una entrevista que sí la conoció y en la otra entrevista que… enfrente a la Fiscalía que no.

César Nakazaki: Los problemas del presidente y sus explicaciones son problemas de él.

Mónica Delta: Pero, entonces, ¿qué dice Karelim, que no se reunió?

César Nakazaki: Nunca ella ha tenido una reunión con el presidente Castillo. Lo que ella aprecia es que hay varias líneas de negocios privados que tienen como centro Sarratea. Y que es con el beneplácito o con el aprovechamiento del presidente de la República.

Mónica Delta: ¿Pero entonces cómo lo acusa al presidente de ser cabeza de mafia?

César Nakazaki: No, ella lo que ha establecido en su declaración, los hechos que te estoy mencionando. Los titulares que han sacado no son los que aparecen en su declaración.

Pueden ver el video aquí, a partir del minuto 18:26:

Esta declaración de Nakazaki ha sido interpretada por muchos como una suerte de absolución del presidente. Léase, si según su abogado la declaración de Karelim López no señala directamente al presidente Pedro Castillo como cabeza o miembro de una mafia, entonces la prensa ha tergiversado o malinterpretado las presuntas declaraciones de Karelim López ante la Fiscalía. Esto, por supuesto, independientemente de que esas declaraciones deban ser todavía investigadas por las autoridades.

El lunes 28 por la mañana el abogado Nakazaki volvió a declarar a la prensa. Esta vez en una entrevista con RPP Noticias. Ahí, en dos momentos, Nakazaki parece –repito, parece– respaldar lo que había señalado la noche anterior.

Este es el primer intercambio con los periodistas Carlos Villarreal y Fernando Carvallo:

Carlos Villarreal: Doctor Nakazaki, y también precíseme esto, por favor, porque la versión que se ha difundido es que su patrocinada ha declarado ante el Ministerio Público que le entregó dinero a Pedro Castillo por encargo de Bruno Pacheco, ¿no es cierto eso?

César Nakazaki: Eso no es correcto. Eso no es correcto. Eso no es correcto. 

Fernando Carvallo: ¿No lo ha dicho?

César Nakazaki: Ella en ningún momento…ni lo ha dicho, ni lo ha sugerido. Ella lo que conoce son estas líneas, por ejemplo, no, Samir Villaverde, los sobrinos, el ministro de Transporte y Comunicaciones…porque para llegar al presidente es a través de sus sobrinos en esa línea. Pero ella en ningún momento ha afirmado ninguna entrega de dinero, ni haber presenciado alguna actuación ilícita del presidente. No, eso no ha referido.

Aquí el periodista Villarreal comete un error. Las declaraciones más recientes de Karelim López ante la Fiscalía no señalan eso. Esa presunta entrega de dinero pertenece a una declaración anterior, realizada entre finales de noviembre y principios de diciembre del año pasado, cuando López, según un reportaje publicado el 16 de diciembre de 2021 por IDL Reporteros, intentó por primera vez convertirse en colaboradora eficaz. Ese intento, según el reportaje escrito por Gustavo Gorriti, Romina Mella y César Prado, fue fallido.

La otra afirmación de Nakazaki en la entrevista con RPP que al parecer confirmaría lo que había señalado el día anterior fue esta:

Mabel Huertas: ¿Su defendida Karelim López ha presentado alguna evidencia que vincule directamente al presidente Castillo?

César Nakazaki: No. Lo que ha presentado, Mabel, es todo este conjunto de líneas de negocios que evidentemente solo pueden tener una explicación. En el mejor caso para el presidente, entre comillas, en anuencia. En el peor caso, el beneficio económico.

Digo al parecer porque, si nos ceñimos a lo que señalan los medios que indican haber tenido acceso a las últimas declaraciones de Karelim López ante Fiscalía (es decir, El Comercio y La República), los reportajes publicados no indican que López haya entregado una prueba o evidencia que inculpe directamente al presidente Castillo. Solo existe esa cita textual extraída de la declaración fiscal de López y presente en el artículo escrito por Graciela Villasís publicado en El Comercio, que no hace alusión a prueba o evidencia alguna:

Asimismo, sé que hay una mafia en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), conformada por el presidente Pedro Castillo Terrones, el ministro Juan Silva, las empresas chinas Consorcio Conservación Vial Mazocruz (China Civil Engineering Construction Sucursal del Perú) y otras…

Es decir, al señalar que su clienta no ha presentado «evidencia que vincule directamente al presidente Castillo», Nakazaki no está contradiciendo los informes de la prensa respecto a las declaraciones de Karelim López.

Por la tarde del lunes, el abogado César Nakazaki ofreció una entrevista más, esta vez para el programa online #BaellaTalks conducido por Alfonso Baella. Ahí, Nakazaki dio una respuesta distinta a la que había dado el domingo por la noche. En un momento de la entrevista, citando la portada del diario El Comercio, Baella le pregunta:

Entonces, lo que ha dicho la señora Karelim López en su manifestación claramente, textualmente, y te pido confirmar si es así, [es]: “Sé que hay una mafia en el MTC conformada por el presidente Castillo”. ¿Esto es así?

A lo que Nakazaki responde:

Esa afirmación está dada en la declaración, explicada por las razones que hemos señalado a lo largo de la entrevista. 

El intercambio continúa así:

Alfonso Baella: Entonces, ¿podemos afirmar, César Nakazaki, que Pedro Castillo es el cabecilla de esta organización criminal?

César Nakazaki: Es lo que declara mi patrocinada y por todos los ind…Sin duda alguna todas las líneas de negocio tienen un factor común que es el presidente de la República. La casa de Sarratea era una casa donde el presidente de la República, de acuerdo a una agenda que se le preparaba, realizaba negocios privados. Eso, los indicios, no solo la declaración de Karelim López, lo evidencia sin duda. No otra razón tiene la casa de Sarratea. La casa de Sarratea no fue para comer comida chotana, no fue para reuniones políticas, no fue para que el presidente descanse o visite amigos.

Pueden ver el fragmento de la entrevista aquí, a partir del minuto 1:34:14:

Recordemos:

La noche del domingo 27, luego de que César Nakazaki dijera que Karelim López nunca se ha reunido con el presidente Castillo, la periodista Mónica Delta le pregunta: «¿Pero entonces cómo lo acusa [Karelim López] al presidente de ser cabeza de mafia?». A lo que este responde: «No, ella lo que ha establecido en su declaración [son] los hechos que te estoy mencionando. Los titulares que han sacado no son los que aparecen en su declaración».

Sin embargo, casi 24 horas después, la tarde del lunes 28, el abogado confirmó en una tercera entrevista que su representada había señalado ante la Fiscalía lo indicado en el titular de portada y la nota de El Comercio: «Sé que hay una mafia en el MTC conformada por el presidente Castillo».

¿Se contradice aquí Nakazaki?

Para saberlo, decidí llamarlo por teléfono. En nuestra breve conversación, luego de indicarle que lo que había dicho la tarde del lunes parecía contradecir lo que había señalado la noche del domingo, Nakazaki me dijo, respecto a su afirmación ante la periodista Mónica Delta, lo siguiente: «Fue una imprecisión de mi parte. No fue mi intención desacreditar lo que había señalado mi patrocinada».

Puede parecer un asunto menor, pero no lo es. Con esta breve declaración, el abogado Nakazaki confirma que la aspirante a colaboradora eficaz Karelim López sí señaló ante la Fiscalía que el presidente Pedro Castillo forma parte de una mafia en el MTC. Y la Fiscalía, me imagino, pese al ruido mediático y demás dimes y diretes, ha de estar obrando en consecuencia.

El diario La República y el feminismo, esa «moda pasajera»

La madrugada del 7 de agosto, hinchas del equipo de fútbol peruano Universitario de Deportes celebraron el aniversario número 96 del club con fuegos artificiales que estallaron en diversos lugares de Lima.

Así lo reportaba RPP en su página web:

El estruendo de fuegos artificiales alarmó a los limeños la madrugada de este viernes. En diversos distritos de Lima se reportó el hecho a pesar de que la ciudad se encuentra en un aislamiento social obligatorio (toque de queda). 

Y así el site Wayka:

La celebración de los hinchas de Universitario fue criticada por distintos usuarios en redes sociales, como el diario La República reportaba aquí:

El tema se convirtió en uno de los principales trending topics ese mismo día, lo que, al parecer, motivó a los redactores de La República a aprovechar la marea y producir más contenido relacionado.

Una de las notas publicadas por La República fue esta:

El texto de la nota, desaparecida hoy de la página web del diario, decía (las negritas son mías):

Universitario de Deportes está celebrando sus 96 años de vida institucional; por ello, un grupo de hinchas festejó este día tan especial con fuegos artificiales en medio del toque de queda que fue decretado ante la emergencia sanitaria por la COVID-19. Estas acciones han sido criticadas por Yanira Dávila, presentadora de ‘Aprendo en Casa’ quien tomó una decisión radical.

Los cuestionamientos de la conductora del programa educativo virtual del Estado no se hicieron esperar y anunció que “dejaba de ser hincha de la U”, tras los hechos ocurridos la medianoche de este último viernes 7 de agosto.

Como se recuerda, los fuegos artificiales sonaron en todo Lima interrumpiendo no solo la tranquilidad de miles de ciudadanos, también algunas medidas del estado de emergencia impuestas por el Gobierno.

Esta situación no fue del agrado de Yanira Dávila quien simpatiza con el club crema; por ello usó sus redes sociales para comentar que ya no alentaría más al equipo de Ate.

“En este momento he dejado de ser de la U”, señaló en Twitter. De esta manera hizo saber su decisión tras recriminar la actitud tomada por algunos seguidores de Universitario.

Como era de esperarse las declaraciones de Dávila causaron revuelo entre los internautas que en su mayoría no compartían su opinión. Frente a ello, volvió a tuitear alegando que lo que escribió lo hizo porque estaba molesta.

La presentadora ha seguido respondiendo a todo tipo de comentarios en su contra comparando con “fanáticos religiosos” a quienes la vienen insultando.

Yanira Dávila es presentadora de ‘Aprendo en Casa’ desde el último 4 de mayo de 2020; también se desempeña como reportera y directora de teatro.

Una decisión radical.

Como era de esperarse.

Quienes la vienen insultando.

Cuando Dávila vio la nota, se mostró sorprendida a través de otro tuit:

La nota publicada por La República iba acompañada de imágenes de las cuentas de Twitter e Instagram de Dávila, lo que abrió la puerta a que su comentario, amplificado por uno de los principales diarios peruanos (que hace unos meses se ufanaba de ser la página web noticiosa «más leída del país»), recibiera este tipo de respuesta en Twitter:

O esta:

A raíz de la atención que la denuncia de Dávila despertó en redes sociales, el editor general de la web de La República, Rider Bendezú, señalado por distintos usuarios de Twitter como el principal responsable (y con quien conversé para otro artículo del blog), pasó un buen rato respondiendo a los reclamos y destacando las «capacitaciones con el equipo de Género» que viene realizando la redacción, mientras la nota seguía colgada en la página web del diario:

Momentos después, cuando la nota desapareció finalmente de la web, Bendezú dedicó un tiempo más a responder a usuarios con un link a lo que la redacción del diario entendía por unas «disculpas» o «aclaración»:

Esto decía la nota (las negritas son mías):

Inicialmente, esta página contenía una nota sobre las expresiones de Yanira Dávila, conductora de ‘Aprendo en casa’, en relación a los aficionados de Universitario de Deportes que utilizaron fuegos artificiales la medianoche del viernes, en medio de las celebraciones de un aniversario más de su club.

La nota fue publicada al considerar a Dávila como un personaje público, en su papel de conductora de uno de los espacios en TV Perú. No ha sido, ni será, nuestra intención exponerla a los ataques. Todo lo contrario, rechazamos cualquier tipo de acto de violencia en su contra.

Si bien entendemos que Dávila es un personaje público, también es necesario indicar que no es representativa en el ámbito deportivo, motivo por el que no es necesario publicar una nota sobre sus expresiones en su cuenta de Twitter.

Es preciso indicar que, en ningún momento, se ha expuesto los datos personales de la conductora, mas sí se hizo uso de las publicaciones en su cuenta pública de Twitter.

Por todo lo señalado, extendemos las disculpas públicas a Yanira Dávila.

Como medio de comunicación, somos conscientes que tenemos una gran responsabilidad ante la opinión pública. Es nuestra intención mejorar la calidad de nuestros contenidos. Precisamente, hemos iniciado capacitaciones de manera transversal en toda la redacción sobre periodismo con enfoque de género.

El mismo día, horas después, Yanira Dávila comunicó a través de un nuevo tuit que había dirigido una carta al director del diario, Gustavo Mohme. La carta, explicó en otro tuit, había sido también remitida al Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana, un órgano que fomenta la autorregulación de los medios, y a la Defensoría del Pueblo.

Pueden leerla completa aquí, si lo desean, pero extraigo algunos fragmentos que encuentro relevantes:

Esta nota recoge un mensaje que publiqué en mi cuenta de Twitter personal sobre un hecho completamente aislado a mi labor profesional y que tampoco representa las opiniones de mis empleadores. No obstante, la nota no solo hace énfasis en mis declaraciones sino que muestra mis fotografías, enlaces a todas mis redes sociales y describe mi actual trabajo para el Ministerio de Educación como relacionados de alguna manera al contenido de la nota. Este hecho me sorprende porque no soy deportista, ni periodista deportiva, ni ostento ninguna posición de autoridad sobre el fútbol o sobre la contaminación sonora en las ciudades para que se considere relevante hacer una nota periodística sobre mi opinión.

(…)

Hacer notas periodísticas sobre afirmaciones que sostenemos las mujeres en redes sociales en ejercicio de nuestra libertad de expresión nos expone al escarnio público en un contexto sociocultural machista como Perú. Este es un problema particularmente profundo en entornos como el deportivo, donde la violencia derivada del fanatismo de algunos polariza cualquier conversación y ha generado muchos daños a nuestra sociedad. En dicho entorno deportivo, además, las mujeres somos objeto de burla y violencia cuando participamos en él, ya sea expresando nuestros pareceres en redes, ejerciendo el periodismo deportivo o participando en el deporte como jugadoras o árbitros.

(…)

Efectivamente, su nota periodística me ha puesto en una situación vulnerable. Me encuentro siendo acosada, recibo masivamente comentarios agresivos e insultos misóginos a través de las redes sociales tras la publicación de su nota que expone mis fotografías, situación laboral y enlaces a todas mis redes sociales. ¿El querer generar polémica y acogida de sus notas periodísticas justifica el fomentar y cometer violencia de género en línea? Evidentemente no. Lamentablemente, esta es una conducta recurrente en su medio de comunicación. Así sucede respecto a las opiniones vertidas y fotografías publicadas por la actriz Mayra Couto, sobre las cuáles han emitido numerosas notas, exponiéndola al acoso masivo y a los ataques machistas y racistas.

Como alude Dávila, no es la primera vez que La República es criticada por producir contenido machista y de bajo o nulo interés noticioso, destinado a atraer clicks fáciles. Yo mismo he comentado el tema en más de una ocasión:

Aquí algunos otros ejemplos:

Así que fuimos muchos los que nos sorprendimos gratamente el día 17 de agosto, diez días después del incidente relacionado con Yanira Dávila y las posteriores disculpas del diario, cuando La República anunció la creación del puesto de «editora de Género»:

Pueden leer la nota que anunciaba la nueva incorporación aquí, pero quiero destacar unos fragmentos (las negritas son mías):

El periodismo no puede estar ajeno a las demandas sociales. Es así que, en un contexto de lucha feminista sumamente activa por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, el Grupo La República ha decidido sumar la figura de editora de Género para garantizar que el tratamiento de su contenido periodístico sea no sexista, inclusivo, igualitario y responsable.

(…)

Ahora, con la designación de la nueva editora de Género, el Grupo La República apuesta por implementar la perspectiva de género de forma transversal en todas sus marcas y secciones, con el objetivo de proporcionar información libre de estereotipos, que no revictimice ni tampoco promueva la violencia contra las mujeres, personas LGTBI+ y otras poblaciones históricamente violentadas y vulnerables.

(…)

En momentos históricos y sociales como el que vivimos es imposible hacer buen periodismo sin cuestionarse cómo históricamente hemos venido construyendo nuestra idea sobre el mundo y qué tipos de filtros hemos venido utilizando para describirlo a los lectores.

Al día siguiente de lo ocurrido con Yanira Dávila, Lucía Solís, ahora editora de Género de La República, se había pronunciado así en su cuenta de Twitter:

Parecía que, al fin, uno de los principales diarios del país, criticado en múltiples ocasiones por la producción de contenido machista o directamente misógino, que venía años demostrando una enorme falta de sensibilidad y respeto hacia su audiencia femenina, había decidido tomarse el asunto en serio y hacer algo al respecto.

Parecía.

Mientras públicamente La República respondía a las críticas pidiendo disculpas, retirando la nota y contratando una editora de género, lejos de los ojos de los lectores el gerente legal de la empresa, Alonso Sarmiento, respondía a los cuestionamientos de manera muy diferente.

El mismo 17 de agosto, el día en que la web del diario anunciaba la creación del puesto de editora de género, el gerente legal del Grupo La República respondía a la carta que Yanira Dávila había remitido a Gustavo Mohme, director de La República, la Defensoría del Pueblo y Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana, dirigiéndose al presidente del tribunal:

Entre otras cosas, Sarmiento señala en la carta (las negritas son mías):

Al respecto, consideramos que hacer notas periodísticas sobre afirmaciones de mujeres o varones en redes sociales no implica en absoluto una incitación a la violencia de ningún tipo; más aún cuando la nota informativa es reproducción textual de lo afirmado por la persona aludida y el contexto es de total neutralidad, hasta donde es posible. Tanto en el contexto deportivo, como en el contexto político o religioso, social o gremial, las personas expresan sus puntos de vista y si los hacen públicos, claramente se someten al escrutinio bueno o malsano de los participantes, en este caso, en las redes sociales.

Bajo la premisa propuesta por los auspiciadores de esta queja, las opiniones de las mujeres deben ser filtradas para evitar que sean objeto de violencia; cosa que rechazamos completamente; por cuanto el efecto de dicha conducta será precisamente atentatoria contra el derecho constitucional de las mismas mujeres que se pretende proteger.

Es así que, si una mujer cuya imagen es conocida por el público, declara y/o publica de algún modo su opinión sobre un hecho ocurrido en la vía pública; ¿debemos ocultar dicha declaración para evitar las críticas? Si una mujer sin ninguna relevancia mediática declara y/o publica de algún modo su opinión sobre un tema controversial, ¿debemos ocultar su opinión para no resultar responsables de las críticas que pudiera recibir, duras, benévolas, salvajes, etc? Si una mujer opina y publica en redes o en medios abiertos, comentarios contrarios a lo “políticamente correcto”, ¿debemos callar su opinión para evitar un linchamiento mediático?

Y prosigue:

Nuestros medios NO se guían por esos parámetros. Hombres y mujeres tienen los mismos derechos y las mismas prerrogativas, así como las mismas responsabilidades. Todos, hombres y mujeres gozan de la misma libertad de decir lo que piensan, de expresarlo y de afrontar las consecuencias. Esa es la libertad consagrada en la Constitución Política del Perú. Para nosotros, la libertad está por encima de cualquier otro derecho y la libertad de expresión está por encima de todas las demás. Así lo ha declarado el Tribunal Constitucional peruano y las innumerables sentencias de tribunales internacionales.

No aceptamos que se pretenda, mediante la supuesta defensa de la violencia de género (sic), decirle a la prensa lo que debe publicar y lo que no y cómo debe hacerlo; por cuanto el totalitarismo empieza así, con buenas intenciones; pero revela su verdadero rostro cuando por encima de la dignidad de la persona, se abre paso lo que se considera en cada época “lo políticamente correcto” dictado por quienes llegan de alguna forma a tener una porción del poder.

(…)

Nuestros medios periodísticos siempre han actuado en la defensa de los derechos ciudadanos, la inclusión social, la paridad de género, la protección de la infancia y las libertades políticas; en tal sentido, no nos sentimos aludidos por acusaciones de instituciones interesadas que han aprovechado esta circunstancia para distorsionar los hechos y pretender armar una causa legal, donde únicamente hubo una reproducción de un comentario, por demás inocente, de la reclamante.

En tal sentido, exigimos al Tribunal un deslinde sobre este reclamo a fin de que quede meridianamente claros los derechos constitucionales por encima de cualquier moda pasajera que pretenda dictar parámetros a la prensa.

Repasemos:

¿Cómo es que exponer a una mujer, publicando dos de sus perfiles de redes sociales, amplificando un mensaje inocente —»he dejado de ser de la U»—, que fue inspirado por el comportamiento de fanáticos futboleros que ese mismo día habían demostrado y volverían a demostrar su falta de civismo y respeto por los demás, mensaje que además ya había generado que la insulten gratuitamente en redes sociales (como la misma nota borrada señalaba), «no implica en absoluto una incitación a la violencia de ningún tipo«?

¿Por qué la no publicación de ese tuit en la página web de un diario, carente de mayor interés periodístico, «será precisamente atentatoria contra el derecho constitucional de las mismas mujeres que se pretende proteger«? ¿Qué «derecho constitucional» señala que los comentarios en redes sociales de mujeres (u hombres, dado el caso) deben ser amplificados por un diario incluso cuando no tienen valor noticioso alguno y las exponen al acoso online?

¿A qué se refiere Sarmiento con: «si una mujer opina y publica en redes o en medios abiertos, comentarios contrarios a lo ‘políticamente correcto’, ¿debemos callar su opinión para evitar un linchamiento mediático?«? ¿A qué se refiere con lo «políticamente correcto»? ¿Por qué es contrario a lo «políticamente correcto» decir que uno deja de ser hincha de un equipo de fútbol?

¿A qué se refiere el gerente legal con «por encima de la dignidad de la persona, se abre paso lo que se considera en cada época ‘lo políticamente correcto’ dictado por quienes llegan de alguna forma a tener una porción del poder»? ¿De quiénes está hablando? ¿Quién detenta «una porción del poder» aquí, una conductora de un programa educativo del canal del Estado con cuatro meses de existencia y desconocida para el gran público que, por ejemplo, no llega a sumar ni diez mil seguidores en su cuenta de Twitter o «el medio online líder en el Perú»?

Por último, ¿está equiparando el gerente legal del Grupo La República el feminismo, la lucha por la igualdad de las mujeres y el combate contra la violencia de que son víctimas en distintos ámbitos con «cualquier moda pasajera«?

¿En qué quedamos? ¿O bien «El periodismo no puede estar ajeno a las demandas sociales. Es así que, en un contexto de lucha feminista sumamente activa por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, el Grupo La República ha decidido sumar la figura de editora de Género para garantizar que el tratamiento de su contenido periodístico sea no sexista, inclusivo, igualitario y responsable» o el Grupo La República, capitaneado por su gerente legal, ha decidido emprender la lucha contra «la supuesta defensa de la violencia de género» (sic) y «las buenas intenciones» que dan inicio al «totalitarismo» de «lo políticamente correcto»?

En la nota que anunciaba el nombramiento de Lucía Solís como editora de género, la redactora Diana Bueno señalaba:

Para Solís, aplicar la perspectiva de género en medios representa tomar una postura clara que condena la violencia contra las mujeres, aceptar que hay criterios que debemos desaprender: desde la redacción de un titular o la elección de una foto hasta el enfoque que le damos al contenido que se trabajan en todas las secciones.

Parece que en el área gerencial del diario aún no se han dado por enterados. Harían bien —si la lucha contra lo «políticamente correcto» y «cualquier moda pasajera» se los permite–– en participar de las capacitaciones que tanto han anunciado y en conversar con sus redactoras y editoras. De forma urgente.

ACTUALIZACIÓN

La noche del viernes 4 de setiembre, el Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana emitió su resolución respecto a la queja presentada por Yanira Dávila contra el diario La República.

La resolución N.° 001-TE/2020 señala que el Tribunal «considera como algo cuestionable para la ética periodística la forma en que Grupo La República elaboró y difundió la nota en cuestión» y dictamina lo siguiente:

1. Declarar fundada la queja presentada por la señora Yanira Dávila Herrera (Caso 001-2020).

2. Exhortar al Grupo La República Publicaciones S.A. a llevar a cabo un programa de formación permanente a su personal periodístico -tal como lo ofreció en la audiencia de conciliación- sobre periodismo con enfoque de género, promoviendo la erradicación de la violencia digital y el ciberacoso.

3. Recomendar al Grupo La República Publicaciones S.A realizar una evaluación permanente sobre la pertinencia de las notas periodísticas a publicar, tomando en cuenta las consideraciones del presente caso y la presente resolución.

4. Disponer que Grupo La República Publicaciones S.A. publique la presente resolución en el plazo de siete días de notificada. Si no realizara la publicación, el Tribunal de Ética dispone que la resolución sea difundida en los demás medios asociados en el Consejo de la Prensa Peruana.

Pueden leer, si lo desean, la resolución completa aquí.

La República daba a conocer la información a sus lectores, pasada la medianoche, con este llamativo titular:

No, Barack y Michelle Obama no se han divorciado

Hace unos días, un contacto de Facebook me hizo llegar un link a una «noticia» del diario peruano La República acerca del supuesto divorcio del expresidente norteamericano Barack Obama. Por supuesto, picado por la curiosidad, di click y me topé con esto:

Me bastó echar un vistazo al cuerpo de la nota para descubrir que la información de La República acerca del divorcio de Barack y Michelle Obama era tan fiable como las historias de reptilianos y ovnis a las que son tan aficionados sus editores.

Me bastó leer esto para, una vez más, descartar una nota publicada por el site del diario peruano:

De acuerdo con la nota de GLOBE, el medio más vendido en Estados Unidos

Esta es la portada de GLOBE, el supuesto medio más vendido de Estados Unidos según el redactor o redactora de La República:

Por supuesto, GLOBE no es el medio más vendido de Estados Unidos. Ni lo ha sido nunca. Según el más reciente dato de circulación que he podido encontrar, en 2018 su tiraje alcanzaba los 117 mil ejemplares semanales. Según los datos de Alliance for the Audit Media, el organismo que en Estados Unidos verifica los números de circulación de medios, existen más de 60 medios que superan el millón de ejemplares. Y más de un centenar que superan los 120 mil ejemplares sin llegar al millón. GLOBE, como indican los datos de Alliance for the Audit Media, no es uno de ellos. Ni por asomo.

Tan acostumbrado estoy a las mentiras que publica La República en su página web que, en ese momento, no le presté mayor atención. Sin embargo, en los días siguientes vi cómo distintos medios en español repetían en coro la supuesta exclusiva del GLOBE acerca del divorcio –consumado o por llegar– de los Obama:

Por cierto, mientras veía cómo la «noticia» se propagaba, descubrí que en La República habían cambiado su titular. La nota es la misma pero ahora, según el titular, los Obama ya no «se divorcian», sino que Michelle Obama «se divorciaría» de su esposo. De un hecho consumado a uno expresado como posibilidad. Una pequeñez.

Todos estos medios hacían alusión a la supuesta exclusiva de GLOBE, según la cual «Michelle y Barack Obama están peleando de forma feroz mientras llevan vidas separadas, ¡y sus amigos temen que la mala sangre entre ambos hierva hasta el punto de convertirse en un divorcio horrible plagado de escándalos!».

La página de GLOBE es bastante precaria y no ofrece más que pequeños fragmentos de algunas piezas publicadas en su edición impresa, pero ayudándome con la aplicación Pressreader pude encontrar el texto original de la supuesta exclusiva de la revista.

¿Cómo es que saben los periodistas de GLOBE (la nota, por supuesto, no lleva firma) que los Obama se encuentran separados y en medio de una pelea «feroz»? Así (las negritas son mías):

En el corazón de las disputas se encuentra la adicción al trabajo del expresidente –y su evasión de los asuntos familiares– que ha asolado la relación por años y que finalmente ha destrozado su matrimonio, dicen fuentes.

Sus carreras por separado y los problemas de sus desenfrenadas hijas, Malia, de 21, y Sasha, de 18, han hecho trizas la vida familiar, chismean personas con conocimiento (en inglés: «insiders dish»).

«Es un secreto a voces que Michelle quiere más de Barack desde un punto de vista familiar y está increíblemente decepcionada de que él pase tanto tiempo lejos», cotillea una persona con conocimiento (en inglés: «an insider blabs»).

Y así por poco más de 600 palabras: «señala una persona con conocimiento», «delata la fuente», «dice la fuente».

¿Quiénes son esas fuentes o personas con conocimiento de lo que ocurre dentro del hogar de los Obama? Ni idea. En ningún momento la publicación explica cuál es la relación que esas supuestas fuentes tienen con la familia Obama ni por qué los lectores debemos creer lo que señalan. Ya alguna vez he escrito sobre lo delicado que es utilizar fuentes anónimas y la responsabilidad que conlleva de cara a la audiencia. Pero sigamos.

GLOBE es un tabloide norteamericano propiedad hasta hace poco de American Media, Inc, empresa que también editaba otros dos tabloides famosos por sus mentiras, portadas sensacionalistas y escasos escrúpulos periodísticos: el National Enquirer y el National Examiner. En abril, American Media, Inc anunció que vendía los tres semanarios a Hudson News.

La primera de esas publicaciones hermanas de GLOBE quizá les suene de un escándalo reciente. En febrero de 2019, el multimillonario CEO de Amazon, Jeff Bezos, acusó al CEO de American Media, Inc y entonces responsable del Enquirer, David Pecker, de intentar extorsionarlo utilizando unas fotografías en las que aparecía desnudo.

No es el único escándalo en que se han visto envueltos Pecker y American Media, Inc recientemente. En diciembre de 2018, el responsable de American Media, Inc admitió haber pagado a al menos una mujer que aseguraba haber tenido un affaire con Donald Trump para comprar su silencio. Según el texto de cooperación de la compañía con la fiscalía federal:

«Pecker ofreció su ayuda para lidiar con historias negativas acerca del [entonces] candidato presidencial y sus relaciones con mujeres. Entre otras cosas, ayudando a la campaña a identificar ese tipo de historias para que puedan pagar por ellas y así evitar su publicación…Pecker accedió a mantener informado de ese tipo de historias negativas a [Michael] Cohen (el abogado de Donald Trump condenado por mentir ante el Congreso y el Senado de Estados Unidos)».

Todo un modelo a seguir en cuanto a prácticas periodísticas se refiere.

Pero volvamos al GLOBE. El semanario, como explicaba párrafos arriba, no es ni el medio más vendido del Estados Unidos ni tampoco ninguna «prestigiosa revista». Es, como sus hermanos el National Enquirer y el National Examiner, un tabloide de más que dudosa reputación, famoso por portadas escandalosas e información nada fiable, que además tiene una poco sana obsesión con el expresidente Barack Obama.

Echen un vistazo a algunas de las portadas que le ha dedicado:

GLOBE no solo fue uno de los medios más activos a la hora de apuntalar el «birtherism», la famosa teoría de la conspiración según la cual Obama no había nacido en Estados Unidos y, por ende, su elección era ilegal (teoría que el ahora presidente Trump también promovió activamente durante años), sino que lleva un buen tiempo repitiendo que el expresidente es gay y que debido a ello Michelle Obama lo abandonará en cualquier momento. Entre muchas otras mentiras.

Pese a ello, los editores del diario La República, no contentos con difundir una vez la falsa exclusiva del GLOBE, le dedicaron una segunda nota. El día 13 de agosto publicaban este curioso titular:

Voy a repetirlo una vez: «El divorcio de Michelle Obama y Barack toma un nuevo rumbo».

Ya en el cuerpo de la nota podemos leer joyas como esta:

La noticia propalada por Globe fue reproducida en diversos medios y plataformas. No obstante, la pareja que ya lleva 27 años de casados no brindó declaraciones al respecto.

«Diversos medios y plataformas» como nosotros, olvidaron decir.

O esta otra:

La probable razón para Barack Obama y Michelle Obama no se pronuncien sobre lo publicado o le entablen una demanda de difamación, es precisamente, para evitar que lo dicho sobre ellos crezca aún más y alcancen nuevos vuelos. Mientras que Globe, sigue generando ganancias al ofertar su suscripción para poder leer la nota completa de las supuestas exclusivas que vende.

Una más:

No obstante, la reputación de Globe está en contradicho (sic), teniendo en cuenta sus anteriores “grandes exclusivas” como la muerte de la Princesa Diana de Gales, que según la revista habría sido ideada por su exesposo, el Príncipe Carlos, quien luego se lo habría confesado a su madre, la Reina Isabel II, en busca de ayuda para evitar el escándalo.

Ojalá fuera solo la reputación del GLOBE la que se encuentra en entredicho.

Por supuesto, todas esas «grandes exclusivas» –incluida la homosexualidad del expresidente Obama o su nacimiento en África– son falsas. Así como es falso que los Obama se hayan divorciado o estén a punto de hacerlo. No existe una sola información fiable al respecto. Y, debido a ello, ningún medio que se respete en Estados Unidos se ha hecho eco de la supuesta exclusiva del GLOBE.

Pese a ello, varios diarios en Perú, España, México, Chile y el resto del mundo hispanoamericano, optaron por poner la poca credibilidad que les queda en las manos de un semanario sensacionalista adicto a la desinformación. No es la primera vez. Y, conociéndolos, no será la última.

Mis problemas con Kapuscinski

En una entrevista reciente a propósito de la publicación de No hemos entendido nada en España, el periodista Matías de Diego me preguntaba lo siguiente:

¿Crees que la falta de verificación y de contexto en los medios tiene algo que ver con que hayamos convertido en un icono de la profesión a Ryszard Kapuscinski, que no siempre se ajustó a los hechos?

Matías traía a cuento a Kapuscinski a propósito de la mención que sobre el famoso periodista polaco hago en un post de este blog y que terminó convirtiéndose en un capítulo del libro. Ahí decía yo, disculpen la autocita:

Voy a repetir esa última parte: «lo que es verdad es que gente de todo el mundo se vio afectada por el caso». La respuesta de Rosenthal me recuerda a una famosa frase de Ryszard Kapuscinski, el reportero polaco que fue elevado a los cielos por lectores y colegas como el mejor periodista del mundo incluso antes de su muerte en 2007, tras la cual se convirtió en algo así como el santo patrono de los periodistas con aspiraciones literarias. Kapuscinski tituló uno de sus libros ‘Los cínicos no sirven para este oficio’, y la frasecita ha sido convertida en mantra por sus acólitos.

Como sabemos por el libro Kapuscinski Non-Fiction, de Artur Domoslawski, periodista, amigo y antiguo discípulo de K, el autor de Ébano y El Shah fue además de un estupendo narrador de historias, un poco escrupuloso reportero que no tenía empacho alguno en tergiversar hechos para adornar sus relatos.

El antiguo editor de The New York Times A.M. Rosenthal y Kapuscinski son ejemplares perfectos de aquellos que entienden el periodismo como una suerte de misión de ayuda humanitaria, convencidos por su superioridad moral de que el trabajo del periodismo es cambiar –o, peor aun, salvar– el mundo.

Tan convencidos –y ensimismados– llegan a estar en su misión que, incluso siendo periodistas brillantes y reporteros experimentados, dejan de lado sin asomo de vergüenza o contrición el principal compromiso de un periodista: relatar hechos ciertos.

Si se piensa bien, en realidad los que no sirven para este oficio no son los cínicos sino los que mienten a sabiendas y se justifican a sí mismos con frasecitas de autoayuda.

Ante la pregunta de Matías, mi respuesta fue:

Sí… Si lees lo que he escrito sobre él, queda claro que soy bastante crítico con esto, lo que me ha generado muchas discrepancias enconadas con gente que sigue pensando que Kapuscinski es un modelo a seguir. Me hace mucha gracia esto porque era evidente, tras leer la biografía de Artur Domoslawski [Kapuscinski non fiction] y seguir la pista de varias cosas que publicó, que su periodismo dejaba bastante que desear.

He visto que algunos usuarios de redes sociales se han mostrado sorprendidos por lo que señalo tanto en la entrevista como en el libro y ha habido incluso quien me ha escrito preguntándome a qué problemas con la obra de Kapuscinski me refiero.

Por supuesto, lo primero aquí es recomendar, una vez más, la lectura de Kapuscinski Non-Fiction, la estupenda biografía de Artur Domoslawski. El libro, además de en su idioma polaco original, se encuentra disponible en español, inglés (que le valió al autor y su traductora un premio English Pen 2012), italiano y portugués.

Cuando se publicó el libro en español en 2010, la editorial Galaxia Gutenberg me invitó a presentarlo en Madrid junto a Artur ante un grupo de periodistas españoles. Gracias a esa invitación, pasé algunos días conversando con él. Fruto de esas charlas y de la lectura del libro surgió un ensayo escrito a solicitud de Alfonso Armada y publicado en el site FronteraD.

Ese es el texto que reproduzco a continuación, con algunas pequeñas correcciones. Espero que les interese y les sirva de puerta de entrada al libro de Artur Domoslawski.

Kapuscinski según Domoslawski. El debate debe continuar

A mediados de noviembre del 2010 pasé varios días junto a Artur Domoslawski, autor de Kapuscinski non-fiction, la biografía sobre el famoso reportero polaco que tanta polémica causó tras su publicación en Polonia. Le hice una extensa entrevista para la revista Letras Libres, lo acompañé a conversar con mis alumnos del Master de Periodismo ABC-Complutense y, por último, la editorial Galaxia Gutenberg me invitó a presentarlo en un coloquio con varios periodistas españoles.

A lo largo de esos tres días, Domoslawski repitió innumerables veces que su libro era una biografía, no una lección de periodismo. Me lo dijo a mí en más de una ocasión, se lo dijo a mis alumnos y se lo dijo a nuestros colegas en esa charla y en las varias entrevistas que mantuvo con distintos medios. Y yo, una y otra vez, le dije que no se preocupara, que la lección de periodismo no tenía ni siquiera que darla él, que estaban dándola, en sentido inverso, muchos de los medios y periodistas que se habían hecho eco del escándalo sin haber leído antes el libro. Yo incluido, con mi participación en un dossier preparado por Alfonso Armada y publicado en FronteraD, Sombras sobre Kapusckinski.

Desde marzo de 2010, distintos medios españoles publicaron varias notas acerca del libro de Domoslawski, o mejor, publicaron varias notas acerca del escándalo que el libro había generado en Polonia. A excepción del certero artículo de Timothy Garton Ash, publicado por The Guardian y El País (La polémica creatividad de Kapuscinski, 12 de marzo de 2010), el resto de notas fueron escritas por periodistas o comentaristas que no habían podido leer el libro en cuestión.

La traducción al castellano, que apareció en noviembre de 2010, fue la primera en cualquier lengua. Así que el resto, todos, con mayor o menor acierto, mayor o menor cautela, no pudimos sino hablar de oídas, haciéndonos eco de una polémica que no teníamos cómo aprehender. Como resultado, aquellos que finalmente pudimos, y decidimos, acercarnos al libro en noviembre nos llevamos una profunda sorpresa.

Yo, he de confesarlo, esperaba que el libro fuese poco menos que una carnicería. Como conté en la pequeña pieza que escribí para el dossier de FronteraD, hacía años ya que mi relación con la obra y la figura de Kapuscinski había entrado en un periodo de desconfianza. Me molestaba, y mucho, la posición de gurú que con tanto agrado había asumido Kapuscinski en sus últimos años, tenía serias dudas acerca de algunos procedimientos utilizados en sus libros, por lo que tenía muchísima curiosidad y esperaba con muchas ganas que ese libro tan polémico, en el que al parecer alguien, un cercano conocedor de su obra y figura, se había dado el trabajo de desmenuzar ambos, me diese argumentos para confirmar mis recelos.

Mis expectativas habían sido alimentadas por la cobertura que los distintos medios españoles realizaron de la publicación del libro en Polonia. Guiándome de esas notas y esas reproducciones de cables de agencia, yo –e imagino que muchos otros— me había hecho del libro una imagen distorsionada, había comprado esa narrativa según la cual el libro de Domoslawski estaba escrito con un espíritu demoledor, incluso vengativo y desleal, ya que el biógrafo decía haber sido amigo y discípulo de Kapuscinski. Lo cual, todo sea dicho, no hacía sino aumentar mi interés. Y era, como comprobará quien se interne en sus páginas, meridianamente falso.

En efecto, el libro demuestra en una serie de casos concretos que Kapuscinski mintió, inventó y adornó deliberadamente fragmentos de su obra y biografía (aunque estos últimos, la mayoría de la veces, están directamente relacionados con, o forman parte de, su obra), cosa que por supuesto, por deformación profesional, a mi me interesa muchísimo.

Domoslawski demuestra que Kapuscinski exageró la posibilidad de haber sido fusilado en Usumbura (Congo) en un fragmento de La guerra del fútbol; comprueba que pasó por hechos unos rumores acerca del revolucionario boliviano Rómulo Peredo sin especificarlo; que exageró y añadió una dosis importante de exotismo y folklore a sus descripciones del paisaje y costumbres de ciertos lugares de África; que exageró la condición de cuasi mártir de su padre, que según su relato en El Imperio se salvó de ser asesinado por las tropas soviéticas en la matanza de Katyn.

Pese a lo profunda y, a ratos, incontestable que resulta la investigación de Domoslawski, el libro presenta un par de problemas a este respecto. Uno es el doble intento de realizar una teoría psicoanalítica acerca de las invenciones de Kapuscinski sobre su padre y sus invenciones en general.

En el primero, una “intérprete del pensamiento de Lacan” llamada Renata Salecl explica al biógrafo que “es posible que al atribuirle al padre ese fuerte elemento de la historia heroica del martirologio polaco, en cierta forma Kapuscinski lo creara de nuevo, que construyera esa autoridad que no existía, pero que él tanto necesitaba”.

Es posible, sí. Y es posible, como ocurre tantas veces con el psicoanálisis, argumentar –con los pocos datos con que contamos Domoslawski, Salecl y nosotros— precisamente lo contrario.

Esto queda aún más claro en el segundo intento, realizado esta vez por Wyktor Osiatynski, prestigioso sociólogo y constitucionalista polaco amigo de Kapuscinski. “Las fabulaciones suelen aparecer cuando alguien no tiene seguridad en sí mismo y debe infundirse algún sentimiento o simular algo”, dice Osiatynski. Y a continuación pregunta si en algún momento de su vida desaparecieron las fabulaciones. A lo que Domoslawski responde que desaparecieron, pero algunas permanecieron. El diálogo sigue así:

–Eso confirmaría mis presentimientos. Cuando se hizo famoso y le llegó el reconocimiento, cuando se sintió más seguro y no tuvo que demostrarle nada a nadie ni a sí mismo, entonces dejó de inventarse cosas.

–Algunas fabulaciones las mantuvo, no las desmintió.

–Es comprensible. Resulta muy difícil retractarse de una fabulación, sobre todo para un reportero. Si hubiera reconocido que se había inventado cosas, alguien podría poner en tela de juicio todo lo que ha escrito. Además, cuando alguien se inventa cosas se pone en marcha un singular mecanismo psicológico: después de algún tiempo él mismo empieza a creerse lo que se ha inventado y llega a la convicción de que está diciendo la verdad. “Desmentir” exige un esfuerzo inmenso, ser valiente y conocerse muy bien a sí mismo.

Una vez más, puede ser.

Pero, como demuestra Domoslawski al recoger el testimonio de Jon Lee Anderson, Kapuscinski era consciente de que el asunto del Che Guevara no era verdad. Lo que desactiva ese supuesto mecanismo psicológico del que habla Osiatynski. Y, además, la fabulación respecto a su padre aparece en El Imperio, libro publicado originalmente en Polonia en 1993, diez años después de que apareciera la traducción al inglés de El Emperador (Harcourt, 1983. La primera edición española, de Anagrama, es de 1989), publicación que le granjeó los elogios de John Updike y Salman Rushdie, además de que fuera elegido Libro del año por el Sunday Times inglés también en 1983. Al éxito de ese libro prosiguió el casi inmediato de El Sha. Y así sucesivamente.

Cuando escribió El Imperio, Kapuscinski rondaba los sesenta años y disfrutaba no solo del reconocimiento de sus compatriotas polacos, sino de buena parte del mundo ilustrado occidental. En este caso, Kapuscinski no tenía que retractarse de una mentira de sus años como escritor en busca de reconocimiento que inventaba intentando camuflar sus propias inseguridades. Lo que, una vez más, echa sombras sobre la explicación de Osiatynski.

Domoslawski, sin embargo, asiente y da por buenas ambas explicaciones. El segundo caso en el que la investigación de Domoslawski presenta un problema es el que atañe a la leyenda según la cual Kapuscinski había sido amigo del Che Guevara. El biógrafo demuestra que es imposible que se hubieran siquiera conocido, pero rehúsa buscar al editor inglés, probable autor del texto de contraportada de la edición inglesa de La guerra del fútbol, donde se afirmaba que Kapuscinski había sido amigo de Salvador Allende, El Che Guevara y Patrice Lumumba.

Domoslawski, gracias al calendario, la hemeroteca, los testimonios de un buen amigo de Kapuscinski que sí conoció al Che y el periodista Jon Lee Anderson (a quien Kapuscinski dijo que eso era una invención del editor), demuestra que no hubo forma en que el encuentro y la relación tuvieran lugar. Y demuestra también que Kapuscinski nunca se preocupó por desmentirlo en público.

Cuando pregunté a Domoslawski por qué no buscó al editor, me dijo que pensaba que ya había dejado claro que era imposible que Kapuscinski los hubiera conocido y que probablemente el esfuerzo necesario para localizar a ese editor no se hubiera visto recompensado. “Siempre hay cosas que no sigues porque tienes que calcular esfuerzo, tiempo y frutos”, me dijo. Puede ser, pero en este caso concreto el testimonio del editor podría haber aportado una luz distinta y quizá definitiva sobre el asunto.

Pero el libro es por suerte muchísimo más que eso. Kapuscinski non-fiction es sobre todo un notable esfuerzo por situar al periodista polaco en la época y lugar que le tocó vivir, es un esfuerzo por entender cómo ese niño polaco nacido en los años previos a la Segunda Guerra Mundial llegó a convertirse en el reportero más célebre del mundo.

Sus mejores páginas son las que Domoslawski dedica a explicar los complejos engranajes del poder comunista durante la Polonia Popular, por cuyos pasillos Kapuscinski se movía con bastante habilidad. Para el lector no polaco (imagino que también para el polaco, pero de manera distinta), esos capítulos resultan una fascinante lección de historia del siglo XX.

Pero Domoslawski va más allá y plantea una resolución al conflicto entre las dos narrativas existentes en Polonia a la hora de explicar la actuación de Kapuscinski durante los años del comunismo. Según explica el biógrafo, existen en Polonia dos corrientes, una que busca saldar cuentas con el pasado del país, siempre dispuesta a emprender una caza de brujas y para la cual Kapuscinski fue siempre un posible objetivo. Y otra, la más extendida, según la cual la connivencia y colaboración de Kapuscinski con el régimen comunista han de entenderse como el peaje que debió pagar para poder viajar al extranjero y hacer carrera como reportero. Un traidor o una víctima. Vendepatria o pactista con el diablo.

Domoslawski aporta una tercera explicación, bastante más sensata a la luz de la biografía y la bibliografía del autor de El Imperio. Leyendo Kapuscinski non-fiction uno comprende, con la claridad que se comprenden las ideas brillantes, preguntándose cómo es posible que nadie hubiera caído en cuenta antes, que Kapuscinski no podía ser un traidor ni un colaboracionista por la sencilla razón de que era un comunista convencido. Y lo fue durante buena parte de su vida.

Cuando Kapuscinski escribía, departía con sus camaradas o saltaba de un despacho a otro en el palacio de gobierno, no estaba traicionando a nadie, mucho menos a sí mismo, ya que la Polonia Popular era su Polonia, el partido comunista era su partido. Y los intereses de una y otro eran los suyos propios. Al menos durante buena parte de su existencia, ya que al final del régimen, Kapuscinski deviene en crítico del partido, se distancia y llega a devolver su carnet. Resulta interesante que, como explica Domoslawski en el capítulo titulado «Y después del socialismo, ¿adónde?», fuera el propio Kapuscinski quien se haya encargado de oscurecer y/o ignorar su pasado durante la Polonia comunista.

Como dice el biógrafo, en El Imperio “Kapuscinski perdió una ocasión irrepetible de hablar de su devoción por la ideas del comunismo”. Pese a que el libro no es ni mucho menos un frío volumen histórico acerca de la Unión Soviética sino más bien “la narración personal de un viaje” por el imperio soviético, Kapuscinski, en palabras de Domolawski, “no incluyó ni un solo comentario sobre su relación con la ideología comunista, sobre la cual se había cimentado la construcción de ese imperio”.

En opinión de Domoslawski, el conocimiento de los pasillos del poder en la Polonia comunista configuró la mirada con que Kapuscinski abordaría después otras dos dictaduras decadentes, Etiopía e Irán, en los que serían probablemente sus dos libros más famosos: El Emperador y El Sha. Leyendo a Domoslawski, uno descubre que en la Polonia comunista, la gente de a pie e incluso varios hombres fuertes del régimen leyeron y entendieron esos dos libros como metáforas de la situación polaca. Para el biógrafo son algo más, son metáforas del poder a secas. Eso sí, no son periodismo.

Domoslawski echa un capote a Kapuscinski e insinúa que ni siquiera lo fueron para él mismo, cosa que el reportero polaco jamás afirmó. Ni en Polonia ni el extranjero. El periodista Arcadi Espada despacha el libro de Domoslawski precisamente por el tratamiento que el biógrafo da a El Emperador.

En concreto, porque a su entender “Domoslawski sólo tenía una obligación: ir a Addis Abeba y buscar algún meado. La antigua corte. Los antiguos dignatarios. Sus hijos. Repasar la lista de embajadores. Buscarlos. Un sólo testimonio que dijera sí, yo conocí al hombrecillo. O no. Nadie le conoció”. Espada se refiere a un famoso párrafo de El Emperador:

Era un perrito muy pequeño, de raza japonesa. Se llamaba Lulú. Disfrutaba del privilegio de dormir en el lecho imperial. A veces en el curso de alguna ceremonia saltaba de las rodillas del Emperador y se hacía pipí en los zapatos de los dignatarios. A éstos les estaba prohibido mostrar, con una mueca o un gesto, molestia alguna cuando notaban humedecidos los pies. Mis funciones consistían en ir de un dignatario a otro limpiándoles los orines de los zapatos. Para ello utilizaba un trapito de raso. Desempeñé este trabajo durante diez años.

Espada tiene razón hasta cierto punto. Domoslawski se apoya en el testimonio del profesor Harold G. Marcus, a quien describe como el “mayor experto en la vida de Haile Selassie”, quien refiriéndose al famoso párrafo dice: “Es cierto que al emperador le gustaba los perritos, pero jamás habría permitido que ningún animal humillara a sus súbditos”. No parece suficiente. Así como tampoco pareció suficiente a los abogados de Harcourt, la editorial norteamericana responsable de la primera edición en inglés de El Emperador, que Kapuscinski afirmase en el libro que lo que relataba le había sido confiado por distintos súbditos etíopes.

Como cuenta Domoslawski, la editorial insistió para que Kapuscinski le proporcionara las declaraciones y comprobaciones de esos testimonios a través del traductor del libro, William Brand. Cosa imposible, dadas las características del régimen etíope, según explicó Brand a la editorial y que se zanja con un documento firmado por él según el cual tanto Kapuscinski como Brand “se hacen responsables de cualquier reclamación que puedan interponer los etíopes”.

Si bien, como dice Espada, Domoslawski no se preocupó por partir en busca de la perrita Lulú, lo que hubiera sido importante para el libro, esa carencia no es suficiente para echar la biografía por la ventana.

Pese a sus fallos, que son muchísimos menos que sus aciertos, y gracias a los descubrimientos de los graves devaneos con la ficción que he comentado antes; al descubrimiento que hace de la omisión de una serie de fragmentos en la edición americana de El Sha concernientes a la actuación de la CIA en Irán y que con casi toda seguridad fueron omitidos por el propio Kapuscinski; al magnífico relato de los años del comunismo polaco, incluida la minuciosa descripción de los quehaceres y obligaciones –la mayoría de las veces inútiles— que para con el servicio secreto tenía un reportero de un país soviético (y también uno occidental) durante la Guerra Fría, Kapuscinski non-fiction resulta un libro fundamental para entender a Kapuscinski y su obra. Aunque no definitivo.

Y resulta, sobre todo, una magnífica oportunidad para discutir con muchísimos más elementos de juicio la obra del que probablemente sea el periodista más influyente en el ámbito hispanomericano. El debate no ha acabado, ni mucho menos.

[ACTUALIZADO] Revista SEMANA, Daniel Coronell, Alejandro Santos y la independencia periodística

El día martes 28 de mayo, el periodista colombiano Daniel Coronell, uno de los columnistas más respetados del país, publicó un tuit en el que señalaba:

El domingo 26, dos días antes del tuit en el que anunciaba que había sido despedido por uno de los dueños de la revista, SEMANA había publicado tanto en su edición impresa como digital una columna suya titulada La explicación pendiente.

Daniel Coronell lee La explicación pendiente en un evento público.

¿A qué «explicación» se refería Coronell? Aquí va algo de contexto para los lectores no colombianos:

A mediados de mayo, el diario The New York Times publicó un reportaje en el que el periodista Nicholas Casey recogía documentación y testimonios que demostraban que, a principios de este año, el ejército colombiano había emitido una orden que instruía “a los soldados que no ‘exijan perfección’ al momento de ejecutar ataques letales, incluso si tienen preguntas significativas sobre los objetivos que están atacando”.  Según militares consultados por el periodista norteamericano, “esa orden implica que reduzcan sus normas para proteger a civiles inocentes de ser asesinados, [lo] que ya ha ocasionado muertes sospechosas o innecesarias”.

Como era de esperar, la noticia supuso un escándalo en Colombia y reavivó la polémica de los “falsos positivos”, una serie de asesinatos ilegales supuestamente cometidos por el ejército colombiano entre los años 2006 y 2009 durante el gobierno del expresidente Álvaro Uribe, que están aún siendo investigados por la justicia.

El reportaje remeció al gobierno del actual presidente Iván Duque, muy cercano a Álvaro Uribe, hasta el punto que los ministros de Defensa Nacional y de Relaciones Exteriores dirigieron una carta (en inglés) al editor del diario neoyorkino.

La carta abría señalando que el reportaje en cuestión «retrata de forma tendeciosa, parcializada y distorsionada los esfuerzos del estado colombiano y su ejército para estabilizar sus territorios y consolidar el orden y la seguridad». Dean Baquet, director de The New York Times, respondió a su vez con una carta (en español) dirigida a ambos ministros, en la que respaldaba el trabajo realizado por su reportero.

Pese a la bravata de los ministros de Defensa Nacional y Relaciones Internacionales, menos de una semana después de publicado el reportaje de Nicholas Casey, el presidente Iván Duque anunció en conferencia de prensa que crearía una comisión independiente encargada de realizar “un análisis riguroso de todas las órdenes, manuales y documentos operacionales” del ejército. Según Duque, el cometido final de la comisión será asegurarse de que “esas normas, procedimientos y protocolos se ajustan a las normas internacionales y nacionales en materia de derechos humanos y en materia de derecho internacional humanitario”.

A los pocos días de publicado el reportaje de Nicholas Casey, el site colombiano La silla vacía publicó un artículo en el que el periodista Juan Esteban Lewin afirmaba que la revista SEMANA había tenido acceso a la misma documentación e informes que The New York Times, incluso meses antes, pero que no publicó la historia a solicitud de un enviado del presidente colombiano Iván Duque.

Consultado por La silla vacía, el director de SEMANA, Alejandro Santos, descartó las acusaciones y señaló que sencillamente se trataba de un caso en el que un medio le gana la primicia a otro. “Es la sana competencia entre los medios, que ayuda a que en una democracia haya contrapesos al poder (…) Lo importante es que la información salió a la luz”, dijo Santos.

En la columna publicada el domingo pasado, Daniel Coronell indicaba que, incluso luego de haber hablado con el director del semanario, consideraba que las explicaciones que SEMANA había dado hasta el momento no eran suficientes y que “los lectores tienen derecho a saber si faltó diligencia periodística o si –en el peor de los casos– SEMANA privilegió su relación con el gobierno sobre su deber de informar a los ciudadanos”.

En una entrevista posterior a su despido Coronell relató la conversación que había tenido con el director de SEMANA, previa a la publicación de la columna:

Yo le pedí el viernes pasado a Alejandro Santos que habláramos, esto fue muy temprano en la mañana, una hora después estábamos hablando. Me dijo que consideraba injusto el tema, pero que lo entendía. Yo le dije que le enviaría la columna a él primero que a nadie con el propósito de que la conociera y que pudiéramos hablar antes de enviarla a la edición. Él me dio unos puntos de vista que yo busqué incluir, y me pidió que excluyera una frase que había en la columna que decía que yo decía eso y me atenía a las consecuencias. Él me dijo que la consecuencias no pueden ser sino el respeto por lo que tú piensas.

Por supuesto, como hemos visto, esas no fueron las consecuencias.

A raíz de la cancelación de la colaboración de Daniel Coronell, varios periodistas e intelectuales colombianos y extranjeros han expresado su preocupación por el estado de la libertad de prensa y del periodismo colombiano:

La exhortación de la escritora Carolina Sanín es particularmente incisiva porque Alejandro Santos, además de ser director de la revista SEMANA es, como Daniel Coronell, uno de los periodistas más respetados y galardonados de su país.

Estos son algunos de los premios que su trabajo periodístico ha merecido, según su entrada de Wikipedia:

  • Premio María Moors Cabot (2013)
  • Premio Rey de España (2008)
  • Premio de la Sociedad Interamericana de Prensa en la categoría Periodismo en Profundidad (2012)
  • Premio Latinoamericano de Periodismo IPYS a la mejor investigación en un caso de corrupción en América Latina (2010)
  • Premio Latinoamericano de Periodismo IPYS a la mejor investigación en un caso de corrupción en América Latina (2008)
  • Premio de la Sociedad Interamericana de Prensa en la categoría Derechos Humanos y Servicio a la Comunidad (2008)
  • Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, otorgado en SEIS ocasiones

Pero, además, en los últimos meses Santos se ha visto abocado a defender su independencia y la del semanario que dirige. ¿Por qué? Porque a principios de 2019 Publicaciones SEMANA, la empresa editorial que publica el semanario, vendió el 50% de sus acciones a los empresarios Jaime y Gabriel Gilinski, dueños de una de las fortunas más importantes de Colombia.

Los múltiples intereses empresariales y políticos de la familia Gilinski habían puesto ya en guardia a quienes piensan que ese complejo entramado de poder económico podría poner en riesgo la independencia de uno de los medios más importantes y prestigiosos del país.

Así respondía a esas dudas Alejandro Santos en una entrevista concedida en febrero a la periodista Vicky Dávila, de W Radio Colombia:

Vicky Dávila: Los periodistas que trabajamos en medios cuyos dueños son grupos económicos tenemos tal vez claro algo, y no sé si usted lo comparta, y es que en el mismo instante en que ese grupo quiera intervenir en la independencia, pues uno se va. Digamos, usted como director se iría, imagino yo de SEMANA, si le dice el señor Gilinski «mire usted tiene que decir esto y no lo que usted está pensando».

Alejandro Santos: Absolutamente. Por un lado, yo creo que tenemos varios factores. Uno, ese. El día que a uno le digan lo que tiene que decir, uno tranquilamente se va con su carta de renuncia sin problema.

Pese a su elocuencia habitual, el director de SEMANA no ha dicho nada tras el despido de Daniel Coronell. Hasta el momento de publicación de este post, tres días después del tuit en que Coronell anunciaba que el otro dueño de la revista, Felipe López, le había comunicado «la decisión de la empresa de cancelar mi columna», Alejandro Santos no ha hecho ninguna declaración.

Las últimas palabras en público del director del semanario se encuentran en otro tuit, publicado el domingo 26, pocas horas después de que se hiciera pública la columna crítica de Coronell:

Imagino que no soy el único que aguarda expectante sus nuevas declaraciones.

ACTUALIZACIÓN

El día sábado 1 de junio, empezó a circular el editorial de la edición número 1935 del domingo 2 de junio de SEMANA. Si bien la fecha oficial de publicación del semanario es el día domingo, la edición impresa de la revista suele estar disponible desde el día anterior para algunos suscriptores y en un número limitado de puestos de venta.

El editorial lleva por título Lecciones aprendidas y una bajada que reza: «En algunos momentos hay que hacer un alto en el camino para reflexionar. Esta es una de esas semanas». Aquí pueden leerlo en su totalidad:

Si bien el director Alejandro Santos sigue sin pronunciarse a título personal respecto al despido de su columnista Daniel Coronell, el editorial hace alusión a Santos en dos ocasiones y, por ende, podemos presumir que cuenta con su aprobación.

«Frente a este episodio, creemos que reconocer públicamente los errores, en cabeza del director de la revista, Alejandro Santos, es necesario…»

«Su director, los editores, los periodistas y el resto del equipo de SEMANA seguiremos trabajando sin desfallecer para estar a la altura de ese desafío».

Las explicaciones que el texto pretende ofrecer a sus lectores difícilmente dejarán satisfechos a quienes, como el excolumnista Coronell, han sido críticos con la actuación de SEMANA en este episodio, ya que no aportan ninguna información que no fuera ya de conocimiento de quienes han seguido el caso a través de la cobertura de otros medios como La silla vacía.

Pero, además, el editorial abre de forma extraña, alabando la labor periodística de Coronell y lamentando que ya no vaya a colaborar con la revista. Esto es lo que dice:

Antes que nada, lamentamos la salida de Daniel Coronell, un periodista sobresaliente cuyas columnas exaltaron los contenidos de esta casa editorial.

Por supuesto, ni esas líneas ni las siguientes se hacen cargo de que fue uno de los responsables y dueño de la revista –Felipe López– el que forzó la salida del columnista, a la vez que lamenta lo ocurrido como si se tratara de un accidente fortuito y no una decisión editorial y empresarial.

El editorial no es sino una nueva oportunidad perdida por parte de SEMANA y su director para intentar corregir la cada vez mayor brecha de confianza entre medios y audiencia –en Colombia, Latinoamérica y en todas partes– producto, entre otras cosas, de la falta de transparencia con que las empresas periodísticas de medio mundo manejan la relación con sus lectores.

ACTUALIZACIÓN II

Al día siguiente de la actualización anterior, el director de SEMANA, Alejandro Santos, compartió él mismo en su cuenta de Twitter el editorial en cuestión, constantando así que o bien lo escribió él o bien cuenta con su total aprobación:

Nuevamente, una oportunidad perdida por parte de SEMANA y su director para actuar con la transparencia que las audiencias de medios periodísticos requieren y exigen en esto tiempos. Difícil entender así el salto que supone ese «En Semana siempre defenderemos la libertad de expresión, aún la de los columnistas que critican a su casa editorial» de su anterior tuit, al «lamentamos la salida de Daniel Coronell» del editorial, que como todos sabemos no se produjo por la caída de un meteorito ni como consecuencia de un tsunami o algún otro accidente natural.

Lástima.

ACTUALIZACIÓN III

El día 3 de junio, el fundador y uno de los dueños de la revista SEMANA, Felipe López, concedió una entrevista a la periodista María Isabel Rueda, del diario El Tiempo. Entre otras cosas, resulta muy interesante este intercambio entre la periodista y López:

-María Isabel Rueda: Concluyamos. ¿Finalmente, por qué salió Daniel Coronell de ‘Semana’? ¿Fue por la columna, o por poner en duda las explicaciones de su director?

-Felipe López: Hubo otra cosa. Cuando hablé con él, me dijo algo que me desconcertó: Que mientras ‘Semana’ no diera una explicación satisfactoria, él iba a insistir en el tema en las próximas columnas, pues tenía mucha información que no había publicado en la primera. Eso me pareció inaceptable. Si su decisión era seguir poniendo en tela de juicio la credibilidad de la revista, lo lógico es que lo hiciera desde afuera.

Ante esa alusión, Daniel Coronell concedió él también una entrevista al diario El Tiempo, firmada por la Unidad Investigativa, en la que, entre otras cosas, indica:

-El Tiempo: Felipe López insiste en que ‘Semana’ no engavetó la noticia sino que tenían que hacer otras verificaciones, ¿por qué no les cree? y ¿qué es lo que, según usted, ‘Semana’ tiene aún pendiente por explicar?

-Daniel Coronell: Hasta el día que hablé con Felipe no había ninguna explicación. Es más, él me dijo que ‘Semana’ no tenía por qué explicar nada.

Finalmente, la explicación llegó este domingo, en forma de editorial y luego de mi despido que califica como “salida”. Allí, ‘Semana’ reconoce que sí cometieron errores. Entre otros, el de no publicar cuando ya tenían información suficiente.

En otro momento de la entrevista, Coronell indica:

Felipe le asegura a María Isabel Rueda cosas que yo jamás dije en la conversación. Cuando recibí su llamada para comunicarme la decisión –ya tomada– de cancelar la columna, yo estaba en una librería frente a un apreciado colega, a la librera y a otras dos personas que pudieron oír todo lo que dije. La conversación apenas duró dos minutos y medio. 

Jamás afirmé que iba a publicar más sobre el asunto. Lo que sí le dije, con toda serenidad, es que existen informaciones adicionales sobre reuniones de ‘Semana’ con el Gobierno, además de la de Jorge Mario Eastman. Esta última reunión ‘Semana’ también la admite, en su editorial, como otro de sus errores.

Por último, el miércoles 5 de junio, Daniel Coronell publica una nueva columna, esta vez en The New York Times en Español, titulada El precio que pagué por preguntar, en la que insiste en un detalle clave del editorial publicado por SEMANA:

El editorial también dice “lamentamos la salida de Daniel Coronell”, pero yo no me salí: me sacaron por atreverme a preguntar.

ACTUALIZACIÓN IV

El día martes 11 de junio, la revista SEMANA anunció en redes sociales y a través de un escueto comunicado en su página web que, tras una reunión entre el director Alejandro Santos, la presidenta del Grupo Semana María López y Daniel Coronell, se había acordado la vuelta del columnista al semanario:

Alejandro Santos, en su primera declaración a título personal desde el despido de Coronell el pasado 26 de mayo, dijo a través de su cuenta de Twitter:

En declaraciones al diario El Tiempo, Daniel Coronell indicó que había decidido «aceptar la amable invitación de Alejandro Santos y María López para retomar la columna».

Por otro lado, el site La silla vacía, que el 21 de mayo desató la crisis que culminó con la salida (ahora temporal) de Daniel Coronell de SEMANA, aporta algunos detalles más acerca de la reconciliación del semanario y su columnista estrella.

Según un artículo publicado también el día 11 de junio por el periodista Juan Esteban Lewin, el mismo que originalmente reveló que SEMANA había tenido acceso a la misma documentación e informes que The New York Times y había optado por no publicarlos a instancias del gobierno colombiano, informa que uno de los nuevos propietarios de la revista, Gabriel Gillinski, había sido clave en la vuelta de Coronell:

Según tres fuentes conocedoras de la negociación (que no incluyen a Coronell, quien nos dijo que prefería no hablar del tema y quien tampoco dio mayores detalles en su entrevista con Juan Carlos Iragorri en RCN Radio, minutos después de publicar la nota), el actor clave para el regreso fue Gabriel Gilinski, el nuevo dueño de la mitad de Publicaciones Semana.

Desde el momento de la crisis, cuando en una llamada Felipe López le quitó la columna a Coronell, Gilinski empujó la búsqueda de un acuerdo para no perder al columnista. Finalmente lo consiguieron el director de Semana, Alejandro Santos, y la presidente de Publicaciones Semana e hija de Felipe, María López.

Así comentaba el propio Coronell su regreso al semanario en Twitter:

También a través de Twitter, Coronell se hacía eco a través de un retuit, de que el hashtag #CoronellVuelveASemana se había convertido en el primer trending topic entre los usuarios de Twitter en Colombia:

Pd: Antes de escribir este texto intenté comunicarme tanto con Daniel Coronell como Alejandro Santos para hacerles algunas preguntas más respecto a lo ocurrido, pero lastimosamente no obtuve respuesta de ninguno de los dos.

*Una versión reducida de este texto apareció en el boletín de Comité de Lectura el día miércoles 29 de mayo. El newsletter aparece de lunes a viernes y cuenta con una edición de fin de semana. Colaboramos en él Augusto Townsend, Daniela Meneses, Matheus Calderón y yo. Si desean suscribirse pueden hacerlo aquí.

Paolo Guerrero, la contaminación cruzada y la inocencia (de los medios)

El domingo 5 de mayo, el programa televisivo Domingo al día, de América Televisión, emitió un reportaje en el que una serie de extrabajadores y trabajadores del Swissotel de Lima brindaban testimonios que apuntaban a una compleja conspiración ocurrida al interior del hotel para encubrir la supuesta responsabilidad de la organización en el resultado analítico adverso que estuvo a punto de dejar a Paolo Guerrero fuera del mundial Rusia 2018.

(Si no recuerdan bien el caso Guerrero y las idas y venidas de su suspensión, lo expliqué en este otro artículo del blog)

Este es el reportaje televisivo:

Véanlo, vale la pena. Pero, por si acaso, estos son los puntos fundamentales:

  • El principal denunciante es Jorge (o Jordi) Alemany, quien trabajó en el Swissotel como «asistente de alimentos y bebidas». Alemany ingresó a trabajar al hotel el 16 de julio de 2018. Es decir, nueve meses después de la estadía de la selección peruana en la que supuestamente se produjo la ingesta de mate de coca por contaminación cruzada que derivó en el resultado analítico adverso de Paolo Guerrero.
  • Según la periodista Paola González, autora del reportaje, «no pasó mucho tiempo para darse cuenta de que el Swissotel no cumplía con la normativa internacional y que alguno de los afectados habría sido el Depredador (Paolo Guerrero)».
  • Según Alemany, cuando el fiscal que investigaba el caso acudió al hotel a realizar una inspección, «solicitan que vuelvan a hacer los montajes de los salones tal y como se realizó en su momento cuando estaban los futbolistas». Pero, dice Alemany, «siendo yo el responsable, lo hacen a escondidas mío».
  • Según Alemany, cuando cuestionó a su jefe directo al respecto, este le dijo «que si quería conservar mi puesto de trabajo, no volviera a preguntar sobre ese tema».
  • Esto llevó a que Alemany, armado con unos lentes con cámara oculta, decidiera investigar por su propia cuenta. Esto, de nuevo, casi un año después de la estancia de la selección peruana en el hotel.
Jorge Alemany con los lentes con cámara oculta
  • Ante la cámara oculta de Alemany, un mozo del hotel que atendió a la selección nacional dice: «yo tengo la seguridad de que la contaminación se dio en el hotel». El camarero, llamado Anthony Obando, dice también: «han agarrado una tacita o una jarrita, miento, una jarrita donde estaba servido el mate de coca, no la han lavado bien, han metido el té con limón y lo han servido ahí».
  • Obando, siempre ante la cámara oculta de Alemany, indica también que «sí se vendía mate de coca (…) en banquete y puntos de venta».
  • Obando dice que el gerente de alimentos y bebidas del hotel, indicó a él y otros dos camareros cambiar su versión de lo ocurrido. Según Obando, lo hicieron porque «te podían botar».
  • Alemany graba con su cámara oculta a otro trabajador del hotel, George Roman, quien según la periodista Paola González «habría preparado el té a Paolo». Roman dice ante la cámara oculta: «tú agarras un recipiente que está de mate de coca adentro, no lo lavas correctamente, no está limpio, sigue estando de mate de coca, nada más».
  • Un cuarto testimonio, este sí frente a las cámaras de Domingo al día, de otro extrabajador del hotel, Luis Escate, sirve para confirmar que, en palabras de la periodista Paola González, «los estándares de limpieza no se cumplían a cabalidad».
  • Hay un quinto testimonio, otro extrabajador del hotel, que indica que una vez Obando «nos confesó que él había sido partícipe directamente de eso».
  • Para terminar, la periodista Paola González le pregunta a Jorge Alemany si tiene miedo. Este responde: «En este país, y tú lo sabes mejor que yo, por un celular te matan. Por una información como esta por supuesto yo sé que mi vida puede hasta correr peligro. Ya lo hago público de aquí, si algo me ocurre es Swissotel».

Esa información podría resumirse en dos puntos claves, siempre según los testimonios presentes en el reportaje televisivo:

  • El hotel sí vendía mate de coca.
  • El protocolo de seguridad alimentaria del hotel era un desastre y eso permitió que se sirviera al capitán de la selección peruana un té con limón de una jarrita donde previamente se habría servido mate de coca, lo que produjo la contaminación cruzada que derivó en el resultado analítico adverso.

Como era previsible, el reportaje ha suscitado una ola de comentarios, artículos, opiniones y demás en la prensa y redes sociales peruanas. Todos, o la inmensa mayoría, dando por buenos los testimonios de los extrabajadores y trabajadores del hotel y, en consecuencia, acusando al Swissotel de mentir y perjudicar a Paolo Guerrero.

Según estos comentarios, los testimonios del reportaje de Domingo al día, demostrarían que Guerrero es inocente. Porque como, por ejemplo, señala en su columna del diario Perú21 el analista Augusto Rey (las negritas son mías):

Paolo Guerrero acudió a todas las instancias para demostrar su inocencia. Algunos lo acusaron de drogadicto. Le dijeron cocainómano, pero dio la cara. Eso es bastante valiente en un país donde una denuncia suele ser una sentencia. Se defendió con consistencia y mantuvo su versión. Se enfrentó a los medios y a sus detractores que aprovecharon el momento para hacerlo leña.

Los adjetivos que le llovieron en redes fueron injustos, igual que la sanción que lo alejó por meses de la cancha y de su trabajo. Aun así, cumplió su condena, pero hoy sale una versión de los hechos bastante creíble que demostraría su absoluta inocencia, una sobre la que varios nunca tuvimos dudas.

La pregunta aquí, que nadie o casi nadie se hace, es ¿»Su absoluta inocencia» de qué? O, de otra forma, ¿por qué fue sancionado en última instancia Paolo Guerrero?

La respuesta es sencilla y se encuentra en un documento que, al parecer, ninguno de los muchos comentaristas en medios y redes sociales, ha podido o querido consultar. El laudo del Tribunal Arbitral del Deporte (TAS por sus siglas en francés, o CAS por sus siglas en inglés):

El laudo emitido por el TAS/CAS el 14 de mayo de 2018 consta de 20 páginas y determinaba lo siguiente:

En resumen: Guerrero debía cumplir una sanción de 14 meses por haber violado el art. 6 del reglamento Anti-Doping de la FIFA («Presencia de una sustancia prohibida o de sus metabolitos o marcadores en la muestra de un jugador»).

Pero, ¿cómo es que llegó esa sustancia prohibida al cuerpo de Guerrero según el Tribunal?

El laudo del TAS/CAS es pródigo y prolijo en sus explicaciones. Primero, en el punto 67 señala que hay cuatro posibles fuentes:

  1. uso de cocaína.
  2. un té bebido en el comedor privado de la selección peruana del Swissotel en Lima el día 5 de octubre (T1)* (en el documento del laudo del TAS/CAS hay un pequeño error, en realidad sería el 3 de octubre, dos días antes del partido que fue jugado en Buenos Aires el 5 de octubre).
  3. un té bebido en el área de visitas del mismo hotel el mismo día (T2).
  4. un té bebido a la mañana siguiente del partido en Buenos Aires (T3).

El punto 68 indica que el Tribunal está «en general satisfecho con que el señor Guerrero ha establecido en un estándar no menor al 51% o, como se dice coloquialmente, con las justas, que la fuente de la sustancia prohibida fue un mate de coca».

El punto 69 señala que el tribunal rechaza tanto T1 (un té bebido en el comedor privado de la selección) como T3 (un té bebido a la mañana siguiente del partido en Buenos Aires).

A continuación, en el punto 70, el Tribunal indica que descarta el consumo de cocaína y considera probado T2 (un té bebido en el área de visitas del mismo hotel el mismo día) porque:

  • La cantidad de la sustancia prohibida encontrada en la muestra del señor Guerrero, de acuerdo a los dos expertos consultados, es consistente con cualquiera de los dos supuestos.
  • Ambos expertos consideran que la contaminación por mate de coca debido a una jarra o jarrita de té en donde otro té ha sido servido produciría una concentración menor a la cantidad encontrada.
  • Ambos expertos concuerdan en que el examen capilar elimina la posibilidad de que el señor Guerrero sea un consumidor habitual de la droga, si bien ambos también concuerdan, aunque con diferentes grados de énfasis, en que no puede descartarse un único uso de la droga en los siete días previos a la prueba.
  • Sería imprudente, si bien no inaudito, que un futbolista con un partido importante programado para como mucho una semana después tomara una droga que no va a mejorar su rendimiento en el campo de juego, que incluso podría ser contraproducente y que es tan fácil de detectar.
  • El señor Guerrero no solo tiene, hasta ahora y por un periodo prolongado de tiempo, un record impoluto en lo que concierne a controles antidoping sino que es también embajador y, de hecho, imagen de campañas por un deporte libre de drogas. El uso de la droga, si este fuera revelado, dañaría seriamente su reputación; el panel considera que puede tomar en consideración para el conjunto de la evaluación la improbabilidad de que asumiera un riesgo así.

Es decir, debido a la reputación de Guerrero y a las pruebas aportadas por él mismo, el Tribunal descartó la posibilidad del consumo de cocaína. Lo que dejó al Tribunal con una única respuesta. La denominada T2: un té bebido en el área de visitas del Swissotel durante la concentración de la selección peruana el día 3 de octubre de 2017.

Esto parecería dar alas a la teoría de la contaminación cruzada esgrimida en el reportaje de Domingo al día pero en realidad lo que hace es descartarla.

¿Por qué?

Porque el mismo Tribunal lo hace en el punto 70.2 ya indicado, en base al testimonio de dos expertos consultados durante el proceso:

Repito:

Ambos expertos consideran que la contaminación por mate de coca debido a una jarra o jarrita de té en donde otro té ha sido servido produciría una concentración menor a la cantidad encontrada.

Entonces, si Guerrero no fue sancionado por consumo de cocaína ni por haber bebido un té que contenía trazas de mate de coca, ¿cuál fue la motivación de la sanción?

Una vez más, el laudo del TAS/CAS es meridianamente claro al respecto:

75. Los pasajes claves del testimonio del señor Guerrero ante el Tribunal fueron aquellos en que describió sus suposiciones cuando tomó el té el día en cuestión. El señor Guerrero asumió que había protocolos en marcha tanto en el comedor privado de los jugadores como el salón de visitantes. De hecho, como ha testificado la nutricionista [de la selección], el señor Guerrero estaba en lo cierto respecto al primero pero no al segundo. En base a esa falsa premisa, él luego asumió que el té que bebió en T2 (el salón de visitantes) era el mismo que bebió en T1 (el comedor privado). Ahí, en base a la evidencia analizada por el Tribunal, el señor Guerrero estaba equivocado. Ambos tés eran, de hecho, diferentes.

76. El Tribunal no cuestiona la veracidad del testimonio del señor Guerrero a la hora de explicar que estas fueron sus suposiciones. Como jugador experimentado –habiendo jugado profesionalmente por muchos años en Europa y Sudamérica– está acostumbrado a que los responsables del equipo proporcionen áreas seguras, tanto en locales de entrenamiento como durante los días de partido, tanto en lo que respecta a seguridad física como a no ser expuesto a comida o bebidas peligrosas, incluidas aquellas que puedan contener sustancias prohibidas. Pero el Tribunal observa que estas, y así lo admite el jugador, no eran sino suposiciones. Nunca preguntó a los responsables si había protocolos establecidos, ni dónde regían estos. Si estos regían en la sala de visitantes, que era un ambiente diferente en muchos aspectos al comedor privado, sobre todo respecto a quién podía acceder a él.

77. El Tribunal, sin embargo, duda de que el señor Guerrero haya inspeccionado, incluso en T1 (el comedor privado), la etiqueta del té que se le sirvió para verificar que se trataba de un anís. Dadas sus suposiciones acerca del comedor privado como un ambiente seguro, no habría necesidad de ello. Además, su descripción del filtrante que le fue servido en T1 señalaba que era de la marca Lipton’s McCollins, o sea amarillo, cuando según la evidencia aportada por WADA este era azul.

En otro momento, el Tribunal señala que «había varias maneras en que el señor Guerrero, en lugar de confiar en suposiciones, podía haber cumplido con su principal deber personal como atleta de asegurar que ninguna sustancia prohibida ingresara a su cuerpo».

Es decir, el TAS/CAS culpa a Paolo Guerrero de negligencia. De no haber sido lo suficientemente responsable respecto a qué comió o bebió pese a que se encontraba en un área no protegida.

Y lo hace dejando claro que, a su entender y en base al testimonio de dos expertos, una posible contaminación cruzada no fue la causa del resultado analítico. O sea, según el TAS/CAS, Guerrero habría bebido un mate de coca sin darse cuenta de ello. Esto señalan los puntos 70.8 y 70.9 del laudo:

  • El Swissotel sí tenía mate de coca, de la marca Delisse, disponible para sus huéspedes.
  • Hay evidencia considerable, proveniente del señor Guerrero y sus amigos, que el Panel ha escuchado y visto, de que bebió té en el salón de visitantes. T2 («un té bebido en el área de visitas del mismo hotel el mismo día») fue servido al señor Guerrero en un área donde, como testificó la nutricionista ante el Comité Disciplinario de la FIFA, no había protocolos de seguridad para alimentos y bebidas. No hay entonces el mismo nivel de imposibilidad de servir un mate de coca en T2 que sí había en T1. Además, como se explica abajo, el Tribunal duda de que, como él mismo dice, el señor Guerrero le haya dejado claro al camarero que quería un té de anís. El Tribunal considera más probable que se le pidiera un mate y, en consecuencia y sin error de su parte, le haya servido al señor Guerrero un mate de coca.

Volvamos entonces a las supuestas revelaciones del reportaje televisivo de Domingo al día. ¿Se acuerdan? Son estas:

  • El hotel sí vendía mate de coca.
  • El protocolo de seguridad alimentaria del hotel era un desastre y eso permitió que se sirviera al capitán de la selección peruana un té con limón de una jarrita donde previamente se habría servido mate de coca, lo que produjo la contaminación cruzada que derivó en el resultado analítico adverso. (punto aparte: los trabajadores y extrabajadores del Swissotel hablan en todo momento de un «té con limón», mientras que ante el TAS/CAS Guerrero indicó que pidió un «anís»)

Lo primero quedó establecido ya por el TAS/CAS en mayo del año pasado. Lo segundo, como he explicado detalladamente, fue descartado como explicación. Repito, en palabras del Tribunal: «Ambos expertos consideran que la contaminación por mate de coca debido a una jarra o tetera en donde otro té ha sido servido produciría una concentración menor a la cantidad encontrada«.

Comentario aparte merece la negativa del Swissotel a colaborar en un inicio en la investigación. Y el haber eliminado el mate de coca de su carta una vez ocurrido el escándalo. El propio Tribunal hace referencia a este pésimo manejo de crisis del hotel y señala: «la inferencia del Tribunal es que la gerencial del hotel estaba preocupada porque, con razón o no, pudieran ser objeto de críticas o incluso se les exigiera una compensación por poner la carrera del señor Guerrero en peligro al servirle una bebida que contenía una sustancia prohibida, y por ende intentó ocultar cualquier rastro que pudiera haber conducido a esta situación».

¿Prueba ello que el Swissotel es responsable de la situación del capitán de la selección peruana? No lo considera así el TAS/CAS. Se trata, a su entender, de un mal manejo de crisis, que a estas alturas resulta evidente para cualquiera que haya seguido el caso con cierta atención.

¿Qué hay entonces en las supuestas revelaciones del reportaje televisivo que demuestre la «absoluta inocencia» de Paolo Guerrero? Nada. Recordemos, según los testimonios presentes en el reportaje, en el hotel se le habría servido al futbolista un té con limón en una jarrita usada previamente para servir mate de coca.

Si el Tribunal, como he explicado, descartó el consumo de cocaína y descartó la contaminación cruzada como causas del resultado analítico adverso, los testimonios de trabajadores y extrabajadores del Swissotel asegurando que se sirvió un té contaminado a Guerrero –y tendrán que probarlo, me imagino, aunque para la periodista de Domingo al día y los comentaristas de otros medios y redes sociales no parezca necesario– en realidad no significan absolutamente nada.

*Como me hace ver en Twitter el usuario @notoriusmatsuda, en el documento del TAS/CAS hay un error en las fechas. En el momento en que explica las posibles fuentes de la sustancia prohibida, en el punto 67, indica «tea drunk in the Peruvian national team’s private dining room in the Swisshotel in Lima on October 5th» y luego repite esa fecha. Pero, en otro momento, en los antecedentes, sí se señala correctamente que los hechos habrían ocurrido en la «concentración del 3 de octubre» o «dos días antes del partido del 5 de octubre». Es una errata que no afecta al fondo de la resolución.

Notre Dame, Nostradamus y la estructura de nuestra desinformación

Hace casi un mes, el día 24 de marzo, el diario peruano El Comercio publicitaba en su edición impresa y página web el lanzamiento de una campaña contra las llamadas «fake news», en alianza con los otros diez medios integrantes del Grupo de Diarios de América (GDA). Esta es la doble página del anuncio en el diario impreso:

Así titulaba El Comercio en su página web:

La nota abría con este video:

Y en el cuerpo del texto podía leerse (las negritas son mías):

Estamos inmersos dentro de una era de información, donde las noticias están a la orden del día. Donde la tecnología, las redes sociales y los medios de comunicación trabajan de la mano. Pero así como es una ventaja tener fácil acceso a la información, también hacemos caso a las noticias falsas o ‘Fake News’, que ponen en riesgo la reputación y confianza de medios de comunicación.

‘Fake News’ se traduce al español como ‘noticias falsas’. Son las noticias que carecen de veracidad y que son transmitidas a través de portales de noticias, medios de comunicación y difundidas por las redes sociales como si fuese una información verídica.

A inicios de año periodistas de El Comercio junto a editores de medios del Grupo de Diarios América (GDA) se reunieron en Lima para concientizar sobre la importancia de las buenas practicas periodísticas y combatir la desinformación y ‘Fake News’ en sus medios.

(…)

Las buenas prácticas del periodismo son una responsabilidad que no solo recae en los periodistas, lograr la transparencia y confianza del consumidores es un trabajo en conjunto de todo el medio de comunicación.

La verificación de una noticia, el averiguar la procedencia, antes de difundirla es el trabajo de todo comunicador y la repercusión de ello son los miles de rebotes que una noticia puede tener luego de ser expuesta. Desde El Comercio, a través de nuestros Principios Rectores, nos hemos unido a la lucha por mantenerlos no solo informados, sino bien informados.

Gracias a una generosa invitación de los responsables de El Comercio, yo participé de un almuerzo en el marco de esa reunión de «periodistas de El Comercio junto a editores de medios del Grupo de Diarios América». Fue una conversación distendida en la que compartimos dudas y preocupación por el estado actual de la industria, hablé del trabajo que realicé para mi libro y convenimos todos en la importancia que tiene, hoy más que nunca, la confianza de la audiencia en los medios. Tanto desde un punto de vista estrictamente periodístico como de negocio.

Otros medios del GDA, como La Nación (Argentina), El Universal (México) o El Tiempo (Colombia), también se hicieron eco de la campaña. Este último publicaba un editorial titulado con cierta grandilocuencia: «Alianza contra la mentira». En el texto podía leerse (las negritas son mías):

Conscientes de que es a sus lectores y audiencias a quienes se deben –en cualquier plataforma–, el GDA hace un llamado al consumo de información que emane de sitios confiables, al tiempo que emprende una campaña para erradicar las falsas noticias, advertir de quiénes las promueven y contribuir al fortalecimiento de mecanismos que generen tranquilidad hacia medios y periodistas.

Las ‘fake news’, como se conocen popularmente, han propiciado una serie de acontecimientos con consecuencias terribles, entre ellas poner en tela de juicio la legitimidad de un gobierno o promover su ascenso, torcer la voluntad de un pueblo o socavar los cimientos de la democracia. No es un asunto de poca entidad, sino una epidemia que lleva a cuestionarnos sobre nuestro papel como forjadores de opinión, pero también como retransmisores de lo que se publica en redes y portales. Decir no a las noticias falsas es un imperativo nuestro, sin duda, pero también de la sociedad en general.

Por suerte, el GDA no tuvo que esperar mucho para poner a prueba sus «buenas prácticas periodísticas» y sus esfuerzos por «combatir la desinformación».

Como casi todos los lectores sabrán, hace una semana, el lunes 15 de abril, la famosa catedral de Notre Dame en París ardió en un incendio. Todos los medios del mundo pusieron el ojo en la capital francesa y cubrieron de forma exhaustiva lo que se ha considerado una tragedia cultural que afecta a toda la Humanidad. Aquí pueden ver dos muy buenos reportajes sobre cómo se propagó el fuego y cuál es el alcance de los daños de la catedral.

Esta de abajo es una amplia selección de portadas de diarios europeos del día martes 16 compiladas por un usuario de Twitter:

Y estas son las portadas de algunos de los diarios del GDA en Latinoamérica:

La oferta informativa en los sitios web fue igual de unánime y abundante. Para poner un solo ejemplo: la edición online del diario El Comercio de Perú publicó entre el lunes 15 y el martes 16 más de sesenta notas distintas agrupadas bajo el tag «Notre Dame».

Entre ellas había una que me llamó la atención.

La vi antes en otro diario peruano, cuya vocación y empeño por difundir teorías de la conspiración y otras formas iguales o peores de desinformación hace tiempo ya que dejaron de sorprenderme:

Poco después de compartir la imagen en redes sociales, un contacto me hizo ver que La República no era el único medio peruano avivando las llamas de la superstición:

La nota publicada por El Comercio dice así (las negritas son mías):

«Un símbolo de la cristiandad en Francia o España arderá en fuego purificador. Nuestra señora llorará por todos nosotros y brillará en la lejanía», este es uno de los fragmentos que circula en redes sociales, otorgado al famoso libro ‘Las Profecías’ (1555), que supuestamente predice eventos futuros en el mundo y fue escrito por el médico y astrólogo francés Michel Nostradamus.

Este fragmento fue desempolvado en internet este lunes luego del incendio de la Catedral de Notre Dame que convirtió en cenizas el techo y la emblemática torre de la aguja. Usuarios en redes sociales han comentado que este fragmento había advertido este trágico evento.

Esta hipótesis empezó a circular debido a que la famosa astróloga Jessica Adams publicó un blog sobre este asunto. Allí menciona que el «horóscopo de Notre Dame» da pistas de que este evento del que habló el francés iba a a ocurrir justo el 15 de abril de 2019.

«Lo que tenemos aquí es Chiron, de hecho, al ‘jefe de Aries’ a solo tres grados del signo zodiacal. El sol, que arde de naranja al atardecer en París al caer Notre Dame, también se encuentra en Aries, en esta carta astrológica establecida para el lunes 15 de abril de 2019 a las 5.50 pm, París, Francia. La conmoción del momento es mostrada por Urano en 2 Tauro, haciendo un semisextil casi exacto para Quirón. De hecho, esta es una alineación que solo podría suceder una vez cada 80 años. La Luna está en 3 Virgo, exactamente quincunx Quirón».

Esta teoría conspirativa de la gran pérdida patrimonial es debatida por otros, quienes aseguran que esto no es cierto y en realidad el apunte de Nostradamus se refiere a Luis XIV y a la Guerra de Sucesión Española en 1702. Aseguran que lo que el profeta predijo fue el agitado y extenso siglo que siguió, que inició con la invasión de Francia a Italia en 1802 y Napoleón autoproclamándose como rey de la misma en 1805.

Entre tanto, las autoridades francesas priorizan la hipótesis de un origen accidental del incendio que devastó durante horas la catedral, al tiempo que investigadores comienzan a interrogar a testigos.

Nostradamus, o Michel de Nostredame, fue un médico, astrólogo y escritor francés nacido en Provenza a principios del siglo XVI, que publicó en 1555 su libro más conocido, una compilación de cuartetos poéticos titulada Les Prophéties, que fue actualizando años después. Antes, a partir de 1550, había empezado a publicar también una serie de textos astrológicos llamados Almanachs, en los que acumulaba centenares de supuestas profecías año a año. La obra de Nostradamus fue muy popular en su época y, pese a su muerte en 1566, sus libros han seguido imprimiéndose y concitando la atención de los aficionados a la astrología y superstición.

Cada vez que tiene lugar un acontecimiento de importancia global que resulta difícil de explicar o que despierta recelo o temor en mucha gente, no falta quien asegure que este ya había sido pronosticado en algún texto de Nostradamus. Quizá el ejemplo mayor sean los atentados del 11 de setiembre.

Internet está repleto de páginas que aseguran que la caída de las Torres Gemelas ya se encontraba descrita en Les Prophéties. Por supuesto, esto es una tontería. Aquí, por si hacía falta, el site Snopes, página pionera a la hora de desmontar bulos y patrañas en Internet, desmontaba la supuesta profecía de Nostradamus a las pocas semanas de ocurridos los atentados.

Volvamos ahora a la nota publicada por El Comercio, que curiosamente viene firmada por otro diario miembro del GDA:

Así que, como aconsejaba el propio diario El Comercio en su campaña contra las «fake news», decidí «averiguar la procedencia» y verificar qué decía El Tiempo acerca de Nostradamus y su profecía sobre Notre Dame. Bastó con una sencilla búsqueda de Google para dar con esto:

El titular y cuerpo del texto eran idénticos en las notas de ambos diarios. Solo se diferenciaban en la bajada. Mientras El Tiempo hacía énfasis en lo dicho por la «famosa astróloga Jessica Adams…que se volvió viral» (!!!), en El Comercio afirmaban lo siguiente:

Esta teoría conspirativa sobre el incendio de Notre Dame es debatida por otros, quienes aseguran que esto no es cierto y en realidad el apunte de Nostradamus se refiere a otros sucesos de la historia.

Es decir, según El Comercio, el problema no se encuentra en difundir una «teoría conspirativa» (como el o la redactora anónima la califica) sino en que hay quienes «aseguran que…en realidad el apunte de Nostradamus se refiere a otros sucesos de la historia».

Me pudo la curiosidad, así que fui a buscar qué otro medio del GDA, esa «alianza contra la mentira», había también invocado el espíritu de Nostradamus de cara a la tragedia parisina. No tardé mucho. El Nacional de Venezuela publicaba exactamente la misma nota que sus pares peruano y colombiano, con la bajada que ya había visto en El Tiempo:

Por su parte, el representante argentino del Grupo de Diarios de América, La Nación, se mostraba más osado que sus homólogos –que se refugiaban en dos signos de interrogación para esconder su irresponsabilidad en la diseminación de teorías conspirativas– y afirmaba con rotundidad:

La nota de La Nación era más corta que la de El Comercio y El Tiempo, pero mencionaba también el supuesto escrito donde Nostradamus vaticinaba el incendio de la catedral ocurrido el lunes 15 de abril de 2019:

Un símbolo de la cristiandad en Francia o España arderá en fuego purificador. Nuestra Señora llorará por todos nosotros y brillará en la lejanía. Con la entrada de la primavera una iglesia de todos los tiempos arderá por los pecadores.

El texto citado por El Tiempo, El Comercio y El Nacional no incluía la última oración que arriba marqué en negritas y quedaba así:

Un símbolo de la cristiandad en Francia o España arderá en fuego purificador. Nuestra señora llorará por todos nosotros y brillará en la lejanía.

Según los primeros tres diarios, «este es uno de los fragmentos que circula en redes sociales otorgado al famoso libro ‘Las Profecías'» (sic); mientras que para La Nación, es la «frase que rescatan los exégetas del boticario y adivino francés cuyas profecías fueron publicadas en 1555, bajo el título de Propheties».

Dejemos por un momento de lado el hecho de publicar como cierto en un titular que una supuesta profecía se ha cumplido (La Nación), o de insinuar la posibilidad de que Nostradamus sea, en efecto, un adivino con poderes paranormales que profetizó hace casi 500 años una serie de desastres, entre ellos el incendio de la catedral de Notre Dame (El Tiempo, El Comercio y El Nacional).

Supongamos que con ese «otorgado» el o la periodista autor(a) de la nota en El Tiempo ha querido decir «atribuido». Entonces, según los cuatro diarios del GDA exégetas de Nostradamus, ese fragmento sería obra o, al menos, habría sido atribuido a Las Profecías. Pero, ¿por qué atribuido? ¿Acaso no es posible comprobar si el astrólogo francés, en efecto, escribió esas palabras?

Como decía varios párrafos arriba, la obra de Nostradamus lleva unos cuantos siglos siendo tremendamente popular y es, por ende, muy sencillo acceder a ella. Así que, primero, hice lo más fácil: cogí el fragmento citado por los tres diarios y realicé una búsqueda de Google.

Por supuesto, todos los resultados que encontré en esa primera búsqueda hacían referencia –a posteriori– a cómo Nostradamus había pronosticado el desastre de Notre Dame. Así que, a continuación, aislé la búsqueda para obtener solo resultados anteriores al 15 de abril, fecha del incendio.

Para mi sorpresa, no encontré nada. Ni un solo resultado anterior al 15 de abril que citara la profecía de Nostradamus. Ni uno. Aquí recordé que la nota de El Tiempo, y debido a ello las de El Comercio y El Nacional, citaban un tuit como fuente del «fragmento» que «había advertido este trágico evento». Este es el tuit:

El tuit de @CHAVASILVA25 fue publicado el mismo día 15 a las 2:28 pm hora de Bogotá, Colombia, alrededor de tres horas después que empezara el incendio en París. Dejemos de lado ahora que los tres diarios citaban como fuente de autoridad un tuit de un usuario o usuaria que cuenta con 238 seguidores y que se define como «opinatologa (empírica )» (sic) y volvamos a concentrarnos en el texto de la «profecía».

Como no encontré en Google ninguna referencia al supuesto fragmento profético de Nostradamus, decidí buscar también en Twitter, utilizando tanto el texto citado como la palabra «Nostradamus» y el hashtag #Nostradamus. De nuevo, no encontré ninguna mención anterior al 15 de abril que aludiera a «Un símbolo de la cristiandad en Francia o España arderá en fuego purificador».

A continuación, como Google y Twitter no me daban respuesta, descargué dos ediciones distintas de Les Prophéties, una en el original francés con traducción al inglés y otra en español. Las profecías está dividido en diez centurias, cada una compuesta, como su nombre indica, por casi un centenar de cuartetos.

Por supuesto, como era de esperar a estas alturas, el dichoso fragmento citado por los cuatro diarios del GDA no se encuentra por ningún lado entre esos cerca de mil cuartetos escritos por Michele de Nostredame a mediados del siglo XVI. Tampoco, por si les interesa, se encuentra en ninguno de los Almanachs que Nostradamus publicó entre 1550 y 1566.

Intenté conversar con responsables del diario El Tiempo para entender por qué habían publicado la nota que dio origen a los artículos publicados luego por sus colegas del GDA y cuáles habían sido los procesos que lo permitieron.

Me comuniqué primero con quien en su perfil de LinkedIn señala ser el Coordinador de Mesa Digital del diario. Le escribí un mensaje por Twitter solicitándole una dirección de email. Me respondió amablemente diciéndome que le escriba. Lo hice preguntándole si, en efecto, era él uno de los responsables del contenido de digital del diario y señalando que quería enviarle unas preguntas. Me dijo que sí y me preguntó qué necesitaba. A vuelta de correo, le envié mis dudas sobre el artículo en cuestión. Nunca más obtuve respuesta.

Me comuniqué luego con un editor de El Tiempo que había conocido en esa reunión de principios de año en Lima que mencionaba la nota de El Comercio sobre la campaña del GDA contra las «fake news». Cuando le expliqué la razón de mi mensaje, me dijo que veía que esa nota era «del puntocom» y me facilitó el contacto de tres personas que podrían ayudarme. Verifiqué que dos de los tres sí tenían responsabilidades en el área digital del diario y les escribí.

Pasados unos días sin obtener respuesta, volví a escribirle al editor que había conocido brevemente en Lima. Me respondió de inmediato diciéndome «cuál es puntualmente la duda que tienes» y «me dicen los editores que estás cuestionando el perfil editorial de la nota». Le ofrecí enviarle el mensaje que les había dirigido a sus editores. Se lo envié. No volví a obtener respuesta.

Hice lo mismo con dos responsables del área digital del diario El Comercio. Les escribí por WhatsApp señalando que tenía algunas preguntas. Uno de ellos nunca me respondió. El otro me dijo que estaba haciendo lo posible porque algún editor del contenido digital del diario me respondiera. Esperé varios días pero tampoco fue posible.

Recapitulemos: cuatro de los diarios más importantes de América Latina, miembros de un «un consorcio exclusivo integrado por los once periódicos independientes con más influencia» de la región, que de manera entusiasta lanzaron hace menos de un mes una campaña contra las «noticias falsas» donde señalaban que la «verificación de una noticia, el averiguar la procedencia, antes de difundirla» es «el trabajo de todo comunicador», publican al unísono que un astrólogo muerto en 1566 predijo un incendio producido en abril de 2019.

No contentos con eso, con utilizar sus plataformas para difundir superchería y teorías de la conspiración, ni siquiera comprueban si el supuesto texto del astrólogo muerto hace más de 400 años existe o no. Porque no existe, claro. ¿De dónde sacaron que un texto del astrólogo francés había pronosticado el incendio? De un tuit. Ya saben:

Por suerte, la catedral de Notre Dame logró sobrevivir al incendio y se encuentra «estructuralmente bien», según lo dicho por las autoridades francesas luego de una primera inspección ya con las llamas apagadas.

Lastimosamente, no puede decirse lo mismo de los diarios que, pese a campañas y editoriales bienintencionados, siguen publicando mentiras y difundiendo desinformación día tras día. Y con ello, como bien señalaba la campaña contra las «noticias falsas» de El Comercio, «ponen en riesgo la reputación y confianza de medios de comunicación».

Algunas cosas que se han dicho sobre No hemos entendido nada

«Diego Salazar sube al ring conceptos tan escurridizos como posverdad, fake news y revolución digital, y analiza las herramientas –generalmente desastrosas– con que los medios de comunicación les han hecho frente. Luego, en un knockout demoledor, demuestra que el único camino posible para el futuro del periodismo es la utilización de las mejores armas de toda la vida: investigación minuciosa, chequeo de datos y prosa sublime. Este libro reúne las tres».
Leila Guerriero, autora de Plano americano y Los suicidas del fin del mundo.

«Amigos periodistas: si quieren una buena novela de terror, el libro de Diego Salazar les va a estremecer. Escalofríos y sustos garantizados. No hemos entendido nada disecciona la razón de ser del periodismo en un mundo donde parece haber perdido su sentido, y lo hace desde la incomodidad y la autocrítica, sin complacencia, para recordar que sigue habiendo una verdad y que es posible entreverla si se corta bien la maleza».
Sergio del Molino, autor de La hora violeta y La España vacía.

«Me he reído a gritos leyendo No hemos entendido nada. Un libro divertido e incisivo acerca del periodismo y su caída libre escrito por una de las mentes más iluminadas de Latinoamérica».
Alberto Fuguet, autor de Sudor, Missing: una investigación y VHS (Unas memorias).

«No hemos entendido nada [es] uno de los libros más importantes sobre la crisis actual del periodismo, conectada, por supuesto, al desafío de internet».
Edmundo Paz Soldán, autor de Río fugitivo, Los vivos y los muertos y Norte.

«Si realmente te interesa el periodismo y entender un poco lo que estamos afrontando debes leer el libro de Diego Salazar».
Esther Vargas, directora de Clases de Periodismo.

«¿Qué tiene que ocurrir para que un periodista ponga de lado una de las partes esenciales del oficio? Diego Salazar ha hecho de esta pregunta un caso de estudio sobre un mal creciente y contemporáneo: los periodistas no verifican, los editores no editan, y los medios de información caen, uno tras otro, víctimas de sí mismos. ¿Qué esperanza de vida tiene un medio periodístico que no hace periodismo? No hemos entendido nada es el libro donde Diego Salazar desmenuza el presente sin demasiado futuro del periodismo».
Marco Avilés, autor de De dónde venimos los cholos y No soy tu cholo.

«Una de las mejores cosas que le podía pasar al periodismo peruano de estos tiempos ha sido el nacimiento de No hemos entendido nada, el espacio que Diego Salazar ha convertido en referente de análisis sobre lo bueno, lo malo y lo complejo de este oficio y la industria que muchas veces lo afea y lo arruina. Este es el libro que da sentido a esta iniciativa».
David Hidalgo, autor de La biblioteca fantasma y Sombras de un rescate.

«No hemos entendido nada (Debate, 2019), [es] un ensayo sobre cómo las redes sociales e Internet han sacudido las redacciones de todo el mundo, revolucionando la forma en la que se consume y se produce la información. [Diego Salazar] disecciona los pilares sobre los que se asienta el modelo de negocio periodístico, estudia los procesos de desinformación y se pregunta cómo los medios pueden recuperar la atención de los usuarios». Matías de Diego, en entrevista de eldiario.es.

Trailer:

La edición peruana de No hemos entendido nada se encuentra disponible en librerías desde julio de 2018.

La edición chilena apareció en enero de 2019.

La edición española salió a la venta el 21 de febrero de 2019.

La edición mexicana se encuentra disponible desde mediados de julio de 2019.

Mientras tanto, quien desee leer el libro antes de que aparezca la edición impresa de su país puede hacerlo en ebook, tanto en Amazon Kindle como en Apple iBooks:

-Si utilizan una cuenta de Amazon domiciliada en Estados Unidos, pueden comprarlo aquí.

-Si utilizan una cuenta de Amazon México, pueden hacerlo aquí.

-Si su cuenta es de Amazon España, lo encuentran aquí.

-Si en lugar de Kindle, utilizan iBooks de Apple, pueden conseguirlo aquí.

Dos libros para entender un país Rexona

A principios de los años 90 se emitió en Perú un anuncio televisivo de desodorante protagonizado por una estrella de la época. El personaje interpretado por Franco Scavia –entonces un famoso conductor de un programa de concursos– era un tipo joven que se lamentaba de su suerte en el amor.

Conseguía que le prestaran un automóvil y, pese a ello, «no pasó nada». Se compró ropa nueva y, nuevamente, «no pasó nada». Se metió al gimnasio y hacía pesas tres veces por semana y, ya saben, «no pasó nada.

Su suerte recién cambia cuando prueba un nuevo desodorante. Rexona hombre con sex appeal. El propio Scavia, que aparece en la escena final bailando con una señorita que lo mira arrobada, nos lo confirma con un «y pasó».

Aquí pueden ver el anuncio completo:

No recuerdo si el anuncio fue particularmente popular en esos años. Imagino que sí y –dejando de lado lo ridículo de la conexión desodorante-éxito sexual, que tan bien explotaría años después Axe– por eso es que esa frase «y no pasó nada» se me quedó clavada en la cabeza, aunque no podría asegurarlo. Desde entonces, ese «y no pasó nada» es una suerte de broma privada a la que recurro de tanto en tanto, la mayoría de las veces sin que nadie me entienda.

Como he escrito alguna vez en el pasado, las mesas de novedades de las librerías peruanas suelen encontrarse vacías de libros de no ficción orientados a reflexionar con inteligencia y rigor sobre nuestro país, a contar y examinar aquello que el historiador y periodista británico Timothy Garton Ash llamó hace ya unos años la «Historia del presente».

Así que cuando en la última Feria Internacional del Libro de Lima me topé con un puñado de libros recién publicados que, a priori, prometían abordar desde un punto de vista periodístico distintos episodios del pasado reciente de nuestro país, me propuse leerlos y escribir acerca de ellos.

Los dos de que voy a hablar no han sido los únicos, hay alguno más –El informe Chinochet de Carlos MeléndezLa biblioteca fantasma de David Hidalgo y la reedición aumentada de Ciudadanos sin república de Alberto Vergara– y espero escribir de ellos en el futuro, pero sí son los dos que se adentran en fenómenos con ecos más inmediatos y de alcance mayor.

Son, además, dos libros que, una vez leídos, me trajeron de vuelta a la cabeza la frasesita Rexona: Y no pasó nada. Porque, ya se sabe, en el Perú, ante el crimen, ante la corrupción, ante el abuso, aunque a veces pudiera parecer lo contrario, casi nunca pasa nada.

no te mato porque te quieroEmpiezo con No te mato porque te quiero (Planeta, 2018), el libro en el que la periodista Lorena Álvarez relata con mano firme el calvario que debe pasar una mujer en el Perú para denunciar a su agresor. Álvarez fue víctima de un espantoso episodio de violencia a manos de su entonces pareja, el economista y comentarista en prensa Juan Mendoza. El caso, dada la celebridad televisiva de la periodista, fue objeto de decenas de artículos y análisis en prensa, así como de reportajes televisivos y hasta comunicaciones oficiales del gobierno.

Álvarez relata todo lo que ocurrió alrededor de su denuncia sin concesiones al sentimentalismo ni a los detalles escabrosos que seguro más de un lector esperaba encontrar. Por el contrario, con ojo de reportera y una prosa acelerada pero contenida, Álvarez pone el énfasis en el laberíntico y muchas veces delirante proceso que debe seguir una mujer víctima de violencia de género en busca de justicia en el Perú. A la periodista no le basta con su propio caso sino que va también en busca de las historias de otras mujeres que han debido pasar por situaciones similares, mujeres menos afortunadas que ella, que o no contaban con el privilegio de la notoriedad pública o que, sencillamente, no sobrevivieron a los ataques de sus victimarios.

Hay un caso paradigmático de los varios que relata Álvarez y que demuestra la manera sistemática y alevosa con que la justicia peruana les ha dado y sigue dando la espalda a las mujeres que son víctimas de violencia por parte de hombres, muchas veces sus propias parejas.

El 15 de setiembre de 2016, Rosa Álvarez Rivera (sin relación con la autora), una mujer residente en Zarumilla, Tumbes, debió ser socorrida por sus vecinos porque estaba ardiendo en llamas en el patio de su casa:

Los vecinos le tiraron al cuerpo incandescente agua en baldes y barro acumulado en el piso y así lograron apagar las llamas, luego la cubrieron con una sábana y la cargaron entre tres para llevarla hasta la posta médica más cercana en un mototaxi. Rosa Álvarez tenía el 85% del cuerpo con quemaduras de segundo y tercer grado. El caso era tan terrible que una doctora y las enfermeras del Centro de Salud de Zarumilla solo la doparon para calmar sus dolores, e inmediatamente la transfirieron al Hospirtal Regional de Tumbes. Rosa no resistiría. Moriría en el pabellón de quemados del hospital Arzobispo Loayza de Lima, ocho días después.

Según cuenta la periodista, el principal sospechoso era la pareja de Rosa, Carlos Bruno Paiva, con quien tenía una hija:

Varios vecinos, especialmente María Teresa Ramírez, declararon ante las autoridades que la pareja había estado discutiendo desde temprano porque Rosa había encontrado, unos días antes, mensajes de otra mujer en el teléfono de su conviviente y que ese día, jueves 15 de setiembre, él le reclamaba un dinero que ella guardaba y se negaba a darle por sus sospechas de infidelidad. Ante esa negativa, cuenta la vecina, Carlos Bruno salió de la casa, tomó su motocicleta y partió. Regresó al poco tiempo y en unos minutos escucharon los fuertes gritos de Rosa. El conviviente también colaboró con auxiliar a la mujer quemada y hasta dio dinero para que la lleven al Centro de Salid, pero no quiso ser él quien la llevara.

En diciembre de 2017, Bruno Paiva fue condenado a veinticinco años de prisión por el Juzgado Penal Colegiado de la Corte Superior de Justicia de Tumbes. Medio año después, «el 5 de junio de 2018 la Sala Penal de Apelaciones de Tumbes lo absolvió de todo cargo y ordenó su libertad inmediata». Según explica Álvarez, en la resolución que absuelve a Bruno Paiva los tres jueces de esta sala concluyen que «Rosa Álvarez se prendió fuego sola quemando basura. No le dieron importancia a los testimonios concurrentes de enfermeras, médicos y vecinos porque, según dicen estos jueces, ninguno vio el instante en que Rosa se prendió».

A continuación, luego de analizar la improbabilidad de lo que determinó la Sala Penal de Apelaciones de Tumbes, Lorena Álvarez escribe:

¿Quién hace justicia por Rosa Álvarez? Si el fiscal no fue lo suficientemente diligente o argumentó mal, si los jueces tienen poco criterio, ¿qué importan a quien le echemos la culpa? Rosa está muerta, agonizó calcinada durante ocho días. ¿Se quemó sola? El sistema de justicia siempre encuentra la forma de acabar enviando el mensaje más poderoso de todos: Perú, el país de la impunidad.

Por si uno no queda tristemente convencido de esa afirmación al acabar de leer No te mato porque te quiero, hace poco menos de un mes la periodista hacía uso de su cuenta de Twitter para añadirle una suerte de posfacio digital a su libro y recordarle al Ministerio Público que ha pasado un año de su denuncia y que, pese a los golpes de pecho de distintas instancias del gobierno, sigue sin haber acusación de parte de la Fiscalía:

https://twitter.com/lorealvareza/status/1041850100027416577

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Habrá seguramente quien quiera quitar mérito a H&H: Escenas de la vida conyugal de Humala y Heredia, el libro del periodista Marco Sifuentes, señalando que no se trata de una investigación reveladora. He escuchado ya ese comentario en boca de algún crítico de salón, que justifica su reticencia señalando que el relato hilado por Sifuentes está apoyado sobre todo en reportajes y testimonios publicados anteriormente (algunos por el mismo autor en diversos medios).

Si bien H&H podría no resultar revelador para los pocos que hayan seguido con obsesiva atención la carrera política de Ollanta Humala y Nadine Heredia, el libro de Sifuentes es iluminador en el sentido que lo es siempre el buen periodismo de largo aliento, un bien escaso en la producción editorial local.

El trabajo de recopilación y montaje realizado por Sifuentes, con el apoyo del periodista Jonathan Castro, es admirable tanto en fondo como en forma. No conozco otro esfuerzo similar que, con tanto éxito, construya un retrato así de abarcador, y a la vez certero y entretenido, de dos personajes tan importantes en la historia reciente del país.

Harían bien en leerlo con atención –y, ojalá, horrorizados– muchos activistas de Twitter, los mismos que defendieron a capa y espada, y contra toda evidencia, la honorabilidad o rectitud del gobierno de Humala y Heredia (el relato de Sifuentes despeja dudas sobre esa bicefalia) hasta el final; que convirtieron en héroes de la patria por unos días a Kenji Fujimori, Pedro Cateriano, Rosa María Palacios o Alberto Borea en diciembre de 2017 por sus supuestos servicios en la defensa de la democracia; y que hasta hace poco seguían riéndole las gracias al ex general, ex ministro del Interior del gobierno Humala y fallido candidato presidencia y municipal, Daniel Urresti.

Los mismos que en su jolgorio tuitero olvidan que Keiko Fujimori es un peligro no porque nos caiga mal sino por lo que hace y lo que representa, que, bien mirado, si uno termina de leer el libro de Sifuentes y es honesto consigo mismo, terminará concluyendo que es, con matices, lo que representan Humala, Heredia y buena parte de sus secuaces. Muchos de los cuales siguen despachando habitualmente desde alguno de los varios cafés de la calle Dasso en San Isidro y, de nuevo, aquí no pasó nada. Ese pragmatismo que dicta que las leyes y las reglas son una inútil recomendación que solo atienden los idiotas, los pavos, los don nadie; que el fin, cualquier fin, por lo general uno alineado a mis intereses y los de mis amigos, justifica siempre los medios.

Un pragmatismo además torpón, poco inteligente, que deja regadas piezas de la falta o el delito por todas partes, como un niño que juega con sus Lego y se aburre y pasa a otra cosa de inmediato. Pero que además se tiene en muy alta estima a sí mismo, que se conduce y habla de sí como si el escenario de sus fechorías fuera una superproducción escrita por Aaron Sorkin y dirigida por David Fincher, cuando la realidad por lo general está más cerca de un guión de Al fondo hay sitio.

Un pragmatismo eso sí, en el caso de Humala y Heredia, y tantos otros paracaidistas, envuelto en la bandera del antifujimorismo, el progresismo de selfie, y edulcorado con chocolates Godiva.

Como este es un blog que habla sobre todo de periodismo, quiero detenerme un momento en un episodio para mí particularmente revelador sobre la relación entre poder y medios en nuestro país. Sobre cómo entienden la labor periodística muchos periodistas y dueños de medios peruanos (aunque no solo).

Hacia el final del libro, Sifuentes relata cómo la coalición antifujimorista hizo piña alrededor de la figura de Mario Vargas Llosa para abrazar la candidatura presidencial de Ollanta Humala. Escribe Sifuentes:

–Necesitamos una garantía de titanio –le insistió Gorriti–. Tiene que ser un compromiso de fondo. No basta una promesa: tiene que ser un juramento.

Ese fue el nacimiento del «Compromiso en Defensa de la Democracia», un evento revestido de solemnidad, montado en lo que Gorriti llamó el sitio secular más sagrado, el foro laico del Perú: la Casona de San Marcos. Se pensaba que, para un militar, un juramento público tendría una gravitación mayor que cualquier otro tipo de compromiso. Ocurrió el 14 de mayo, solo tres semanas antes de las elecciones. La asistencia de «testigos» notables fue impresionante. Artistas de todas las ramas se mezclaron con políticos de todas las tendencias, pero, a pesar de los intentos de Vargas Llosa, hubo dos ausencias cruciales: Luis Bedoya Reyes y Fernando de Szyszlo. Pero esto no lo notó nadie en cuanto vieron aparecer, en un écran gigante, al Nobel.

–Los exhorto a votar por Ollanta Humala –dijo Vargas Llosa, cuidándose de mostrar algún atisbo de entusiasmo– para defender la democracia en el Perú y evitarnos el escarnio de una nueva dictadura.

El mensaje, de dos minutos y medio, había sido grabado, en privado, unos días antes por Rolando Toledo, dueño de La Mula, en el piso madrileño del escritor. No solo fue un golpe de efecto: era la bendición final. Zeus bajaba del cielo y, desde un proyector de video, decidía el destino de los congregados. Deus ex machina.

En ese momento, Canal N interrumpió la transmisión del evento para dar pase a «un informe especial sobre las divas del pop», Lady Gaga y Rihanna.

Canal N, como sabrán muchos, es el canal de televisión por cable del grupo El Comercio, la empresa de medios más importante del país. Empresa a la que se acusó –con razón– de tomar partido, hasta el punto de quebrar normas básicas de ética periodística, por la candidata Keiko Fujimori en sus distintas cabeceras durante la campaña presidencial de 2011. Continúa Sifuentes:

El 22 de mayo, Gustavo Mohme, director de La República y miembro del Consejo Editorial de América Televisión [el canal en abierto del Grupo El Comercio, donde Mohme tiene una participación], presentó, por escrito, una insólita propuesta: para equilibrar el abiertamente sesgado programa de Jaime Bayly, él ya tenía listo uno con Mario Vargas Llosa. El escritor conduciría y de la producción se encargarían su sobrino, el cineasta Luis Llosa, y Gustavo Gorriti.

La propuesta fue rechazada. Después, en una entrevista publicada en La República, Vargas Llosa diría que Bayly –cuya carrera de escritor había apadrinado en sus inicios – se había convertido en un «bufón maligno al servicio del fujimontesinismo». A los pocos días, el Nobel renunció a seguir publicando en El Comercio, alegando que el diario violaba «las más elementales nociones de objetividad y ética periodísticas» desde que el grupo había sido tomado por «un grupo de accionistas, encabezados por la señora Martha Meier Miró Quesada».

Veamos. ¿Cómo reaccionan dos dueños de medios –Rolando Toledo y Gustavo Mohme– ante la abierta toma de posición de un grupo de medios rival a favor de una candidatura? Poniendo sus recursos al servicio del otro candidato. ¿Cómo quiere contrarrestar Gustavo Mohme el programa televisivo que Jaime Bayly –ese «bufón maligno al servicio del fujimontesinismo»– hace a favor de Keiko Fujimori y en contra de Ollanta Humala? Produciendo un programa con Mario Vargas Llosa y Gustavo Gorriti a favor de Ollanta Humala y en contra de Keiko Fujimori.

No sé yo, pero pareciera que, bajo la excusa de luchar ya sea contra el fantasma del chavismo (representado supuestamente por Humala) unos o para salvar la democracia otros, a nadie aquí le importaban en realidad las «más elementales nociones de objetividad y ética periodísticas».

Si alguien no recuerda el abierto favoritismo que el diario La República –dirigido por Gustavo Mohme– mostró por la candidatura de Humala,  esta es la portada que publicó el lunes 6 de junio de 2011, al día siguiente de las elecciones:

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Acabo con las dos únicas cosas que creo pueden reprochársele al libro de Sifuentes. Por un lado, un reparo menor que tiene que ver con algunos arrebatos literarios innecesarios, como terminar con una alusión a la famosa frase de García Márquez «las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra», remixeada para la ocasión.

Otro arrebato de estilo ocurre en el capítulo dedicado a ese personaje tan turbio como fascinante que es Óscar López Meneses, una especie de facilitador que ha servido a distintos intereses en la política peruana desde los años 90, cuando se convirtió en un alfil de Vladimiro Montesinos.

Sifuentes inicia el capítulo con un collage de las distintas teorías que corrían en la Lima de finales 2013 acerca de las razones detrás del extrañísimo resguardo policial que recibió la casa de López Meneses y que incluía «dos motocicletas y ocho automóviles de custodia, incluido un vehículo del SUAT, una camioneta de apariencia civil asignada a la seguridad presidencial, otra del Serenazgo de la Municipalidad de Surco y un par de patrulleros». El collage de voces se extiende solo por una página pero es, en mi opinión, una distracción innecesaria que altera, como un bache en la carretera, el pulcro  recorrido del resto del texto.

La otra cuestión, algo más seria, tiene que ver con una mala costumbre de la prensa peruana: la manera en que (no) atribuye fuentes o las atribuye de manera errónea, sobre todo cuando se trata de reconocer el trabajo de otros periodistas.

En el capítulo que Sifuentes dedica a la revelación de las famosas agendas de Nadine Heredia, el periodista atribuye toda la investigación y trabajo sobre el material a los periodistas Marco Vásquez y Rosana Cueva, de Panorama. Omite que Panorama realizó ese trabajo en conjunto con el diario Perú21, que en ese entonces era dirigido por Juan José Garrido, hoy director de El Comercio, y del cual yo era editor multiplataforma.

Como dice Sifuentes en el libro, Panorama emite el reportaje televisivo sobre las agendas de Heredia el domingo 16 de agosto de 2015. Ese mismo día, Perú21 informa sobre los documentos en portada, y amplía la información acerca del contenido de estos al día siguiente, lunes 17, respetando el acuerdo de publicación al que se había llegado con Panorama. Aquí pueden ver a la periodista Rosana Cueva, directora de Panorama, comentando el reportaje original y señalando la colaboración entre su programa y Perú21.

Estas son las dos primeras portadas que el diario dedicó al tema:

Un día antes, el sábado 15, el diario ya había mencionado por primera vez en prensa la existencia de las agendas:

La ausencia de esta mención por parte de Sifuentes es particularmente llamativa en un libro donde cada capítulo se cierra con un espacio que el autor ha denominado «Apuntes documentales». En esos apuntes Sifuentes señala con detalle de dónde procede buena parte de la información que ha servido para construir el relato periodístico.

En los apuntes documentales correspondientes al capítulo dedicado a las agendas de Heredia, Sifuentes indica:

El 4 de setiembre de 2015, Víctor Caballero publicó en Útero.pe «EXCLUSIVO: En una encomienda de choclos y quesos nos llegaron las agendas de Nadine». Aún ahora, sigue siendo el único lugar donde cualquier persona puede acceder en su integridad a las agendas, salvo la Renzo Costa, que nunca nos fue entregada.

Sifuentes, no sé por qué, omite señalar que la razón por la que Útero.pe accedió a ese material fue porque nosotros, léase los responsables de Perú21 en ese momento, se lo entregamos. Lo sé porque yo mismo le di en la mano el USB con los archivos a Víctor Caballero.

No hemos entendido nada en Kindle e iBooks

Como saben quienes siguen este blog, mi libro No hemos entendido nada: Qué ocurre cuando dejamos el futuro de la prensa a merced de un algoritmo (Debate, 2018) ha aparecido primero en Perú, con motivo de la Feria Internacional del Libro de Lima. En los próximos meses se irá publicando en otros países hispanoparlantes donde tiene presencia el grupo editorial Penguin Random House. Prometo avisar de esas fechas de publicación según se vayan confirmando.Mientras tanto, quienes no vivan en el Perú y deseen leerlo antes de que aparezcan las ediciones de otros países, pueden hacerlo en ebook, tanto en Amazon Kindle como en Apple iBooks.

-Si utilizan una cuenta de Amazon domiciliada en Estados Unidos, pueden comprarlo aquí.

-Si utilizan una cuenta de Amazon México, pueden hacerlo aquí.

-Si su cuenta es de Amazon España, lo encuentran aquí.

-Si en lugar de Kindle, utilizan iBooks de Apple, pueden conseguirlo aquí.

Gracias por leer.