A propósito del sondeo de GFK y Julio Guzmán: ¿Qué nos dicen en realidad las encuestas?

Más allá de las bromas, en la encuesta de GFK que muchos han comentado en estos días hay algo que sí me llama la atención. Pero tiene que ver, más que con la encuestadora o la metodología, con los encuestados. Cuando responden a la pregunta «¿Usted aprueba o desaprueba el desempeño de Julio Guzmán?», ¿a cuál desempeño se refieren?

Veamos el cuadro:

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Con la excepción de Alfredo Barnechea, quien aun así tiene un pasado político anterior a su candidatura de 2016, todos los personajes que no se llaman Julio Guzmán y que aparecen en ese cuadro, o bien detentan cargos ganados en una elección, o lo han hecho en el pasado reciente, o tienen una larga historia política a cuestas, o aparecen constantemente en medios como actores políticos.

Según señala la propia ficha técnica de la encuesta de GFK, el sondeo se realizó entre los días 21 y 25 de abril. Los resultados de la encuesta anterior de la misma consultora se publicaron el día 21 de marzo. Es decir, el desempeño sobre el que se les pregunta a los encuestados es el que tuvieron los personajes políticos entre ese 21 de marzo y el reciente 25 de abril.

¿Cuál ha sido el desempeño del precandidato Julio Guzmán en ese lapso de tiempo?

Bueno, en realidad, todo el desempeño de Guzmán en ese periodo se limita a esto:

Seis tuits:

–Un video en su página de Facebook, que pese a haber recibido pauta publicitaria cuenta con solo unas 11 mil vistas:

 

–Una entrevista publicada en Hildebrandt en sus trece, un semanario con una circulación relativamente pequeña y que no comparte sus artículos en internet más allá de esas capturas de pantalla difíciles de leer en Twitter y Facebook:

–Y un comunicado en el que su partido anuncia que –a pesar de lo señalado en marzo de 2017, cuando el vocero de la agrupación dijo: «Definitivamente competiremos en las municipales y regionales»– no presentará candidatos para las elecciones regionales y municipales de octubre de 2018:

Siendo generosos, podríamos sumar también la cobertura recibida por las iniciativas de los congresistas Richard Acuña y Mauricio Mulder para limitar las candidaturas al Congreso y a la presidencia a quienes cuenten con «tres años de inscripción» en un partido político. Proyectos de ley que, de prosperar, sacarían de carrera tanto a Guzmán como a Verónika Mendoza, pero acerca de los cuales el líder del Partido Morado no había hablado sino hasta este domingo, día 29, cuando ya había sido publicada la encuesta de GFK.

Recapitulemos: seis tuits, un video en Facebook, una entrevista, el anuncio de no participar en las elecciones inmediatas y una vaga amenaza de inhabilitación política en contra. Listo, ese sería todo el desempeño político del precandidato Julio Guzmán. ¿Es ese el desempeño que un 28% de los encuestados valora de forma positiva? ¿En serio?

Algunos de sus militantes afirman que, en realidad, lo que valoran los encuestados es la labor política a pie de calle que realiza el Partido Morado*:

Y, si bien es cierto que la organización liderada por Guzmán viene acercándose a los ciudadanos en la calle desde que acabara la campaña presidencial de 2016, es difícil que las llamadas #giramorada hayan alcanzado a ese 28% de la población que hoy aprueba el desempeño de Guzmán y que, según el cuadro con que inicia este post, alcanzaba un 36% en febrero y 26% en marzo.

Digo según el cuadro porque, si bien aparecen las cifras en ese cuadro y hay otras encuestas que sí publicaron resultados sobre la aprobación de Guzmán en los meses anteriores, los sondeos de GFK publicados en febrero y marzo en su página web no registran la pregunta sobre aprobación de desempeño referida a Julio Guzmán. Imagino que se trata de un descuido.

Volviendo al tema central, pareciera que lo que valoran de Julio Guzmán los encuestados es, en realidad, que no se apellida Fujimori, García, Humala o Acuña. Porque, bien mirado, casi todo su desempeño, ese que supuestamente aprueba el 28% de los encuestados por GFK, se limita a no ser ninguno de los otros personajes. Y ser, además, prácticamente un desconocido.

Esto sería refrendado por un detalle también presente en la encuesta de GFK: quien le sigue en valoración es Barnechea. Otro político casi tan desconocido para el gran público y ausente de la discusión política diaria en medios como Guzmán.

De ser así, lo que en realidad nos está diciendo este apartado específico de la encuesta de Opinión Pública de GFK que tanto se ha comentado es que el desprestigio de la clase política peruana y la desafección que sienten los electores por sus representantes siguen creciendo día a día, sin visos de mejora.

Lo que en realidad nos está diciendo esa supuesta valoración del «desempeño» del precandidato Julio Guzmán es que, tras dieciocho años de recuperada la democracia y luego de los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García II, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski el Breve, los electores peruanos están dispuestos a entregarle las riendas del país a cualquiera que no sea o no se parezca a un político de los que ven a diario en los noticieros.

Ese cualquiera hoy parece ser Julio Guzmán. Mañana, quién sabe.

*Este artículo fue actualizado el miércoles 2 de mayo a las 8:15 para incluir el comentario de @GastonMS sobre el trabajo de campo del Partido Morado y una breve reflexión al respecto.

Un comentario en “A propósito del sondeo de GFK y Julio Guzmán: ¿Qué nos dicen en realidad las encuestas?

  1. Willmer dijo:

    Comparto tu análisis, aunque el sesgo que le das (a pesar que nombras también a Barnachea) para concluir que Guzman no es nada o nada importante su actividad política -distinto a decir que es de los políticos que no tiene actividad -ni siquiera lo nombras político como tal-; ahora tu conclusión podría extraerse desde cualquier frente si tomabas a Keiko, o Kengi o cualquier otro: el descrédito de la clase política (ejemplo que quitas a Guzman no sólo como político tradicional sino como político), ese sesgo digo no te permite ahondar más sobre el fenómeno que describes y pareciera, solo digo es un decir, que quieres llamar la atención sobre alguien cuando hay alguienes que también “padecen” lo que sientes que está pasando a nivel político peruano

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